Entrevista
Rafael Matesanz: «La gestión de la pandemia por parte del Gobierno ha sido un perfecto desastre»
Para el ex director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), el cambio de ministro de Sanidad parece haber marcado cierta inflexión: «Ojalá sea un signo de que se ha empezado a hacer ’'política sanitaria’', en lugar de ’'política aplicada a la Sanidad’'»
De «desastre» califica la gestión de la pandemia realizada por Sanidad. Su voz resuena con fuerza. Sabe bien lo que dice y por qué lo dice. Verdades como puños necesarias cuando en demasiadas ocasiones ha primado más no perder votos que la salud.
–Tras un año de pandemia, ¿qué balance hace?
–Ha sido como un tsunami prolongado que se ha llevado por delante vidas, puestos de trabajo, libertades y nuestro modo de vida. Ha cambiado todo y nada para bien. Ojalá que más pronto que tarde lo lleguemos a contemplar como una pesadilla que hayamos dejado atrás.
–¿Cómo calificaría la gestión del Gobierno?
–Un perfecto desastre. Analizar su gestión equivale a recitar una larga serie de errores que van desde las profecías de que serían unos pocos casos; las compras centralizadas, con test y EPI defectuosos que retrasaron su disponibilidad y llevaron a las comunidades a tener que buscarse la vida con carácter de urgencia; la caótica recogida de datos que todavía padecemos, con la negativa a contabilizar muchos miles de fallecimientos por el virus, pero sin PCR en las fases iniciales porque no había test; la evolución del uso de mascarillas, primero innecesarias luego convenientes y finalmente obligatorias; el comité de expertos que nunca existió; la auditoría unánimemente solicitada pero demorada in aeternum…Y por supuesto con parálisis absoluta de todo lo que no haya sido Covid, con lo que ello implica. El hecho de ser el país con mayor mortalidad añadida del mundo en relación con su población, el que más sanitarios ha visto contagiados durante la primera ola por falta de protección adecuada o el que más ha visto caer su PIB, creo que lo dice todo.
–Dígame los mayores fracasos y aciertos del Gobierno.
–Toda la gestión del Gobierno ha venido marcada muy negativamente por la inexperiencia del ministro Illa, la debilidad del Ministerio de Sanidad y la priorización de decisiones políticas sobre las sanitarias. El hecho de no hacer nada hasta que pasara el 8-M, ignorando la evidencia de lo que ya estaba entre nosotros o lo que ocurría en Italia, o el negar la utilidad de las mascarillas porque no había, fueron errores muy groseros que dejaron sin ninguna credibilidad al equipo ministerial y por supuesto sin ninguna capacidad de liderazgo, tan necesario en situaciones de crisis. De igual manera, la rápida desescalada a la carta de la primera ola y las proclamas delirantes de que habíamos vencido al virus fueron un compendio de lo que no se debe hacer. Como aciertos del Gobierno, destacaría la labor de Defensa en su apoyo a la lucha contra la pandemia y también la de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado durante el confinamiento.
–¿Y de la OMS?
–Su principal problema ha sido el seguidismo con las tesis chinas y todo lo que ello implicó en cuanto a la adopción de medidas al inicio de la pandemia o en los resultados de la fallida comisión para aclarar el origen. Por lo demás han tenido aciertos y fallos, aunque siempre han dado la impresión de ir por detrás del virus.
–¿El Gobierno está actuando ahora con más previsión?
–El cambio de ministro parece haber marcado una cierta inflexión. Desde luego el inmediato «no ha lugar» de Darias a la pregunta sobre las manifestaciones de este año habría sido impensable en Illa, que seguro que lo habría referido «a lo que dijeran los expertos». Igualmente, su actitud ante la Semana Santa me parece mucho más consecuente a la vista de la experiencia navideña. Ojalá sea un signo de que se ha empezado a hacer «política sanitaria», en lugar de «política a secas aplicada a la sanidad».
–¿Es coherente que un madrileño o un valenciano no puedan ir a Canarias y un extranjero sí en Semana Santa?
–No, no lo es en absoluto, entre otras cosas porque la incidencia es muy superior en muchos de esos países, pero tampoco lo es que los franceses vengan a Madrid a desfogarse. Vivimos en una continua incoherencia. Creo que, con la experiencia de lo ocurrido en Navidad, lo único prudente aquí y ahora es el cierre perimetral de todas las comunidades durante la Semana Santa. Y ello no sólo por razones sanitarias, sino también por motivos económicos de cara al verano turístico. De otra forma estaríamos comprando billetes para la cuarta ola.
–Nos lo venden como medida para salvar vidas, pero retrasar la Semana Santa permitiría aumentar el número de personas vulnerables vacunadas. ¿No habría que haberla retrasado?
–La propuesta de retrasar las vacaciones de Semana Santa tenía todo el sentido, tanto para intentar seguir mejorando la incidencia como para aumentar la vacunación y también para beneficiarse de un mejor clima. Supongo que logísticamente era complejo por los colegios y demás, pero se debería haber intentado.
–En cuanto a las vacunas, ¿llegaremos a ese 70% tan esperado para septiembre?
–Al ritmo actual, desde luego no. Por desgracia, la política de compras de la UE ha sido un fracaso, entre otras cosas porque en Bruselas hay mucho inútil europeo con sueldo público, y tampoco parece que en España haya un plan B, a diferencia de lo que está ocurriendo en otros países. El cuello de botella del suministro de vacunas es impredecible porque si hubieran sido verdad los anuncios del Gobierno o de la UE, ya casi estaríamos vacunados. A todo ello habrá que sumar, si es que llegan en cantidades suficientes, las dificultades logísticas de una vacunación masiva, que en muchas comunidades no parecen estar resueltas.
–¿Y cómo calificaría el ritmo de vacunación en España?
–De una lentitud deprimente, sobre todo si uno hace las cuentas de los vacunados y el tiempo estimado para que nos llegue a todos.
–Con las cepas se dijo que la británica sería marginal...
–Fue una predicción sorprendente con la información que ya se tenía entonces, y como tantas otras, ampliamente desmentida por la realidad. Como otros virus similares, su capacidad de mutar es grande y nos va a proporcionar muchos dolores de cabeza. La clave es que las vacunas disponibles sigan mostrándose eficaces contra las nuevas cepas, pero lo más probable es que tengan que ir adaptándose a las mismas, como ocurre todos los años con la gripe.
–¿Es más importante lograr la inmunidad de rebaño que conseguir que los mayores de 55 años, que suponen el 98% de la mortalidad, estén vacunados?
–No tienen por qué ser conceptos contradictorios si se va vacunando fundamentalmente por criterios de edad y no se empiezan a hacer excepciones.
–¿Debería España hacer como Alemania, Francia, Italia o Bélgica y ampliar la edad de vacunación con la de AstraZeneca?
–Parece claro que sí.
–Todas las semanas vemos denuncias por fiestas ilegales. Pero me llama la atención que en algunas partes del territorio se ven mesas a un palmo de distancia o que se fume en la vía pública sin distancia y no se haga nada...
–Son signos inequívocos del cansancio y el hartazgo de la sociedad ante lo prolongado de la situación. Son muy preocupantes, porque la fatiga pandémica es uno de los principales aliados del virus y no podemos poner un policía a cuidar de cada ciudadano. Sólo la conciencia individual nos puede llevar a una contención mantenida de la pandemia.
–Seguimos viendo medidas dispares entre autonomías pese a tener misma tasa de contagios o que en algunas se sea más permisivo aunque estén peor.
–Es el resultado de la falta de liderazgo del Ministerio de Sanidad. La coordinación entre CC AA en cualquier tema no puede ser algo improvisado, sino que se debe haber trabajado a fondo mucho antes de que surja el problema, como ha ocurrido en España en el tema de los trasplantes desde hace 30 años. A nadie puede extrañar en un país tan descentralizado y con unas estructuras de coordinación tan débiles, que cada comunidad ejerza sus competencias de manera distinta.
–¿Debería el Gobierno bajar el IVA a las mascarillas FFP2?
–Parece evidente con lo que hoy sabemos de la transmisión del virus y su eficacia en comparación con otras mascarillas. La situación actual no tiene ningún sentido salvo el recaudatorio.
–Sanidad ha tardado 11 meses en publicar las cifras de fallecidos en residencias, pese a que en abril Illa aseguró que lo haría de forma «inminente»...
–Es la suma de un sistema de registro de datos muy deficiente con la falta absoluta de voluntad de rememorar este tema y otros muchos ilustrativos del desastre ocurrido en nuestro país.
–¿Y para cuándo la famosa auditoría al Gobierno por su gestión de la Covid?
–Ni está ni se la espera. No hay el más mínimo interés en poner de manifiesto los muchos errores producidos en la gestión de la pandemia, y en caso de que se produzca, por la forma en que se concibió por parte del ministerio y las comunidades, todo hace pensar que sería un paripé.
–Hace unos meses le pregunté si alguna de sus propuestas durante la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica se habían llevado a cabo. Le hago la misma pregunta.
–Por lo que me consta, desde luego no, ni las mías ni las de nadie. Aquello fue una lamentable pérdida de tiempo porque no ha habido ni voluntad, ni fondos, ni capacidad de llevar a cabo las recomendaciones. Una ecuación perfecta para no hacer nada.
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