La polémica de la tercera dosis
Polémica por la tercera dosis: ¿Es necesario recurrir a una vacunación de refuerzo?
Mientras Israel se alinea con los laboratorios y pondrá un suero extra a algunos pacientes, la OMS y EE UU no lo creen necesario. Los expertos piden más estudios científicos antes de dar el paso
Una dosis más, ¿sí o no? Ese es el debate más vivo en la comunidad científica desde que la compañía Pfizer, primero, y el Gobierno de Israel, después, comunicaron que es probable que se necesite una tercera tanda de vacunas para obtener la inmunidad completa contra la Covid-19.
El Ejecutivo de Tel Aviv ha comenzado ya a ofrecer la tercera inoculación de la vacuna de Pfizer a los adultos vacunados que padezcan una enfermedad grave que implique algún tipo de inmunosupresión (trasplantados, pacientes oncológicos…). El refuerzo tiene la intención fundamental de aumentar las defensas contra el virus en las personas más vulnerables, sobre todo ante la amenaza de la variante Delta.
La situación en Israel es difícilmente comparable con la de otros países donde la decisión de revacunar a los ya vacunados empieza también a debartirse.
Con cerca del 60 por 100 de la población ya vacunada en pauta completa y los grupos de edad más críticos (mayores y jóvenes) inmunizados desde hace tiempo, el principal problema al que se enfrenta es el excedente de vacunas. A finales de junio, anunció que un millón de dosis a punto de caducar se ponían a disposición de otros países que quisieran comprarlas. Pero el avance de la variante Delta ha provocado un ligero aumento de los contagios en el país que obligó a las autoridades a modificar sus planes. Ahora la estrategia consiste en reforzar la vacunación entre los ciudadanos que lo requieran.
La decisión ha resonado en todos los estamentos sanitarios del planeta. La administración de Estados Unidos ha recibido recientemente los informes de la farmacéutica Pfizer avalando la decisión israelí.
Los mismos informes han sido entregados a las autoridades sanitarias europeas. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud ha expresado su preocupación ante la posible extensión de la práctica de las terceras dosis. El director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, criticó el lunes pasado que «los países ricos estén pensando en vacunar por tercera vez a sus población mientras muchas naciones del planeta no tienes aún acceso a una primera inyección».
Tercera dosis
Los argumentos científicos al respecto no son definitivos. Buena parte de la carga argumental a favor de la tercera dosis procede de las propias farmacéuticas. El 8 de julio Pfizer y BioNtech emitieron un comunicado en el que defendían la inoculación de una dosis extra de refuerzo seis meses después de recibir la segunda inyección. Según los datos corporativos, esa tercera dosis multiplicaría por 5 o 10 la capacidad de neutralización de la variante Beta del virus y «tendría un perfil de tolerabilidad elevado». El problema es que los datos que supuestamente manejan ambas empresas aún no han sido publicados en una revista científica.
Las dos firmas también se referían a un artículo de la revista Nature en el que se demostraba que su vacuna ofrece una fuerte capacidad de neutralización frente a la variante Delta tras dos dosis. «Anticipamos que una tercera dosis aumentará aún más esa capacidad, igual que ocurre con la variante Beta».
Para muchos expertos, la comunicación de Pfizer y BioNtech es demasiado inespecífica y demasiado poco fundamentad como para tomar una decisión oficial al respecto.
«Sin más datos encima de la mesa, administrar una tercera dosis a personas ya plenamente vacunadas es una apuesta arriesgada», ha declarado la doctora Soumya Swaminathan, jefa científica de la Organización Mundial de la Salud.
Anthony Fauci, el asesor médico de la Casa Blanca, se ha mostrado contrario a abrir el debate en este momento en el que aún no está completada la primera fase de la vacunación. Los Centros de Control de Enfermedades y la FDA en Estados Unidos han lanzado un comunicado conjunto en el que se muestran taxativos: «Estados Unidos cuenta con vacunas disponibles para cubrir las necesidades de inmunización de los mayores de 12 años. Los ciudadanos vacunados están protegidos contra las versiones más graves de la enfermedad, incluyendo las provocadas por las nuevas variantes. Las personas no vacunadas siguen estando en riesgo. Los estadounidenses que ya se hayan vacunado en pauta completa, no necesitan dosis de refuerzo».
El principal soporte a las tesis de la tercera dosis es un estudio del Ministerio de Sanidad de Israel que rebaja al 64 por 100 a efectividad de la vacuna de Pfizer en la prevención de cuadros sintomáticos de la enfermedad. El descenso coincide con la extensión de la variante Delta del virus. Aunque la prevención para los casos más graves sigue siendo más elevada, algunos expertos aconsejaron plantear un refuerzo para evitar sintomatologías moderadas.
En España, muchos especialistas se han pronunciado en contra de la tercera vacunación. Según el presidente de la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López-Hoyos, «para la población general a día de hoy ni hay evidencia que justifique una dosis extra». Sin embargo, el mismo especialista se muestra abierto a la introducción de este refuerzo en personas de alto riesgo o en poblaciones inmunosuprimidas. Los trasplantados, por ejemplo, producen entre un tercio y la mitad de anticuerpos que las personas sanas tras vacunarse, entre otras cosas como consecuencia del consumo de fármacos que inhiben su respuesta inmunitaria. Ellos serían buenos candidatos a un vial de más.
Desde el punto de vista técnico, parece cada vez más demostrado que existe cierta decadencia en la capacidad neutralizante desde seis meses después de la vacunación. Por lo tanto, en teoría, la tercera dosis sería una estrategia de refuerzo adecuada.
Pero existen otros factores determinantes. Sabemos que hay una tendencia a padecer efectos secundarios mayores en la segunda dosis que en la primera ¿Qué ocurriría con una tercera? De momento solo contamos con los ensayos que demuestran que mezclar dos dosis de diferentes vacunas aumenta el riesgo de efectos adversos moderados. No se sabe si ocurriría lo mismo con una dosis extra.
Revacunar
Desde el punto de vista logístico, las compañías y los Estados están perfectamente preparados para abordar el reto de «revacunar» a la población. Pero ¿sería éticamente admisible? La vacunación de refuerzo exigiría recalcular los plazos de entrega desde las farmacéuticas y, posiblemente, cancelar algunos programas de donación de vacunas a países menos favorecidos que ya están en marcha, como las 500 millones de dosis que Estados Unidos ha prometido donar a 92 estados con pocos recursos.
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