Opinión

El orden de los factores...

Iñaki Urdangarin sale del despacho en el que trabaja en Vitoria (España)
Iñaki Urdangarin sale del despacho en el que trabaja en Vitoria (España)José RuizEuropa Press

Nos decían cuando estudiábamos matemáticas en el cole que «el orden de los factores no altera el producto», pero en estos días en los que la sombra de la «interrupción de la convivencia» de Urdangarín y Cristina planea sobre nosotros, mi reflexión es que en cuestiones de pareja, las matemáticas tienen poco que decir. Porque está claro que en el amor y sobre todo en el desamor, el orden de los factores sí altera el producto.

Si las fotos de Urdangarín y su Ainoha hubieran aparecido después del comunicado y no al revés, el respeto se habría mantenido pese a la ruptura. Y el respeto mitiga el dolor. Porque la ruptura de cualquier pareja, real, noble o del pueblo llano, duele; y ese dolor se multiplica cuando al desconcierto y a la incertidumbre se suma la siempre innecesaria y de pésimo gusto falta de respeto.

Los deslices, relaciones paralelas, infidelidades y engaños no son admisibles cuando existe el compromiso, pero si se producen por alguna circunstancia imprevista (los sentimientos nunca son previsibles), hay que tratar de evitar provocar un tsunami con ellos. Y no me refiero a la propia ruptura (que ya es bastante tsunami), que para tantos es consustancial al propio engaño (no para todos: los hay que perdonan, aceptan, pactan o establecen sus propias reglas), sino a la delicadeza, a la discreción, a no dejar al otro expuesto a los ojos de la sociedad tras el tan mal visto abandono, a proteger su intimidad invadida por la presencia un tercero...

Nadie puede prometer, aunque lo jure al comprometerse, que otro amor no le hará dejarlo todo; pero si ocurre, hay que procurar hacer las cosas lo mejor posible y atendiendo al orden de los factores, que sí altera el producto.