Salud Mental

Sin alternativas para tratar la depresión mayor resistente al tratamiento

Afecta a entre el 30 y el 40% de las personas con depresión

Casi el 75 % de los españoles asegura tener menos bienestar emocional que hace un año
Casi el 75 % de los españoles asegura tener menos bienestar emocional que hace un añoC G SantosLa Razón

Alrededor del 9% de las mujeres en España sufren depresión mayor, cifra que se reduce al 4% en los hombres. Como se puede observar, su prevalencia es casi el doble en las mujeres que en los hombres. Suele empezar en la adolescencia, sobre todo en las mujeres, y luego se produce otro pico importante en los mayores de 55 años. En nuestro país hay cerca de tres millones de personas afectadas por este trastorno y, a nivel mundial, la OMS estima que son 230 millones.

Según los diferentes estudios, el 30-40% de quienes sufren una depresión podrían englobarse bajo el “paraguas” del concepto “resistente al tratamiento”. Se calcula que en España la media es de 0,93 casos por 1.000 personas, lo que significa que cada año hay 44.000 personas nuevas que padecen esta forma de depresión. Al sufrimiento personal asociado a padecer una depresión severa, se suma el hecho de que, como mínimo, el paciente va a estar unas 8-12 semanas sin presentar mejoría, y, después, tendrá que cambiar a un nuevo tratamiento e incluso, en algunos casos, un cuarto o un quinto tratamiento.

“Estamos hablando de meses soportando un estado incapacitante que cursa con apatía, anhedonia, pérdida de apetito, fatiga física, problemas de insomnio, dificultades para concentrarse y trabajar, e incluso ideas de suicidio, que son muy frecuentes en la depresión mayor”, señala Josep Antoni Ramos-Quiroga, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitari Vall d’Hebron, de Barcelona. De hecho, las personas que sufren una depresión mayor resistente al tratamiento (DRT) llegan a tener hasta tres veces más riesgo de mortalidad si se compara con la depresión mayor no resistente.

Las causas aún no se conocen por completo, así como no se conocen tampoco las de la propia depresión. Una explicación posible es la gran variabilidad individual en el destino del antidepresivo después de tomarlo. Esa variabilidad depende de factores como la velocidad con la que el fármaco se metaboliza en el hígado, dónde comienza a sintetizarse en el organismo y cuándo se absorbe y pasa al torrente sanguíneo.

El principal problema de los antidepresivos es que tienen un “periodo ventana” en el que no se observa una respuesta – pues se requiere un mínimo de 4 semanas para constatar que el paciente empieza a tener una respuesta al tratamiento-. De este modo, la primera limitación es el tiempo de sufrimiento, lo que incrementa el riesgo de suicidio y, por tanto, de mortalidad.

“Si se administra un tratamiento antidepresivo, la posibilidad de que haya una remisión de los síntomas, es sólo del 37%; si se da un segundo tratamiento, esta remisión se reduce al 31%; pero llegado al tercer nivel, situados en el criterio de depresión resistente, esta posibilidad se queda en un 14%. Ésta es una limitación muy importante: sólo el 14% de las personas que tienen criterios de DRT logran una remisión de los síntomas depresivos”, explica Ramos.

Y ¿cuales son las alternativas disponibles actualmente en España para estas personas? Cuando han fallado todas las pautas con antidepresivos, e incluso la combinada con otros fármacos como antipsicóticos, anticonvulsvos o benzodiazepinas, la unica opción es la terapia electroconvulsiva (TEC)- estimulación eléctrica con pulsos de onda breve- que, pese a ser un tratamiento eficaz y seguro en este tipo de pacientes, tiene el riesgo asociado que puede tener cualquier intervención, ya que requiere de anestesia general. Además, no puede realizarse en un servicio de urgencias psiquiátricas.