Medio Ambiente

Pues sí, la nuclear es energía verde y necesaria

Ayuda a la descarbonización, ya que no contribuye a aumentar el efecto invernadero

Energías renovables
Energías renovablesTeresa Gallardo

Del «nucleares no, gracias» al «Bienvenido, Mr. Nuke» han pasado algo más de 50 años. El tiempo transcurrido desde que la energía nuclear sufrió la campaña de acoso de mayor éxito de la historia contra una tecnología energética hasta que esa misma tecnología energética ha recibido el reconocimiento oficial como «energía verde y necesaria». Por el camino han mediado varias crisis económicas globales, el descubrimiento de la amenaza del cambio climático y una pandemia.

Después de más de un año de debates internos, hace unas semanas la Comisión Europea tomó una decisión más que polémica: declaró que las inversiones efectuadas en algunas tecnologías energéticas nucleares o de combustión de gas podrían ser catalogadas como inversiones «verdes». Es decir, que dentro de la llamada «taxonomía energética» las centrales nucleares podrán gozar de los mismos beneficios que otras alternativas renovables a la hora de atraer capital privado. El objetivo es poder mantener en pie la agenda de descarbonización de la economía del Viejo Continente.

Objetivo 2050

Europa se ha comprometido a que, para 2050, toda la industria sea climáticamente neutra, es decir, que no suponga un ápice de incremento de las emisiones de Co2 a la atmósfera. Para ello es necesario reducir casi hasta la inexistencia las fuentes energética emisoras (fundamentalmente las que proceden de la combustión de materia fósil) y ampliar el espectro de energías renovables y no emisoras (solar, eólica, etc…).

Pero la demanda energética creciente no podría ser cubierta con un modelo de pura transición a las nuevas energías. En el mix aflora una fuente energética largamente demonizada pero que no emite gases de efecto invernadero a la atmósfera: las centrales nucleares.

Mientras algunos países como Francia han declarado su intención de aumentar su apuesta atómica para hacer frente a la agenda de descarbonización, otros como España siguen convencidos de acabar con la industria nuclear patria en las próximas etapas de transición energética. El aval de la Comisión Europea (permitiendo que las nucleares se acojan a la etiqueta «verde» de modelo de inversión) va directamente en contra de la decisión española decididamente seguidora de ecologismo antinuclear de finales del siglo pasado.

En medio de ambos frentes, ¿qué dice la ciencia? Esta misma semana la revista «Nature Energy» ha publicado un informe que recoge la opinión científico-técnica al respecto. Según los autores del trabajo, «la energía nuclear puede jugar un papel crucial ayudando al mundo a alcanzar los objetivos de reducción de emisiones a la atmósfera en el año 2050. Sobre todo en países con menor acceso a fuentes energéticas basadas en el sol o el viento».

El autor principal del informe es el investigador del departamento de Ecología Global de la Carnegie Institution, Lei Duan. En palabras de Duan, «las fuentes de energía renovables basadas en el viento y el Sol son la mejor opción en términos de reducción directa de emisiones, pero están sujetas a una variabilidad de disponibilidad y a distribución regional muy desigual. Eso hace que en términos absolutos su impacto sobre la reducción quede diluido».

Hoy en día, las energías derivadas de la combustión (sobre todo el gas) sirven para compensar los momentos en que la producción de energía solar o eólica decaen por culpa de las condiciones meteorológicas desfavorables. Pero en un futuro ya descarbonizado, esas energías de sustitución deberían ser también «limpias».

Durante los últimos años, varios estudios científicos han sido capaces de medir qué impacto tendría el desarrollo de las energías solar y eólica en la reducción de emisiones. Parece demostrado que mediante la inversión en nuevas plantas puramente renovables en todo el mundo podría lograrse hasta un 80 por 100 de los objetivos de descarbonización. Pero la falta de continuidad del Sol y el viento hace imposible llegar al 100 por 100 del recorte de emisiones sin el apoyo de otras fuentes, al menos hasta que se desarrollen nuevas infraestructuras de almacenamiento aún inexistentes. En otras palabras, el combate definitivo contra el cambio climático no es posible sin la existencia de otras energías. Y entre ellas puede que la más eficaz sea la nuclear.

Según países

Para demostrarlo, los autores del trabajo de «Nature» han medido la penetración actual de las energías eólica y solar en 42 países tratando de establecer cuáles de ellos se beneficiarían más de un incremento en la producción de energía nuclear en el futuro.

En naciones como Estados Unidos, donde las condiciones geográficas son óptimas para el empleo de energía solar y eólica, la energía nuclear no sería necesaria hasta quizás las últimas etapas del proceso de descarbonización. Pero en países con recursos renovables más pobres, como Brasil, la utilización estratégica de la tecnología atómica podría ser la mejor opción. En Europa entre los países más preparados para afrontar el reto sin una inversión elevada en energía nuclear está España. Pero en todos los casos la introducción del paquete atómico en el mix final resulta más que recomendable.

La reputación de la energía nuclear, basada sobre todo en las campañas ecologistas de hace décadas y en incidentes como el de Chernobyl y Fukushima, no se ajusta a la realidad de los datos. Todos los estudios realizados demuestran que es una fuente segura y eficaz. Por ejemplo, es responsable de un 99,8 por 100 menos de muertes que la producción de carbón. Según datos publicados por «Our World in Data», el cabón produce 32,7 muertes por cada terawatio/hora generado (las muertes derivadas de accidentes, intoxicaciones, etc). El gas produce 2,82 y la energía nuclear, 0,07.

Además, el estudio de «Nature» ha analizado el coste que supondría cubrir ese 20 por 100 de reducción de emisiones al que no llegan la energía eólica y solar con inversiones en otros sectores. Asumiendo precios actuales, la energía nuclear sería la alternativa más barata dado el estado de desarrollo que ha alcanzado la tecnología actualmente.

Solo si se inventaran sistemas de almacenamiento de energía suficientemente eficaces en el futuro, el lapso del 20 por 100 hoy sin cubrir podría ser subsanado con más instalaciones eólicas o solares.

Pero esos sistemas de almacenamiento aún están lejos de ser una realidad.

Y precisamente ayer, los seis reactores nucleares que el presidente francés, Emmanuel Macron, pretende construir para renovar el parque actual, y que tendrían que entrar en servicio progresivamente a partir de 2037, fueron presentados y se anunció que costarán unos 51.700 millones de euros, según el Gobierno de Francia.

Los autores del proyecto señalan que esos 51.700 millones habría que invertirlos para una construcción que se escalonaría durante cerca de 25 años para estos seis reactores, que tendrían vida útil de 60 años desde su puesta en funcionamiento. Se trata de una evaluación en un escenario mediano y no incluye los gastos de financiación.