Entrevista

«El modelo de masculinidad imperante no deja al hombre ser vulnerable»

Ana Lombardía, psicóloga sanitaria y sexóloga, asegura que el varón heterosexual sufre una gran presión al esperarse que «funcione siempre como una máquina»

Ana Lombardia acaba de publicar «Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero» (Oberon),
Ana Lombardia acaba de publicar «Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero» (Oberon),David JarLa Razon

Ana Lombardía, psicóloga sanitaria y sexóloga, habla del sexo con la normalidad que otros utilizan para hacer la lista de la compra. Huye de los tabúes y apuesta por un lenguaje claro y directo que debería definir un tema que aún, a día de hoy, sigue siendo un nicho de secretos, miedos y vergüenzas. Esta experta presenta ahora un libro, «Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero» (Oberon), en el que por primera vez se detallan las inseguridades, presiones, problemas y complejos que viven los hombres heterosexuales en la cama.

¿Por qué diferencia a los hombres heterosexuales de los homosexuales a la hora de analizar su sexualidad?

La sexualidad masculina, en cuanto a las cuestiones más biológicas, es igual en todos los hombres, independientemente de su orientación sexual. Pero hay otras cuestiones culturales, sociales y relacionales que sí que influyen y configuran la sexualidad de los hombres hetero y los gays de forma diferente: las presiones, las inquietudes, las necesidades... se ven moduladas por la orientación sexual y, por supuesto, por cuestiones de género.

¿Existe una masculinidad mal entendida?

Sin duda, existe un concepto de masculinidad muy mal entendida o, al menos, mal configurada. Los hombres heterosexuales se ven presionados social y culturalmente por un modelo de masculinidad imperante que no les deja ser vulnerables. En cuanto a la sexualidad se refiere, tienen que tener siempre ganas, mantener siempre una erección, tardar mucho en eyacular y llegar con mucha facilidad al orgasmo. Además, tienen que ser unos amantes excelentes y su principal herramienta para ello debe ser su pene. Esto supone una presión tremenda, pues en cierto modo se espera que los hombres funcionen como máquinas en cualquier circunstancia.

¿Cuáles son los principales problemas con los que acude un hombre heterosexual a una consulta de sexología?

Principalmente, cuatro: la falta de deseo, dificultades de erección, problemas en el control de la eyaculación y complicaciones para llegar al orgasmo. Estos hombres suelen acudir a consulta muchas veces motivados por sus parejas o por el conflicto que les está causando. También acuden muchos solteros que quieren solucionar sus dificultades antes de conocer a una mujer nueva, para sentirse seguros a la hora de ligar y volver a acostarse con alguien.

Lombardía en su clínica
Lombardía en su clínicaDavid JarLa Razon

¿Hablan con frecuencia los hombres sobre sus problemas sexuales entre ellos? ¿Lo hacen más que las mujeres?

Los hombres no son muy dados a hablar entre ellos de sus dificultades en la cama. Cuando hablan de sexo lo suelen hacer desde un plano más anecdótico y superficial e, incluso, desde la broma. Es frecuente que, por ello, suelan pensar que son los únicos de su círculo cercano que han tenido un gatillazo, que llevan una racha larga sin apetito sexual o que les cuesta llegar al orgasmo. Las mujeres suelen ser más dadas a compartir intimidades y emociones.

¿Existe una presión social mayor en el campo sexual sobre el hombre que sobre la mujer?

Sin duda, es muy diferente. A los hombres se les presiona principalmente para que tengan siempre una erección y con eso ya se supone que serán buenos amantes. Está muy extendida esa idea del «empotrador», el hombre que tiene una erección durante muchísimo rato y que penetra con fuerza y sin descanso. Lo cierto es que esa imagen puede estimular mucho la fantasía , pero en la realidad la gran mayoría de las mujeres necesitan la estimulación del clítoris para sentir placer y llegar al orgasmo. Este «ideal» es inalcanzable y, por tanto, muy frustrante para todos aquellos hombres que se lo ponen como objetivo. La presión sobre la mujer es más amplia y compleja: abarca desde el atractivo físico, sus habilidades como amante y su fogosidad y deseo sexual. A la vez, y de forma contradictoria, también se valora como deseable a la mujer que no se ha acostado con muchos hombres, que no cuenta con demasiada experiencia y que es recatada.

¿Ha hecho daño la cultura del «macho ibérico» en nuestra sociedad y, en particular, entre los hombres heterosexuales?

Ha hecho muchísimo daño. El «macho ibérico» es un modelo de hombre muy concreto, cerrado e inflexible. No permite la sensibilidad, la vulnerabilidad y el error. Las personas somos naturalmente sensibles, vulnerables y falibles, por lo que perseguir este modelo obliga a los hombres a esconder su naturaleza y su esencia; es decir, no les permite ser libres, auténticos, ellos mismos.

Como bien comenta en su libro, el deseo sexual es algo que se da por sentado en el hombre heterosexual, ¿de dónde viene esta premisa? ¿Es más sexual el hombre que la mujer?

La premisa de que el hombre heterosexual tiene más deseo que sus compañeras viene, en gran parte, de la teorías evolucionistas sobre que los hombres tienen más deseo porque “quieren esparcir su simiente lo más posible”, mientras que las mujeres, no tienen tanto deseo porque “deben centrarse en el cuidado y la crianza”. Esta premisa viene también por la forma en la que se han entendido las religiones, negando el placer de la mujer. Incluso la ciencia ha tenido -y sigue teniendo- muchas lagunas al respecto. En el libro pongo algunos ejemplos sobre diversos hechos históricos y sucesos que han negado el placer femenino: los textos falangistas de La Sección Femenina hablaban de fingir orgasmos como parte del débito conyugal, en pleno siglo XIX se inventa el vibrador como algo médico y no sexual, etc.

¿Existen muchos tabúes sociales sobre los problemas sexuales que afectan al hombre?

¡Muchísimos! La vergüenza asociada a los problemas sexuales es algo que afecta muchísimo a los hombres y que les paraliza a la hora de buscar ayuda y soluciones, dejándoles sin recursos. Es tremendo como cuestiones tan normales y cotidianas, que suceden a todos los hombres, tienen tanto tabú alrededor. Por ejemplo, todos los hombres han tenido alguna vez un gatillazo en algún momento de su vida -y, si no, lo van a tener. Pero en vez de entenderse como algo normal y que forma parte del funcionamiento sano del cuerpo humano, se patologiza.

La sexóloga, durante la entrevista con LA RAZÓN
La sexóloga, durante la entrevista con LA RAZÓNDavid JarLa Razon

¿Puede fingir el hombre en la cama?

¡Claro que sí! Siempre se ha creído que fingir orgasmos era patrimonio de las mujeres, pero los hombres también lo hacen en ocasiones. De hecho, uno de los casos que comento en el libro es del de un hombre que finge un orgasmo con su pareja para ocultar las dificultades que tiene para llegar si no es a solas y con pornografía.

Los orgasmos masculinos suelen ir asociados a la eyaculación y, por tanto, muchas veces no se concibe que se puedan fingir; el hombre del caso que te comento se las ingenia para esconder el preservativo con rapidez y que su pareja no se de cuenta, tras haber hecho el “teatro” de explosión de gemidos de placer. Te hago un pequeño “spoiler”: ¡su pareja le pilla!

¿Cómo influye la pornografía en los patrones masculinos sexuales?

Me temo que la pornografía influye mucho en la forma en la que los hombres viven la sexualidad ¡incluso aunque no la consuman! El porno es, a falta de una buena educación sexual y modelos sanos, el principal referente que tenemos sobre la sexualidad. Se nos olvida que es ficción y que está hecha para excitar, no para educar... pero como no tenemos otra cosa en la que fijarnos, la tomamos como modelo.

El porno está, a día de hoy, al alcance de todo el mundo, y las fantasías que en él se muestran están construyendo un imaginario sexual y un modelo a la hora de vivir las relaciones.

¿Son las propias mujeres, las que, en ocasiones, puede consolidar el patrón del “macho” en la cama con comentarios como ‘’ese chico tiene que ser un empotrador’'?

Sí, claro que sí. Al fin y al cabo, las mujeres también son víctimas de estos modelos de sexualidad y, por tanto, pueden ver como deseable esa idea del chico que penetra de forma incansable -aunque, en la práctica, no les resulte tan satisfactorio. En la última década se ha hablado mucho de la sexualidad de la mujer y se han derribado muchas barreras al respecto: ya es más natural hablar del placer de la mujer, de su masturbación, del clítoris... Las mujeres están haciendo grandes avances y recuperando su propia sexualidad pero, hasta que no trabajemos también la de los hombres heterosexuales que se acuestan con ellas no se podrá alcanzar una verdadera sexualidad libre, sana y placentera para todos.

Es más, me atrevería a decir que la sexualidad de los hombres heterosexuales afecta no sólo a las mujeres que se acuestan con ellos, sino a todo el mundo (lesbiana, homosexuales, bisexuales y a todo los colectivos y orientaciones sexuales): el modelo de sexualidad hetero imperante a día de hoy condiciona todas las formas de vivir la sexualidad, pues es el más visible y el más potente. De ese modo, sirve de referente para cualquiera, sea quien sea y se acueste con quien se acueste.