Opinión

Toda vida es un bien para todos

Hay señales que anuncian que los tiempos cambian

Esta nueva campaña de IPSE comenzará en septiembre
Esta nueva campaña de IPSE comenzará en septiembreAlberto R. RoldánLa Razón

Durante esta semana, la ACdP ha sacado una campaña en las calles de varias ciudades de la comunidad de Madrid señalando la incoherencia de la promoción del aborto como derecho. En estos carteles se podía ver cuatro momentos en la vida de un chico desde el inicio hasta su graduación universitaria. «Este es el único momento en el que puedes acabar con él legalmente», reza el texto, señalando la barriga de la madre embarazada.

Aquí radica el asombro de los que nos manifestamos en defensa de la vida este domingo en Madrid (y de muchísimos otros que no pudieron venir). Porque a pesar de tener en nuestro orden jurídico varias leyes que despenalizan el aborto no podemos dar ni mucho menos este tema por zanjado. Los defensores de esta cultura de la muerte esgrimen el argumento de que «es un tema del pasado, hablar de ello es retroceder cuarenta años», provocando un hecho paradójico: la quiebra del sentido democrático al evitar todo tipo de construcción común. Además, esta postura es exclusivamente ideológica. Haciendo patente aquella triple dispensa de la ideología que explicaba Jean-François Revel: dispensa intelectual, moral y práctica, a la que habría que añadir la total falta de escrúpulos por el bien de la persona. A lo que habría que añadir un lenguaje oscuro, que provoca una total falta de reflexión. Un lenguaje que va desde aquél sonrojante «interrupción voluntaria del embarazo» hasta la última moda de los «derechos sexuales y reproductivos» (por si no queda suficientemente claro la insistencia en la deshumanización al intentar dividir de un hecho esencial).

Pero hay señales que anuncian que los tiempos están cambiando. Se percibe sobre todo en las nuevas generaciones cómo se están deshaciendo de todo ese andamiaje ideológico, en el convencimiento de que, en esto y en todo, la verdadera victoria es el cambio de un corazón; se percibe también en la diversidad de entidades intermedias que han apoyado la marcha por la vida y que dan muestra patente de que la sociedad española está viva. Y por supuesto, en la evidencia de que toda vida es un bien para todos.