Estudio

Controlar el móvil a los adolescentes... y a sus padres

El “uso excesivo” de los teléfonos está “normalizado” socialmente, por lo que algunos progenitores “no son ejemplo para realizar una mediación restrictiva” con sus hijos

Turistas haciéndose selfies con su teléfono móvil en la plaza de la Cibeles
Turistas haciéndose selfies con su teléfono móvil en la plaza de la CibelesAlberto R. RoldánLa Razón

Los adolescentes necesitan un “acompañamiento integral” de sus padres en el uso de la tecnología y las redes sociales, sin imponer medidas restrictivas de control de tiempo si los adultos no se comprometen a cumplirlas también, según ha indicado a la agencia Efe la experta en comunicación Beatriz Feijoo.

La vicedecana de investigación de la Facultad de Empresa y Comunicación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) ha citado los resultados de un estudio realizado con 62 adolescentes de entre 11 y 17 años, para analizar el pensamiento crítico que aplican en el manejo de los contenidos que se publican en redes sociales.

Tras organizar doce grupos de discusión con menores de toda España, agrupados por el mismo rango de edad y con el mismo nivel socioeconómico, profundizaron en fenómenos como los “influencers”, los retos o “challenges” y el manejo de la información.

Con los datos obtenidos en el estudio, realizado de mayo a julio de 2021, los investigadores de UNIR han analizado en los últimos meses el papel que desempeñan los padres de estos adolescentes a la hora de gestionar el uso que realizan sus hijos de las redes sociales y de la tecnología, ha explicado.

Así, ha detallado Feijoo, algunos padres optan por hacer una “mediación restrictiva” y controlan el tiempo que dedican sus hijos al teléfono móvil, desde donde acceden a las redes sociales, y también el tipo de aplicaciones que utilizan.

“Esta restricción provoca conflictos en el ámbito familiar”, ha constatado, “porque los adolescentes se quejan de que sus padres les controlen las horas de uso del teléfono, pero algunos adultos no lo hacen y también abusan de las redes sociales a través del móvil”.

Los investigadores han comprobado que ese “uso excesivo” de los teléfonos está “normalizado” socialmente, de modo que algunos padres “no son ejemplo para realizar una mediación restrictiva” con sus hijos.

Además, ha agregado, los menores creen que tienen “una sobrecapacidad” para gestionar los contenidos en redes sociales, porque piensan que su experiencia técnica para manejar las aplicaciones les “hace inmunes para ser engañados con bulos o desinformación”.

Ha explicado que los adolescentes que han participado en este estudio sostienen que las personas mayores, como sus abuelos, son “más manipulables” a la hora de creerse un bulo porque no se manejan con tanta facilidad como ellos con las nuevas tecnologías.

Sin embargo, a la hora de comprobar si una noticia es cierta, estos jóvenes recurren a sus padres para preguntarles, porque ellos “son los intermediarios con los medios de comunicación tradicionales, como la radio y los periódicos”.

Esta doctora en Comunicación y licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Vigo ha asegurado que los jóvenes solo consumen información de medios tradicionales cuando pasan tiempo en familia, como “al viajar en coche y escuchan la radio o si comen en casa con el informativo de fondo”.

Durante el estudio han analizado sus experiencias tecnológicas durante el confinamiento, en el que han relatado que hubo una “mediación activa” por parte de sus padres, con quienes participaron en retos y desafíos en familia, al lograr “acompañamiento de los adultos en un contexto digital”.

Pero esta mediación activa conlleva emplear mucho más tiempo y una mayor implicación paterna que la mediación restrictiva, ha asegurado, lo que supone un gran reto, porque los adolescentes quieren tener un espacio propio.

A su juicio, el contexto digital ha complejizado mucho la mediación, pero lo importante es “estar cuando se tiene que estar”.

“La clave es generar confianza en la relación familiar y dar credibilidad, por lo que los padres deben ser coherentes y predicar con el ejemplo en cuanto al uso de la tecnología y las redes sociales”, ha concluido.