Embajadas
La protesta iraní que ignora el Gobierno: «Nadie nos hace caso»
Un centenar de personas se concentró ayer en la embajada de Irán para denunciar la represión que sufren
Dicen que tienen tanta rabia dentro, tanto dolor acumulado, que cada vez que salen a protestar no encuentran la hora de irse. Por eso ayer estuvieron más de cuatro horas «frente» a la Embajada de Irán en España, situada en la calle Jerez (distrito de Chamartín) aunque siempre les emplazan una calle más arriba, según les explican desde Delegación del Gobierno, por «razones de seguridad».
Así, cerca de un centenar de personas de la comunidad iraní afincadas en nuestro país se reunieron ayer para protestar contra la escalada de violencia que ejercen las fuerzas represoras del país contra cualquiera que amague con criticar el régimen.
Aunque lleva muchos años sucediendo, la oleada de repulsa por la obligatoriedad de que las mujeres lleven el hiyab comenzó el pasado mes de septiembre cuando la joven iraní de origen kurdo Mahsa Amini, de 22 años, fue detenida por llevar mal puesto el velo por la Policía de la Moral en Teherán.
Amini falleció tres días después tras desplomarse en el centro de detención y ser ingresada en coma. Desde entonces, las denuncias de torturas se han sucedido y se siguen ahorcando en plaza pública a cualquiera que ose a criticar el régimen. «Solo por escribir en una pared ‘Mujer, Vida, Libertad’, que es nuestro lema, ya eres lo que ellos llaman ‘enemigo de Dios’ y vas detenido». Lo explica Sara Amiri, mujer inarí afincada en Madrid desde hace 38 años y la persona que convocó la concentración de ayer. «Lo peor no es que te detengan, es que luego hacen juicios sin ninguna garantía, a puerta cerrada, sin poder hablar o con confesiones bajo tortura. O peor aún: ejecutan sin saber siquiera si es verdad que la persona cometió algún delito».
Amiri explica que hace poco arrestaron a un joven de 19 años que repartía dulces solo por llevar el cartel en defensa de la mujer y cuando salió de la cárcel el chico se suicidó. «No sabemos qué les hacen pero deben darles antidepresivos o droga porque no es normal. Ahora todos los que están saliendo de la cárcel se suicidan: algo está pasando y, una vez más, no sabemos qué». Para Amiri y el resto de la comunidad iraní en nuestro país –ayer llegaron a Madrid gente de otras partes de España para la concentración– es increíble que el Gobierno de nuestro país no les esté mostrando su apoyo y sean tan reacios a recibirles. «Hay intereses políticos, si no, no se entiende qué hace la embajada abierta ni que en tres meses no hayamos conseguido nada».
La mujer asegura que todavía no han logrado que nadie de Exteriores les reciba (al menos les contestaron con una carta que tenían problemas de agenda) y, lo que les parece más grave, que el Ministerio de Igualdad ni siquiera les haya contestado. «Montero solo dice que hay que dar trabajo a las mujeres con hiyab y nosotras no estamos en contra del hiyab, solo del que sea obligatorio llevarlo y si no lo haces, mira lo que les está pasando a las mujeres de nuestro país». Solo el Gobierno de la Comunidad de Madrid, aseguran, les atendió, les dieron un premio el día de la violencia machista y les dedicaron un vídeo.
«En otros países están haciendo cosas menos aquí. En Canadá el primer ministro acude a las manifestaciones, en Francia han recibido a una activista y el Alemania están apadrinando a los que tienen sentencia de muerte para, al menos, poder pedir explicaciones en sus juicios. Todos tienen gestos de apoyo menos aquí, es algo indecente», lamenta. «Parece que nos hemos vuelto mudos y ciegos», zanja.
La próxima concentración prevista de la comunidad iraní es el próximo 8 de enero, cuando se cumplen dos años del avión siniestrado que cubría la ruta Ucrania-Canadá y que fue atacado con un misil. Murieron 175 personas por un «fallo mecánico» que era, en realidad, un misil.
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