Bilbao
Una gran maquinaria: La televisión que nunca duerme
24 horas en directo
Muchos dan por sentada la televisión. Está ahí, como un ruido de fondo, como una compañía garantizada, como un entretenimiento asegurado y fácil. La tele no pide nada a cambio. Y, sin embargo, no es un mágico teatro que al pulsar un botón surge de la nada. La televisión es una industria, una enorme maquinaria que nunca apaga las luces. Entramos un día cualquiera en una fábrica frenética poblada de oficios y disciplinas mestizas, una marea de gente que en cualquier momento está sumando esfuerzos y un lugar en el que hasta la última persona es sensible a los ritmos de la actualidad. En la sede de Antena 3 en San Sebastián de los Reyes (Madrid) hay muchas familias de profesionales, pero todos saben que su trabajo es, en el fondo, el mismo.
Hacer una televisión supone asumir el ritmo frenético diario de las noticias, el alma de una emisora, y hacer propio el desafío de una programación de calidad. Bosteza todo el país y ya hace horas que las emisiones en directo de Antena 3 han empezado y que los pasillos de anchura hospitalaria, engomados en rojo, se limpian y asisten a las primeras carreras. Son las 6:15 horas de la mañana y ya han comenzado las Noticias de la Mañana, pero los periodistas no son lo único importante. Antes, o a la vez que ellos mismos, una tropa de profesionales ya ocupa sus puestos. Son muchos e imprescindibles para hacer una televisión. Abrimos las puertas al interior de Antena 3.
Café, prensa y tableta
El equipo de «Espejo Público» ya lleva horas trabajando antes de que empiece el programa a las 9 de la mañana. En la sala de espera de invitados el zumo de naranja y la prensa esperan mientras los técnicos cablean a los contertulios. «¿Me vas a a meter el cable por ahí?», pregunta uno de ellos mientras se ahueca la americana para que el cable recorra su espalda. «Es lo mejor...». «Vale, vale». Un café, la prensa y la tableta para preparar los comentarios del tema del día. Escriben el último mensaje con las petacas colgando. «¿Preparados...?». Para ir al plató, pasan delante del control del programa, una pecera a oscuras, iluminada de una constelación de pantallas como si fuera el Enterprise, donde hay demasiadas personas. 17 cabezas para controlar los pases a vídeos y conexiones en directo, la visualización de documentos y los rótulos. Hace un calor considerable, al contrario que en el plató del programa, donde se agradece el jersey, y donde están a punto de ir a publicidad. «Estamos fuera. ¡Seis minutos!», anuncia el regidor, y la desbandada es total. Dos después, el regidor dice: «Tráete a la gente, Miguel, que nos pilla el toro». «¡Un minuto!». Todos a tiempo.
Tarea delicada pero imprescindible
Paz García lleva nada menos que 20 años trabajando en la casa con un cometido decisivo. En el departamento de Vestuario y Sastrería tienen una tarea delicada: mantener una imagen moderna y actual de los presentadores de la cadena, sin distraer de lo importante: la información. «Lo más difícil es el equilibrio entre la tendencia y la percepción de seriedad», comenta esta profesional dentro de su pequeño taller, donde hay varias máquinas de coser y, por supuesto, una pequeña televisión de tubo. Por una puerta se accede a un almacén de dos plantas, abigarrado hasta lo indecible, donde algunos carteles identifican el ropero de los rostros más conocidos. No revelan ningún capricho inconfesable más allá de lo habitual, apenas alguna superstición con el amarillo conocida. «Algunos periodistas se preocupan más de la imagen y otros casi no le prestan atención. Unos prefieren ir más anchos, otros más ajustados, pero es lo normal...», comenta Benita Muñoz, otra de las profesionales del vestuario de Antena 3 y que se encarga de hacer que la ropa estándar se ajuste a las medidas propias de cada anatomía, perfecta a su manera. La ropa entra y sale constantemente de Antena 3, con cada estación y cada temporada, porque la imagen cuenta. Se almacena o se vende en rastrillos solidarios. Mirando atrás, a estos 25 años de andadura como televisión, García no puede evitar echar de menos los tiempos de las grandes galas, en los que su departamento confeccionaba hasta 20 trajes de bailarinas, corsés y complementos.
Almacén lleno de joyas tecnológicas
Igual que ocurre con el vestuario, en esta industria es fundamental actualizarse en temas tecnológicos porque si hay un sector que ha sufrido cambios en los últimos años, ése es el de los medios de comunicación. El almacén de Antena 3 propone un viaje por el tiempo entre aparatos súbitamente viejos y otras verdaderas reliquias. Cables, clavijas, adaptadores, tornillos y un millón de otras piezas se almacenan en las estanterías que tiene a su cargo Emilio Íñigo, que lleva en la casa desde su nacimiento, en 1990. Un cementerio de faxes, placas de ordenador, televisiones de tubo comparten espacio con equipos de vanguardia a punto de instalarse. Historia de la televisión. Lámparas, filtros, rollos inmensos de cable o rodamientos se ordenan disciplinados por un código, lo único, en realidad, que distingue a este espacio de una inmensa tienda de bricolaje. Claro, también hay otros instrumentos, los esenciales del periodismo: bolígrafos y papel. «La renovación es permanente. En este medio nunca te puedes quedar atrás», señala Íñigo.
Reuniones durante todo el día
En esta industria hay, como en todas, un mal necesario: las reuniones. Pero es que, sin ellas, la coordinación de la enorme cantidad de departamentos es imposible. Hay una reunión de audiencias diaria, donde se escrutan los datos del día anterior. La exigencia de la televisión es tal que se trata de la única industria que se examina diariamente. Cada día es una nueva prueba, un empeño por la relevancia, pero no a cualquier precio. Una cadena de televisión pasa el examen de la audiencia pero también el de su propia conciencia y, para eso, Antena 3, a pesar de ser un ente abstracto y colectivo, posee una ética propia. Todos los departamentos tienen que estar presentes en las reuniones donde se analizan los resultados y se marcan las estrategias. Hoy, a la una de la tarde, es el turno para la reunión de programación, en la que están presentes los departamentos de Publicidad y Promociones, el de Comunicación, el de emisiones, el Multimedia... En esta puesta en común se repasan las programaciones estratégicas de los diferentes canales de televisión de Atresmedia, lo que ha añadido complejidad a las estrategias de una cadena que nació individual y ahora agrupa a una familia de canales temáticos (Neox y Nova), una versión internacional e incluso a una hermana pequeña, laSexta. Hoy, en ausencia del director de departamento, dirige la reunión Francisco Javier Cañas, gerente de parrillas de emisión, que advierte: «Empezamos a meternos en Navidad, la cosa se puede complicar». Hay que tenerlo todo en cuenta: las emisiones estratégicas, las competiciones futbolísticas, los programas de estreno y también valorar la competencia. La pantalla muestra por franjas horarias los planes de emisión de la semana para saber cuáles son los puntos fuertes y qué cambios con respecto a los habituales puede haber. Esta semana hay un partido de Copa del Rey de Fútbol: Athletic de Bilbao contra el Alcoyano.
Por otras razones, las reuniones de informativos son imprescindibles. Dejamos la de programación en su apogeo cuando acaba de empezar la de informativos de las 13:00 horas. Con Álvaro Zancajo y Sandra Golpe presentes en la sala de cristal translúcido, todos los jefes de sección ponen en común los temas del día y, por supuesto, las imágenes disponibles. Porque la materia prima de la televisión es ésa: el relato de la actualidad requiere de un referente visual sin el que el mensaje pierde fuerza. Nada queda al azar en la escaleta de cada edición de noticias en la que trabajan el editor de cada edición y la dirección de Informativos de la casa. Es poco más de mediodía y ya tiene lugar la reunión del informativo nocturno, el de Zancajo y Golpe, ocho horas antes de su emisión. La puesta en común para las Noticias de Mediodía, que en este momento está apurando preparativos para salir al aire y recibiendo informaciones de última hora, hace horas que se realizó: a las nueve de la mañana. Toda la redacción gira en torno al plató de emisiones y los segundos corren. El directo aprieta.
Peluquería y maquillaje
Las prisas se notan también en Peluquería y Maquillaje, donde otra omnipresente televisión muestra el directo. Isabel Álvarez lleva en la casa 25 años, desde el comienzo de las emisiones. «Lo que más me gusta de este trabajo son los días especiales, porque es una gran responsabilidad arreglar a un invitado importante, como cuando han venido los presidentes del Gobierno», comenta Álvarez, que ha maquillado a Aznar, Zapatero y Rajoy. «Hay una presión añadida por que todo el mundo esté perfecto –comenta–. ¿Lo que menos me gusta? Que los periodistas siempre vienen con el tiempo justo y con prisa. Pero ya me he acostumbrado, son todos muy buena gente», dice mientras perfila el ojo de Lourdes Maldonado, que dice sin pestañear: «La verdad es que, para lo mal que vengo, me dejan muy bien». «Te dejo hablar, pero no te rías», amenaza Álvarez. En otra silla, con los espejos enfrentados y enmarcados en bombillas, como si se tratase del camerino de un cabaret, Ainhoa Arbizu, presentadora de Deportes, recibe los cuidados de Carmen Ortega, otra de las profesionales de la casa. Por lo demás, poco se diferencia esta peluquería de cualquier otra: revistas del corazón, charlas por el móvil y ese olor inconfundible a laca.
Todo controlado
Después de recorrer algunos pasillos y escaleras laberínticas, llegamos a otra estancia oscura con las paredes forradas de ese material más peludo que el terciopelo. Se percibe la electricidad estática. Entrar en esta sala es como mirar a través de un caleidoscopio que multiplica los polígonos hasta el infinito delante de nosotros. Pero no es un efecto óptico, son pantallas de televisión que, divididas en fragmentos, se multiplican frente a varias consolas de control. Esto es Continuidad, y al comando de las operaciones encontramos a Rafael Caparrós, otro auténtico veterano en la casa: 25 años le contemplan en Antena 3. Tres turnos de ocho horas, todos los días de la semana y del año. Aquí están los responsables de que los programas se sucedan en orden y horario previstos y que la publicidad se inserte cuando conviene. Cada día, una pauta de programación y de publicidad llega hasta aquí en papel y en fichero informático. Caparrós y los suyos tienen que asegurarse de que se cumpla, siguiendo unas instrucciones precisas. «Siempre hay que tener capacidad para improvisar, porque caben eventualidades y además hay programas en directo que a veces se pasan del horario. Nuestro papel es compensar los bloques de publicidad siguiendo los límites legales y las directrices que recibimos. O, en algunos casos, estar atentos a ver qué hace la competencia para determinar si nosotros pasamos o no a publicidad», explica. Cada anuncio, cada espacio, y cada promoción están contabilizados haciendo una suma que más vale que salga exacta. No hay miedo en la sala a que una situación eléctrica ponga en peligro el sistema. Hay generadores de reserva. «Los mayores problemas se producen ahora con los ficheros informáticos corruptos. Antes trabajábamos con cintas, y existían problemas, pero el sistema digital tampoco es infalible», explica. Para eventualidades, siempre tienen preparados un sistema de promociones en bucle que pueda solventar una emergencia por si alguien «pisa un cable».
Actividad frenética
Varias serpientes de cableado recorren el suelo detrás de las cámaras que retransmiten el informativo en directo. Varios monitores de plasma sobre ruedas se desplazan a la vez frente a los presentadores. Una grúa acerca otra cámara hacia el rostro del presentador como si fuera el cuello gigante de un animal prehistórico, buscando el primer plano mientras el regidor aguanta la mano en alto. «Cinco, cuatro...», dice mientras sostiene la escaleta con la otra. Tres segundos después, baja la mano. Habla Vicente Vallés. Cuando ha terminado la entradilla y entra el vídeo, el suelo bajo la mesa de los presentadores gira 45 grados para que el fondo tras ellos no sea el mismo durante el segundo bloque. Todos los operadores de cámara y el regidor están coordinados para que, al terminar el vídeo, el plano que aparezca en pantalla del presentador sea perfecto. Los presentadores ni se inmutan, apenas consultan sus papeles. Los informativos son una prueba de agilidad televisiva en directo, en buena parte, por un gran equipo que trabaja tras las cámaras con la precisión de un metrónomo. Pero en televisión no hay absolutos y alguien lo recuerda justo cuando está a punto de acabar el informativo. «Lo hemos hecho casi perfecto, ¿no?».
Un lugar de encuentro
En la enorme y recién reformada cafetería de Antena 3 también hay televisiones emitiendo continuamente la programación de la cadena. ¿Hay algún lugar sin pantallas en esta casa? Si es así, no lo hemos encontrado: aquí se vive la televisión cada minuto. En este microcosmos que es la sede de Antena 3 hay dos cafeterías, una de las cuales permanece 24 horas abierta porque, está dicho, la televisión nunca descansa. Ésa es la más pequeña. En el gran comedor, que puede albergar a casi 400 personas, se ofrece una mesa central donde se encuentra el buffet de ensaladas con todo tipo de complementos y también la posibilidad de menú variado, de autoservicio. Los veteranos cuentan que antes había camareros a la vieja usanza y servicio de mesas, pero en una compañía dinámica es preferible la iniciativa individual. Y es que toda la plantilla de la cadena pasa por aquí en un momento u otro del día, así que la mejor organización es la más ágil. Sin embargo, la auténtica hora punta no es tanto el mediodía, sino por la mañana, la hora del café, sin duda la bebida predilecta de la profesión. El menú, con varios primeros y segundos, está subvencionado para los trabajadores de la empresa, que entran fichando con su tarjeta personal en el torno de la entrada al comedor. Buen provecho.
Grandes retos
La programación de Antena 3 es su presencia «virtual» en la sociedad. Pero hay una presencia «real» o física de la cadena de televisión. Una entidad de la cadena más palpable que se sustancia en múltiples frentes y de los que se encarga el departamento de Relaciones Públicas. Entre sus tareas están el apoyo a la dirección de comunicación en las ruedas de prensa, consejos de administración, convenciones, actos de la Fundación, material promocional y actividades para empleados y clientes. Una enorme atribución de funciones que enumera la directora del departamento, Koké Tejera, que tendrá que enfrentarse a uno de esos grandes actos que ponen a prueba a todo su equipo, con la primera visita de Felipe VI a la sede de la cadena. También se encargan de recibir y guiar la visita de otras autoridades y de actos amables, como las navidades infantiles o incluso las carreras populares que organiza la compañía con lemas ya emblemáticos como Ponle Freno. La presencia de Antena 3 como productora de cine y por lo tanto en Festivales, las actividades para empleados y los actos de celebración del 25 Aniversario son también desafíos de producción con los que este departamento, formado por seis personas, tiene que lidiar.
Trabajar con seguridad
Otro capítulo que nunca descansa es la seguridad. Todos los medios de comunicación son lugares potencialmente objetivo de ataques terroristas o cualquier otro tipo de amenazas. Para evitarlo, Luis Magro está al frente de un equipo de 27 personas que se encarga de vigilar el perímetro de la sede y el acceso al edificio principal, por el que un día cualquiera pueden pasar hasta 1.500 personas. «Controlamos todos los paquetes que se envían y todos los bolsos de mano. También nos encargamos de la vigilancia a través de las cámaras de seguridad, y de los avisos a la central de emergencias en caso de incendio o similar», explica. Lo que menos gente sabe es que en los programas con público es necesario que haya un miembro de seguridad y que en la cadena también trabaja un bombero por si fuera necesaria una evacuación de un plató, por ejemplo. Los miembros de la seguridad de Antena 3 están permanentemente en contacto con los Cuerpos de Seguridad del Estado ante las eventuales visitas de políticos o incluso de Sus Majestades los Reyes.
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