Aventura

La Antártida, continente virgen, ancestral, vasto, latente y hostil

Último capítulo de una aventura por la ruta que siguió en 1912 el capitán Robert Falcon Scott y que le costó la vida

Eric Frattini, escritor y periodista
Eric Frattini, escritor y periodista, en la AntártidacedidaLa Razón

Un lugar tan bello como diferente de cualquier otro lugar del mundo, es también muy peligroso. En condiciones normales, hombres y mujeres no sobreviviríamos si estuviéramos solos a la intemperie en su superficie, nadie puede sobrevivir más que un par de minutos si no tomamos las medidas adecuadas. Las temperaturas son tan bajas que pronto comienzan a congelarse los miembros, se corta la circulación y debe ser amputados para evitar mayores complicaciones. Sin protección, un cuerpo humano puede congelarse en segundos en medio de una tormenta de nieve.

Menos famoso, aunque igual de peligroso, es el llamado frostnip, una condición en la que se te congelan células del cuerpo sin que la persona se dé cuenta, poniendo en peligro las partes más expuestas como orejas, nariz y pómulos. Por eso, quienes trabajan y operan aquí en la Antártida deben siempre vigilar de cerca y en todo momento a sus compañeros de viaje para evitar que nadie se arriesgue a la congelación. «Otra amenaza mortal es la hipotermia, que sucede cuando el cuerpo desciende por debajo de los 35,5 grados. Sus síntomas son la somnolencia, dificultades en el habla y falta de coordinación, que preceden al desvanecimiento y que puede llegar a ser mortal si el cuerpo alcanza los 25 grados, la temperatura a la que el corazón deja de latir», nos explica Matthew Clide Farson, médico estadounidense de la expedición con más de un cuarto de siglo de experiencia en estas latitudes.

Ninguna precaución es menor. Incluso hoy, con dispositivos y vehículos avanzados, comunicaciones vía satélite y trajes de última generación, recorrer el territorio antártico supone enfrentarse a peligros latentes ya que muchas de las tormentas más agresivas no pueden ser anticipadas y las grietas profundas pueden abrirse paso bajo nosotros en cualquier momento. No hay vehículos terrestres o marítimos que puedan garantizar la seguridad todo el tiempo de estancia.

Lo cierto es que, aunque el noruego Roald Amundsen llegase al Polo Sur hace 113 años, exactamente el 16 de diciembre de 1911, aún sigue siendo una tierra que muchos quieren conquistar. El mapamundi de Ptolomeo, en el 150 d.C. fue el origen a lo largo de los siglos, y en donde fueron colocados territorios y continentes. La sola idea de poder aportar una pieza más a este rompecabezas fue suficiente para aventureros y exploradores de todos los tiempos para que sintieran la necesidad de embarcarse en nuevas aventuras. Una vez que se conoció la existencia de un lugar llamado «Antártida», se comenzó a recorrerla y el sueño de estas gélidas e inhóspitas tierras comenzó a abrirse a todo el mundo.

Fuera de mapa

Estamos en presencia de todo un continente que se resiste a ser conquistado por completo y que se niega a ser reconocido por una sencilla latitud y longitud en un mapa o en Google Earth. El Polo Sur está vivo. He podido comprobarlo en estos casi 12 días de expedición. El Polo Sur se mueve, impidiendo que alguien se atreva a completar un mapa completo de esta región al igual que tienen otros continentes. De hecho, la Antártida tiene cinco «polos» diferentes: el geográfico, el magnético, el ceremonial, el geomagnético y el de la inaccesibilidad. La masa polar de hielo se desplaza sobre un glaciar que se mueve diez metros por año. La solución fue colocar una estaca fija con la ubicación exacta.

Otra cosa es el «ceremonial» que está situado en el interior de la Base Amundsen-Scott de Estados Unidos. Se trata de un lugar consensuado por todos los estados miembros del Consejo Antártico y señalizado con una bola sobre un pedestal.

A más de un siglo de haber alcanzado el Polo Sur, este continente sigue tan misterioso como siempre. Virgen, antiguo, vasto, helado, latente y hostil. En realidad, su belleza necesita de un sacrificio a quien realmente quiera conocerla. No es nada fácil. Sumergirse en sus relatos y misterios antárticos ha resultado a veces frustrante. Stephen Pyne, historiador polar describe la Antártida como «un pozo de información. Debajo de esta profunda capa de hielo hay un universo latente que aún espera ser descubierto».

La Antártida desafía y se resiste a los humanos haciendo todo lo posible por expulsarlos, pero tal vez y solo tal vez, por ese mismo motivo nos sentimos todos tan fascinados por este territorio. Así seguirá siendo por los siglos de los siglos, cuando ya ninguno de los que leen esta crónica estén en esta vida. La Antártida seguirá aquí.