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Bilbao

Asesinos junior: el empoderamiento de los niños psicopáticos

Los expertos creen que falla el modelo educativo: no hay disciplina, se empodera a los niños y se premia a los «jetas». Apuestan por privar su libertad y limitar sus derechos

Dos de los jóvenes a los que estos días se ha relacionado con el asesinato del matrimonio de Bilbao larazon

Los expertos creen que falla el modelo educativo: no hay disciplina, se empodera a los niños y se premia a los «jetas». Apuestan por privar su libertad y limitar sus derechos.

Hay niños víctimas de niños. Jóvenes que empuñan navajas. Adolescentes muertos, arrojados en descampados. Y familias que viven en una continua incertidumbre. Esta falta de confianza y de seguridad es una constante en los últimos días: hace una semana tres menores asesinaban y robaban a un matrimonio octogenario en Bilbao; este viernes, una chica de 15 años acuchillaba a una compañera de colegio en Almería; y, ayer, tres chavales eran detenidos en Valencia tras agredir a tres vecinos con un arma blanca. Todas estas historias conducen a una evidencia desgarradora: la violencia más desproporcionada parece hacerse costumbre y el fin de la inocencia se adelanta demasiado rápido.

«Vivimos en una sociedad más dura emocionalmente, en la que se acorta el tiempo de la infancia y en la que los niños se sienten empoderados», explica a LA RAZÓN Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. «Antes había chavales que asaltaban con una navaja para robarte el reloj. Lo que demuestra que tenían un objetivo concreto. Hoy, en cambio, el abuso se ha vuelto radical». A los chicos de Bilbao, por ejemplo, no les bastó con robar, sino que apalearon hasta la muerte a Lucía y Rafael.

Tras el asesinato de este matrimonio octogenario de Otxarkoaga el 18 de enero, Javier Elzo dio con la clave de esta violencia desmedida: falla el modelo educativo. «Durante mucho tiempo, ha tenido bastante fuerza un tipo de educación sometida al concepto de autoridad. Bajo el principio de que al niño hay que dejarle que crezca libre, hemos esperado que supiese distinguir entre el bien y el mal y no es así». Esto ha provocado el rechazo a unos valores que les permiten ser personas autónomas. «Muchos se encuentran al albur de las redes sociales o sus amistades», sin posibilidad de entender el contexto que les rodea y ser críticos con la realidad en la que viven.

Así lo advierte José Luis Sancho, director del programa Alerta Bullying de Ginso, quien habla de un problema eminentemente social. «Hemos premiado muchas veces a los «jetas», tenemos a personajes públicos encausados, hay futbolistas famosos que se enorgullecen de defraudar a Hacienda... Los jóvenes están viendo cómo estamos glorificando a esos sinvergüenzas. Es normal, entonces, que se pregunten: ¿Por qué yo no?».

Si por algo se caracterizan estos menores es por la ausencia de sensibilidad, de empatía y de compasión con su víctima. Por eso, Urra se atreve a calificarlos de psicopáticos, es decir, niños faltos de cariño o dedicación. «Hay que conseguir que la protección tenga una supervisión judicial y entender que el mejor interés del menor implica también quitarles cosas. Hay chicos a los que hay que privar de libertad y limitar sus derechos».

Sin embargo, no siempre las figuras paternas constituyen modelos, pues si lo fuesen en los supuestos analizados, los menores habrían reconocido los hechos. «No obstante», añade Sancho, «hay chavales que nacen con muy malas cartas, con situaciones de exclusión y con muy pocos recursos. A esos también se les pide que sean héroes».

Recuerden, por ejemplo, cuando «El Nano» (13) estranguló a su amigo Juan José en El Cruce (Madrid); o cuando Enrique Cornejo y Antonio Aguilar violaron y apuñalaron a Antonio (11), en Jaén. Sin embargo, uno de los casos más sonados fue el de José Rabadán, conocido como «El asesino de la katana». El 1 de abril de 2000, cuando tenía 16 años, mató a sus padres y a su hermana. Fue condenado a 12 años de internamiento en un centro psiquiátrico y hoy tiene una hija de tres años, trabaja como broker y está casado, lo que reabre el debate sobre la reinserción.

Un dato: el 80 por cierto jamás vuelve a delinquir tras pasar por un centro de internamiento cerrado. «Estos chicos van a trabajar con profesionales, van a tener un cambio emocional y van a afrontar lo que supone matar o violar. Pero, ¿y cuando salgan?», alerta Urra. «Si vuelven al mismo entorno criminal, todo el trabajo no habrá servido de nada».

De lo que se trata, por tanto, es de realizar una intervención educativa efectiva y normalizar al joven en su medio. «Hay que invertir en los barrios. Los colegios no pueden cerrar a la hora que acaban las clases porque los críos no tienen otro sitio a dónde ir», concluye Sancho. «A veces somos muy hipócritas porque no les queremos cerca, pero tampoco ponemos dinero para solucionar el problema».