Videos

Bretón ensayó con sus sobrinos cómo «perder» a sus hijos

Aunque su familia se acogió a su derecho a no declarar, el cuñado dijo que «algo raro pasó con los niños y José lo sabe»

Bretón besa a su madre en la sala de vistas
Bretón besa a su madre en la sala de vistaslarazon

Como una piña. Así se comportaron ayer los familiares de José Bretón, a quienes les correspondía el turno de responder sobre la muerte de Ruth y José. Tanto los abuelos paternos de los niños, Bartolomé y Antonia, como sus hermanos se acogieron a su derecho a no declarar. Ante tal actitud, el abogado defensor de Bretón, José María Sánchez Puerta quiso remarcar que el cuñado del acusado no «estaba aleccionado por nadie» en el juicio.

El primero en negarse a declarar fue Bartolomé Bretón que, tras unos segundos de silencio, afirmaba con tono tajante: «No voy a declarar nada». A su salida, Bretón le intentó decir algo y tocarlo. Parece que el abuelo no lo vio. La siguiente en desfilar fue la madre de Bretón. Antonia Gómez aprovechó para dar dos besos a su hijo a la entrada y a la salida del juicio. Luego llegó el turno para los hermanos, mientras Rafael no miró en ningún momento a su hermano, que le dijo adiós con un gesto de la mano; Catalina se despidió de él con un gesto con la cabeza.

Memoria esquiva

Los cuñados de Bretón sí testificaron. Ellos no se pueden acoger a este derecho. El marido de Catalina Bretón, José Ortega, se acordaba de poco –o eso decía él una y otra vez– intentando esquivar las preguntas de la fiscal y de la acusación particular. Aun así, Ortega relató cómo el 7 de octubre, un día antes de los hechos, Bretón se llevó a sus hijos (los primos de Ruth y José) al colegio y les dejó solos sentados en una plaza diciéndoles que le esperaran porque se había olvidado las gafas. Bretón las tenía en el bolsillo, era para ver cómo reaccionaban los menores. «No me gustó. De hecho, le dije a Bretón que no los llevaba más». Cuando al día siguiente desaparecieron los niños, «se lo dije a la Policía por si servía para encontrar a mis sobrinos. Lo que hizo con mis hijos fue una simulación. Eso no se hace a los niños».

En el caso contra Bretón hay muchas cosas que no cuadran. Por ejemplo, que el acusado propusiera a su familia el día 7 ir todos con los niños a la Ciudad de los Niños y fueran al Parque Cruz Conde. De hecho, el día 8 su cuñado entendió que «Bretón había perdido a los niños en la Ciudad de los niños y por eso dejé a Rafael en la Ciudad de los niños».

José Ortega no se explica dos cosas de ese día: que Bretón «se sentara en el parque sin poner periódicos y que el niño de dos años pudiera subir solo esa cuesta». Y con la voz quebrada, añadió: «Esa noche es la peor de mi vida. Son mis sobrinos».

«Todo fue extraño. Es raro que se pierdan unos niños. Algo raro se ha hecho con ellos y mi cuñado lo sabe», sentenció. Preguntado sobre si ve a Bretón capaz de matarlos, afirmó que «no». Pero como él mismo reconoció durante el juicio, «por mi cabeza han pasado todo tipo de hipótesis». Y es que el día de los hechos, además, «no había muchos civiles en el parque. Policía sí. Los niños no se perdieron solos, de haber sucedido así los hubiéramos encontrado. Alguien los ha cogido».

Pero quizás lo más importante de su relato es que los niños podrían no haber comido en casa del cuñado como Bretón afirmó. «No me acuerdo si invité o no a comer a Bretón ese día». En su declaración ante la Policía dijo que sí, le recuerdan en la sala. «Pues entonces sí, pero Bretón me dijo que no podía porque había quedado a comer con unos amigos».

Lo raro es que ninguno de los amigos con los que según Bretón podría haber ido a comer sin avisarles previamente confirmó el pasado jueves esa posibilidad. Bretón aseguró que comieron en casa de su cuñado, sus hijos, sus sobrinos y él. Si bien, su cuñado asegura que él llevó la comida a sus hijos del Burger King y «no me dio la sensación de que hubieran comido antes».

A continuación, entró Leticia, la mujer de Rafael, el hermano de Bretón. Aunque la abogada de Ruth esperaba mucho más de ella, según afirmó María del Reposo a la salida del juicio, se nota que la relación entre Leticia y Bretón no es precisamente la mejor.

Bretón no la mira mientras habla y ella reconoce que con quien se llevaba bien es con Ruth, a la que considera «muy buena persona, un encanto, yo la quiero muchísimo, es una buena madre». Leticia entendió que Ruth se separara de Bretón, «él le gritaba más de la cuenta». «Bretón –prosigue–, con quien tenía confianza, le alzaba la voz si se enfadaba. A mí jamás, no había confianza».

Leticia coincide con su cuñado Ortega en que el parque al que se iba a ir era a la Ciudad de los Niños, no al Cruz Conde. «El 7 de octubre mi marido me dijo que al día siguiente a lo mejor íbamos a la Ciudad de los Niños». También asegura que a ella en un principio le dijeron que «se había perdido un niño», no los dos.

«Me parece raro que se pierdan dos niños en el parque y nadie vea nada. Pero también me parece raro –vamos rarísimo– que alguien pueda hacer daño a sus hijos». Para concluir diciendo que «el dolor tan horrible que siento por la pérdida de mis sobrinos nunca nadie me lo va a quitar», aunque expresó que ojalá «el informe de los huesos se hubiera hecho la primera semana».

Ruth Ortiz sigue el juicio en una sala para víctimas

A las 9:30 de la mañana llegaba Ruth en un coche hasta la Audiencia Provincial de Córdoba. No va a la sala del juicio, sino que va directa a la habitación de Atención de Víctimas de Andalucía. Aunque el pasado martes aseguró que no iba a venir al juicio, quería ver y oír a los testigos llamados ayer a declarar en el caso de José Bretón, acusado de asesinar a sus dos hijos. Quería ver con sus propios ojos cómo los que un día fueron también parte de su familia desfilaban uno tras otro acogiéndose al derecho de no tener que testificar por ser familia directa del acusado. La propia abogada de Ruth reconocía a la salida del juicio que desconocía que fuera a ir. Las sesiones continúan el lunes con más testificales, concretamente 13 personas, entre ellas agentes policiales, testigos que vieron a Bretón en el Parque Cruz Conde y personal de la Ciudad de los Niños. ubicada junto a dicho parque.

Su psiquiatra: «Es obsesivo y se enfada de más»

«Bretón me llamó por teléfono el 27 de septiembre de 2011, me dijo que era urgente que nos viéramos, que quería hablar conmigo. Fueron dos horas y media de consulta», precisa Guillermo Guiote, psiquiatra de Bretón. «Era mi paciente, vino en dos ocasiones en diferentes años. La otra vez fue en 1997 vino por la ruptura que tuvo con la novia», recuerda. Es decir, cuando protagonizó un intento de suicidio. «Le receté Orfidal y Motiván, porque sé el diagnóstico que tiene y le podían venir bien para que se tomara las cosas menos obsesivamente». ¿El motivo? «La ruptura con Ruth», afirma Guiote, y no por las manías como declaró Bretón el martes. «Como estaba irritante, le dije: ''Tú procura hacer bien las cosas. Recoge y lleva a los niños a casa de la madre a la hora que te toque hacerlo, no vayas a utilizar a los niños para chantajear a la madre''». Guiote concluyó su declaración afirmando que «Bretón era una persona obsesiva; se enfadaba de más al educar a los hijos, pero no creo, como se ha dicho, que los maltratara».