Polémica

Bruselas autoriza la utilización del glifosato durante 10 años

Las asociaciones ecologistas y de protección de la salud protestan por su posible vínculo con el desarrollo de tumores

Glifosato, el herbicida más usado y polémico del mundo.
Glifosato, el herbicida más usado del mundodreamstimedreamstime

La Comisión Europea decidió ayer extender el uso del glifosato diez años más, aunque con algunas condiciones. Este veredicto ha llegado después de que una nueva votación entre las capitales europeas quedase en tablas, sin que prosperase una mayoría de bloqueo suficiente para prohibir esta sustancia en suelo europeo.

El glifosato es un herbicida comercializado por Mosanto en 1975 y que tiene como objetivo luchar contra las malas hierbas. En 2015, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud concluyó que el glifosato es una sustancia probablemente cancerígena, pero otros estudios han señalado lo contrario.

La Comisión Europa ha basado su veredicto de no prohibir la comercialización del glifosato en informes tanto de la autoridad para la seguridad alimentaria europea (EFSA por sus siglas en inglés) como de la Agencia Europea de Químicos (ECHA por sus siglas en inglés), pero los detractores de esta decisión aseguran que estos estudios tienen lagunas. En Estados Unidos varios jardineros han ganado a Mosanto en los tribunales al haber desarrollado cánceres vinculados con su exposición al glifosato y en la UE una mujer francesa consiguió que su hijo fuera indemnizado al demostrar que las malformaciones con las que nació hace 16 años fueron causa directa de la exposición de su exposición a los pesticidas durante su embarazo. Esta mujer francesa no tiene dudas de que el responsable fue el glifosato ya que mientras trabajaba en un centro ecuestre no utilizaba apenas pesticidas y tan sólo lo hacía para desherbar la pista en verano.

Mientras las asociaciones ecologistas se han mostrado en contra de la decisión del Ejecutivo comunitario, los colectivos de agricultores lo han hecho a favor al considerar que ahora mismo no existe una alternativa en el mercado comparable al glifosato. Este miércoles hasta 106 asociaciones de la sociedad civil pidieron al Ejecutivo comunitario la prohibición del glifosato. Según Carlos de Prada, director de la iniciativa Hogar Sin Tóxicos, una de las entidades firmantes de la petición, «conviene no olvidar que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la OMS ha asociado esta sustancia al desarrollo de ciertos tumores. Resulta difícil comprender que ahora se proponga renovar su uso por 10 años cuando la vez anterior, en 2017, solo se renovó por 5 años, y no por 15 como inicialmente se pretendía, precisamente por la creciente evidencia científica acerca de los daños que ocasiona. Obviamente ahora, cuando esa evidencia es aún mayor, únicamente cabría esperar su prohibición».

Aunque la Comisión Europea no ha dudado a la hora de mantener su criterio de extender el uso del glifosato durante 10 años, ha decidido imponer nuevas restricciones como el de usar métodos alternativos con menos impacto sobre la biodiversidad cuando sea posible y que su uso quede limitado a las explotaciones agrícolas y «se reduzca al mínimo o se prohíba en zonas sensibles como parques y jardines públicos, terrenos deportivos y recreativos, recintos escolares y zonas de juegos infantiles o proximidades de centros sanitarios».

Tras esta decisión de la Comisión Europea, ahora corresponde a cada país dictaminar si sigue permitiendo el uso del glifosato en su territorio. Alemania ya había decidido con anterioridad prohibir el glifosato a partir de 2024 por el daño ocasionado a los insectos y Francia ha pasado en los últimos años de hacer bandera en contra de esta pesticida a cambiar de opinión debido a las presiones de sus asociaciones agrarias. Los dos países se han abstenido en las dos votaciones para prohibir el herbicida en al UE, mientras España ha votado a favor del criterio de la Comisión Europea.

Lucía Argüelles, investigadora de la Universidad Abierta de Cataluña y experta en asuntos agroalimentarios, explica a LA RAZÓN que en este tema «el consenso científico como tal no existe» y que muchos estudios no tienen en cuenta la utilización masiva actual ni tampoco cómo puede afectar la mezcla del glifosato con otros pesticida y sus repercusiones tanto para el medio ambiente, donde está claro que es perjudicial, como a la salud humana.

Esta investigadora considera que la prohibición del glifosato podría ser una oportunidad para una «auténtica revolución» de la agricultura con el objetivo de sustituir los pesticidas por maquinaria y una replanteamiento de la agricultura europea que pese a la cantidad de subsidios no consigue ser competitiva ni asegurar el relevo generacional o luchar contra la despoblación.

Arguëlles considera que es posible un nuevo enfoque para transformar la agricultura europea con planes adaptados a cada región ya que los diferentes cultivos se enfrentan a malas hierbas distintas y recuerda que en el pasado ya se prohibieron sustancias como el bromuro de metilo por su impacto en la capa de ozono y se han encontrado alternativas.

En ese sentido, cree que la estrategia de la Granja a la Mesa para reducir los pesticidas no responde a las necesidades de los agricultores europeos ya que no se plantean medidas sustitutorias a la vez que no se hace suficiente hincapié en prohibir las importaciones de terceros países que puedan usar pesticidas como el glifosato ya que desde que Mosanto perdiera la patente, muchos países de Latinoamérica y Asia utilizan este herbicida de manera masiva.

La española Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS), que engloba a las organizaciones agrarias, cooperativas y exportadores hortofrutícolas, pidió ayer que la Comisión Europea amplíe de los 10 a 15 años la renovación del uso del herbicida glifosato.

ALAS ha defendido «la renovación urgente del herbicida glifosato, amparada en el criterio científico, porque es esencial para la competitividad del sector productor agroalimentario y para cumplir los objetivos de sostenibilidad de la UE», según ALAS.

ALAS está integrada por Asaja, COAG y UPA, Cooperativas Agro-alimentarias de España, la Federación de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (FEPEX) y la Asociación Española Agricultura de Conservación.