Sí a la vida

Cañizares: «Hemos de superar la falacia política de que los derechos del no nacido se contraponen a los de la mujer»

Entrevista al cardenal Cañizares. «Me parece muy acertado que la nueva ley proteja al nasciturus, para proteger la vida». La familia: «Fortalecerla, protegerla y ayudarla es la cuestión social y política más urgente e inaplazable»

La familia: «Fortalecerla, protegerla y ayudarla es la cuestión social y política más urgente e inaplazable»
La familia: «Fortalecerla, protegerla y ayudarla es la cuestión social y política más urgente e inaplazable»larazon

Entrevista al cardenal Cañizares. - «Me parece muy acertado que la nueva ley proteja al nasciturus, para proteger la vida». - La familia: «Fortalecerla, protegerla y ayudarla es la cuestión social y política más urgente e inaplazable»

No faltará a la cita. El próximo domingo, el cardenal Antonio Cañizares, que hace unos días cumplió cinco años como «ministro vaticano» al frente de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, estará en la madrileña plaza de Colón para celebrar la gran fiesta de la familia cristiana. «El mundo, hoy, necesita matrimonio cristianos auténticos que vivan con gozo y alegría ese amor, que es posible, y hace real y gozosa la convivencia», recuerda don Antonio, que desde la cercanía y la sencillez con la que siempre afronta cualquier pregunta, aborda los principales desafíos a los que se enfrenta la institución básica de la sociedad en nuestro país: desde la crisis demográfica a la nueva reforma legislativa sobre el aborto.

-Ya son siete las ediciones de esta celebración. ¿Por qué hay quien sigue viendo en la Fiesta de la Familia la reivindicación de algo «caduco»?

-¿Puede ser considerado caduco algo tan vital como la familia, el verdadero y único camino para el hombre y su futuro? La familia es la realidad más fundamental en la vida de una persona y lo será siempre; además, es la realidad social más relevante. En ella está el futuro. Por eso, la familia es, ha sido y será siempre la realidad más actual. Lo de menos es que sea la séptima edición de una celebración en la madrileña plaza de Colón. Lo verdadero e importante es que celebrar la familia siempre es una llamada a cuidarla, mantenerla, protegerla, quererla, defenderla y vivirla como el gran don que los hombres recibimos, en la que nacemos y nos desarrollamos.

-El Papa Francisco ha instado a promover «la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, más allá de los prejuicios y de las ideologías». ¿Cuáles son esos desafíos que hoy amenazan a esta institución?

-Son muchos los desafíos, pero destacaría la urgencia de mostrar, recuperar, fortalecer la verdad, la grandeza y la belleza de la familia. Y esto, ante su amenaza más de raíz hoy, que es la pérdida o debilitamiento en la conciencia social de la verdad de la familia –consiguientemente de su grandeza y belleza–, asentada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, como unión de amor estable e indisoluble, abierta a la vida. Es el desafío de superar los prejuicios e ideologías contra la familia, al mismo tiempo que se muestra con los hechos la maravilla y la necesidad total de la familia. Sin la familia las cosas no van. La institución familiar, perteneciente a la gramática de la existencia humana, se ha convertido en blanco de contradicción: por una parte es la institución más valorada por los jóvenes y, al mismo tiempo, se ve sacudida y amenazada. Fortalecer, proteger y ayudar a la familia es la cuestión social y política más urgente e inaplazable.

-En plena llamada a la nueva evangelización, ¿qué papel juegan las familias para hacer presente en el día a día esa «Alegría del Evangelio» que invita a compartir Francisco en su exhortación apostólica?

-Vivir y participar de la realidad de la familia en su verdad y belleza, testimoniar lo que la familia es ya, de suyo, una buena noticia; la familia, conforme Dios la quiere, es ya obra de evangelización, anuncio gozoso del Amor que llena, salva, plenifica y humaniza. El camino de la familia, imprescindible para el hombre y su logro, está unido a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida de todo hombre que viene a este mundo. Por eso, la familia que es fiel a sí misma es ya evangelio y anuncio de esperanza de una humanidad nueva. La familia, para la Iglesia, para el mundo, para la sociedad, junto con la defensa de la vida debiera ser la prioridad del milenio en el que nos encontramos. En la existencia del hombre, en sus gozos y sufrimientos, lo más determinante es la familia. En la familia cada uno es reconocido, respetado y valorado en sí mismo. En la familia es donde el hombre crece, y donde todos aprendemos a mirar y a comprender el misterio del amor y de la vida y a ser personas, aprendemos el arte de vivir. La familia, santuario del amor y de la vida, existe para que cada persona pueda ser amada por sí misma, y aprenda a darse y a amar; en ella el hombre vive la gran experiencia del amor, de la confianza, de la gratuidad, el gozo de vivir. Cierto, todo esto es gozo del Evangelio, manifestación de Dios que es amor y quiere que el hombre viva y sea amado. La alegría de vivir la grandeza, belleza y verdad de la familia no puede encerrarse, se comunica y alienta a seguir con esperanza y confianza este camino. Por eso, qué bueno es el lema de este año «Familias para el mundo», porque el mundo cambiará y se renovará por las familias.

-La natalidad ha bajado en España un 18,5% desde 2008. ¿Considera alarmante esta situación? ¿Un país sin niños es un país sin futuro?

-Muy alarmante. Una sociedad sin hijos es una sociedad sin vida, y sin futuro, mortecina y encaminada a la muerte, incapaz de desarrollo; sin la alegría, la sonrisa y la confianza de los niños, ¿dónde vamos? Pero, incluso hasta en el plano económico: ¿quién está salvando la crisis económica?, fundamentalmente la familia, en su unidad de hijos, padres, abuelos... cuando esto desaparezca o se debilite, habrá fuerzas y resortes para salir de una crisis, ¿o nos precipitaremos en una crisis más honda y sin salida? El invierno demográfico que padece España es mucho peor y de más largo alcance que la crisis económica.

-Esta fiesta de la familia coincide este año con una nueva reforma legislativa sobre el aborto. ¿Por qué la defensa de la vida genera siempre una batalla política entre los derechos de la mujer y los derechos del no nacido?

-¿Se puede hablar de derechos de la mujer contra el derecho primero e inviolable a la vida? Por eso, me parece muy acertado que la nueva legislación a la que se refiere sea una legislación para proteger al nasciturus, para proteger la vida. Si queremos futuro y una sociedad asentada sobre el derecho, que es lo mismo que decir asentada en la verdad y en los derechos fundamentales inscritos en la gramática humana, es urgente, apremiante, apostar por la vida, proteger y favorecer la vida. Creo que estamos ante un paso del que hay que felicitarnos todos. Hemos de superar la falacia política de que los derechos del no nacido se contraponen a los derechos de la mujer; es necesario superar esta falacia, ideológica, sin duda.

-A menudo son muchos los que buscan asociar la defensa de la vida sólo con la religión y la Iglesia. ¿Se olvida, como apunta el Santo Padre en la exhortación apostólica, que «esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano»?

-Si cae el derecho de la vida por nacer, caen todos los demás derechos; si no se guarda el derecho fundamental de la persona a nacer una vez concebida, si se puede ir contra la persona –porque eso supone no respetar la defensa de la vida por nacer– ¿en qué nos apoyamos para vivir, para buscar el bien común, para construir un futuro asentado sobre los derechos humanos, cuyo sujeto es la persona humana?. Si no se reconoce la persona humana y la vida no nacida, ¿se van a respetar otros derechos? ¿De quién y por quién? Otra falacia que hay que superar es el llamado «derecho a decidir» sobre la vida de otro, porque el no nacido es «otro».

-Otro de los dramas de la sociedad actual es el hecho de que cada vez más ancianos viven solos, lejos de sus familias. ¿Cree que es sintomático de una sociedad que se olvida de sus mayores, de sus raíces?

-Una sociedad que se olvida, arrincona y no cuida en todos los órdenes, como se merecen, de los ancianos, es una sociedad injusta, egoísta, que se autodestruye, se empobrece y se incapacita para tener raíces y fundamento; una sociedad sin fundamentos ni raíces se aboca al fracaso. Pero, más aún, una sociedad que no ofrece todo lo que tiene a sus mayores es una sociedad desagradecida, y donde no está el agradecimiento claramente está la violencia, la agresión, y tantas otras cosas de las que nos quejamos. Además no podemos permitirnos el lujo absurdo de prescindir de la sabiduría de nuestros mayores: somos gracias a ellos, somos lo que somos gracias a ellos, ellos nos lo han entregado todo y nos han legado lo mejor: la vida, su fe, todo.

-Entre quienes darán su testimonio en la plaza de Colón el domingo 29 se encuentra una pareja de jóvenes. Si les tuviera en frente, ¿cómo les animaría a vivir su vida como un matrimonio ante los peligros que pueden surgirles en la convivencia del día a día?

-Nada hay más hermoso ni más valioso que el amor, el amor verdadero; permanecer en ese amor es lo más grande y donde se puede ser verdaderamente feliz sin limitación de tiempo. A los matrimonios jóvenes, a las jóvenes parejas que se acercan al matrimonio, siempre les digo que edifiquen su matrimonio sobre la roca firme de Jesucristo, sobre la fe y el seguimiento de Él, sobre la escucha de su palabra, sobre la participación en la Eucaristía y en los sacramentos, sobre la oración y la plegaria; cuando, con sencillez y sin complicaciones, con toda naturalidad se vive esto, se edifica sobre el amor que es Jesucristo, sobre la unidad que proviene del amor que es Él: Él está en medio de ellos posibilitando que ese amor dure, que se comparta, que se pueda dar el perdón, que no se lleve cuentas del mal, que se disculpe siempre. Hay que animar a los jóvenes cristianos a que vivan así; serán estímulo para otros matrimonios, sus hijos se beneficiarán de este amor, crecerán y madurarán como personas.

-Esta celebración, de alguna manera, nos pone en camino para el Sínodo de las Familias de 2014, en el que se abordará, entre otros asuntos, la realidad de los divorciados. ¿Cree que la Iglesia ha afrontado con esta realidad a través de programas pastorales adecuados?

-El Sínodo de 2014, sobre todo, abordará la verdad, la belleza y la grandeza del matrimonio y de la familia, y ofrecerá vías y caminos, respuestas cada vez más adecuadas a lo que es la pastoral de los matrimonios y de las familias. No podemos ni debemos soslayar la realidad de los divorciados; pero no podemos reducir a esto la gran amplitud y riqueza del tema planteado ni aislarlo de ese conjunto.

-¿Considera que las comunidades parroquiales tienen que hacer un mayor esfuerzo para que estas personas se sientan dentro de la Iglesia y no fuera?

- Siempre se pueden y se deben hacer todos los esfuerzos que sean necesarios en favor de estas personas. Juan Pablo II, en su Exhortación Apostólica sobre las Familia, señaló criterios y caminos de gran alcance no suficientemente conocidos o puestos en práctica.

Santa Teresa merece que el Papa venga a España en 2015»

«Para vos nací». El 28 de marzo de 2015 se cumplen 500 años del nacimiento de la santa española más universal: Teresa de Jesús. Un acontecimiento de tal magnitud que desde hace varios años se vienen poniendo los cimientos para su celebración. Esta misma semana se constituía la Comisión Nacional para este V Centenario. Presidida por la Vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, Soraya Sáenz de Santamaría, puso de relevancia la vigencia de la impronta de la doctora de la Iglesia y reformadora del Carmelo, además de ver la efeméride como un argumento de peso para «proyectar la cultura española en el marco internacional». Don Antonio Cañizares conoce a fondo a la mística. Entre otros motivos porque la capital abulense fue su primer destino como obispo entre 1992 y 1996, y allí impulsó además la creación de la Universidad Católica de Ávila. Por eso no duda cuando se le pregunta si considera esta cita el motivo perfecto para que el Papa Francisco visite España. «¡Ojalá!. Espero que venga. Santa Teresa lo merece y seguro que está muy empeñada en su venida; lo ponemos en manos de la Santa, y lo que se pone en sus manos sale adelante, es una buena defensora y protectora: necesitamos mirarla y aprender de ella, las cosas serían muy distintas. En suma deseo y espero que venga, y, si puede, lo hará. Sería una ocasión muy hermosa y significativa que viniese con este motivo a España, a la que tanto quiere».