Religión

¿Un «cheque escolar» para financiar los colegios católicos?

El presidente de los obispos, Juan José Omella, recrimina a Gobierno y autonomías los recortes a los centros concertados

Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal.
Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal.Jesús G. FeriaLa Razón

Con la legítima propiedad de las inmatriculaciones aclaradas, el fin de la exención del pago del ICIO y el mano a mano con el Defensor del Pueblo por la crisis de los abusos, la Iglesia es ahora la que da un paso al frente para pedirle cuentas a Moncloa y a los Gobiernos autonómicos. A saber: que deje de asfixiar a los colegios católicos con la merma en los fondos que se destinan al sistema actual de conciertos que creó Felipe González.

Fue la reivindicación que planteó ayer por la mañana el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, en la apertura de la Asamblea Plenaria de primavera de los obispos, que se reúne esta semana. El cardenal arzobispo de Barcelona sugirió una fórmula alternativa: «¿No podría ser el cheque escolar la verdadera neutralidad y libertad que pedimos a la Administración competente?». El purpurado echó en cara que el actual sistema que afecta a 2.419 escuelas eclesiales concertadas que ahorran al Estado 3.895 millones de euros, hace que esté «siempre en riesgo de ser recortado o de sufrir arbitrariedades». Así, expuso que «algunos estados europeos financian abierta y completamente la educación de los niños y adolescentes en la escuela escogida por sus padres, sea cual sea la titularidad de la misma –pública o privada-, el modelo educativo y la confesión, religiosa o laica, de las mismas».

En esta misma línea, apuntó que «el Estado no puede olvidar su deber de respetar el principio de subsidiariedad», exigiendo la libertad de elección centro y neutralidad de las administraciones. A la par, aprovechó para lanzar otro recado al Gobierno sobre sus planes de educación afectivo-sexual que, según Omella, abandera «las ideologías de género».

Pero no fue el único asunto de fricción con Moncloa que abordó el cardenal en su alocución. Así, defendió el derecho a la vida frente a la condena de las leyes del aborto y la eutanasia, y subrayó la necesidad de salir al rescate de la dignidad de migrantes, enfermos mentales y ancianos.

En clave interna, con sutileza, el presidente de los obispos pareció instar a sus hermanos en el Episcopado a respaldar con más determinación la «conversión pastoral y misionera» que marca el Papa para ser una «casa paterna en lugar de aduana». Es más, les recordó que «no es el momento de la apologética, sino del amor y la misericordia».

Durante su discurso, el purpurado volvió a entonar un «mea culpa» sobre la lacra de la pederastia, a la par que sacó pecho del camino que viene recorriendo la Iglesia hasta tal punto de plantear que está dispuesta a «liderar esta lucha en toda la sociedad». Omella se quedó ahí, pero el nuncio vaticano Bernardito Auza desveló que los obispos aprobarán en estos días una instrucción que aglutinará toda la normativa antiabusos vaticana y local. En su turno de palabra, el diplomático destapó este proyecto que ve la luz, tras varios años de trabajo con idas y venidas a Roma.