Ciencia

Algas: Las madres de la vida compleja en la Tierra

Investigadores australianos descubren el paso definitivo que dio la biología para que surgieran los primeros animales

El origen de las algas debió de ocurrir en algún momento entre hace 1.900 millones y 900 millones de años
El origen de las algas debió de ocurrir en algún momento entre hace 1.900 millones y 900 millones de añoslarazon

Investigadores australianos descubren el paso definitivo que dio la biología para que surgieran los primeros animales.

Todo se lo debemos a las algas. Eso de estar aquí leyendo el periódico en medio del ferragosto o lo que queda de él no es algo común en el Universo. De hecho, en este planeta Tierra es en el único lugar conocido del cosmos donde eso sucede. Es decir, es el único mundo que alberga vida animal, incluyendo la especie animal de los lectores veraniegos de periódicos. Y realmente la ciencia no ha sabido muy bien por qué. Se conocen los rudimentos básicos del origen de la vida, el trazo gordo de cómo surgieron las primeras moléculas orgánicas y de ellas los microorganismos pioneros. Y se sabe como es obvio que en algún momento comenzó la vida a hacerse cada vez más compleja, más grande, más organizada. Surgieron los animales y la gloriosa cadena de evoluciones que llega hasta la biodiversidad de hoy. Pero, ¿por qué? ¿qué hizo que los primigenios organismos unicelulares y microscópicos comenzaran un camino que terminaría por poblar la Tierra de seres tan dispares como el mosquito, el elefante, la ameba, el tucán o el lector de periódicos contemporáneo?

La revista «Nature» publicó ayer un bello trabajo que puede ayudar a responder a esta pregunta. Se trata del estudio liderado por Jochen Brocks, de la Universidad Nacional de Australia, sobre la composición química de las rocas sedimentarias en el centro de la gran isla de las antípodas. «Hemos machacado algunas de esas rocas, las hemos convertido en polvo y hemos extraído moléculas de algunos organismos arcaicos de ellas», dice Brokcs, como si fuera fácil.

Las moléculas en cuestión revelan que algo interesante comenzó a suceder hace 650 millones de años, una auténtica revolución en los ecosistemas que cambió el panorama triste, aburrido y estable de la vida primitiva: una invasión de algas.

Según Brocks, el auge de las algas desactivó uno de los más dramáticos fenómenos en cadena de la historia geológica. Los hechos pudieron ser más o menos, como sigue: 50 millones de años antes de esa revolución, es decir, hace unos 700 millones de años, la Tierra era una gran bola de hielo. Había gigantescos glaciares que cubrían la mayor parte de su superficie. El movimiento de las lenguas de hielo sobre la roca erosionaba la corteza y extraía grandes cantidades de minerales nutrientes. Cuando las temperaturas aumentaron y los glaciares se fundieron suministraron todos esos nutrientes al suelo. Los ríos gigantescos barrieron las montañas para verter el alimento mineral a los océanos.

El mar en esas circunstancias fue todo un paraíso para las algas: estaba lleno de nutrientes y presentaba temperaturas más hospitalarias. Así fue como se produjo una vital transición entre un océano habitado sólo por bacterias y uno en el que dominaban las formas más complejas de vida creadas hasta entonces: las algas. Y las algas no fueron otra cosa que una factoría de energía. Capturaban la energía del Sol y de los minerales y la convertían en materia comestible para otros seres. Fueron la base de alimentación de animales superiores: pequeñas píldoras vegetales de vida a disposición de todo aquello que se moviera por ahí.

Los relojes biológicos determinan que el origen de las algas debió de ocurrir en algún momento entre hace 1.900 millones y 900 millones de años. Pero el fitopláncton no suele dejar registro fósil, con lo que es muy difícil saber la fecha exacta de ese acontecimiento y cómo evolucionaron las especies de alga después de aparecer. Pero sí es posible observar el resto químico que han dejado otras especies en la roca. Por ejemplo, la casi imperceptible huella dejada por los lípidos de las membranas celulares, una especie de huella dactilar que las células depositan cuando caen en una roca. Los científicos, mediante tecnologías muy avanzadas, pueden leer esa huella. Y esa huella da pistas fundamentales sobre el comportamiento de las células, su alimentación y su convivencia con otras tipologías de vida. Un especie eucariota (que tiene células con núcleo diferenciado y membrana) debió de engullir una primitivísima cianobacteria hace cerca de 1.000 millones de años, y el acto dejó su huella en la roca.

Más tarde, huellas similares, las ahora descubiertas en Australia, demuestran que hubo un momento en el que las algas se convirtieron en el alimento principal de la vida desbancando a las bacterias simples fototrópicas. Eso ocurrió hace unos 650 millones de años. De no haber acontecido ese sorpasso el océano no habría sido capaz de producir alimento suficiente como para activar el cambio a formas de vida más avanzadas. Usted y yo, seríamos hoy, bacterias.