Londres
Desigualdad de genes
Durante la gestación se forjan condiciones de las que dependen el desarrollo futuro de enfermedades como la esquizofrenia.
Un nuevo estudio llevado a cabo por científicos del King`s College de Londres y la Universidad de Exeter ha arrojado luz sobre los acontecimientos que le suceden al cerebro humano en su rápida expansión prenatal dentro del vientre de la madre. Ése es el momento de nuestras vidas en el que más rápidamente se desarrollan las neuronas y cada vez más evidencias científicas demuestran que en ese instante se forjan algunas condiciones de las que depende la evolución futura de ciertas facultades mentales o incluso de enfermedades neurológicas.
El primer y sorprendente hallazgo de este estudio es que existe una clara diferencia en la llamada metilación del ADN entre el cerebro de los niños y de las niñas, lo que contribuye potencialmente a una distinción en el comportamiento, las funciones cerebrales y la propensión a enfermedades entre ambos sexos.
La metilación es un proceso por el que el ADN adquiere determinadas propiedades no genéticas que influyen en la expresión de los genes. Una especie de plantilla externa que regula cómo se comporta nuestro ADN. Se sabe que este proceso es clave en el desarrollo del embrión. Los investigadores conocen que hay ciertos interruptores epigenéticos que dirigen el modo en el que se desarrollan las células y los tejidos y que ayudan a diferenciar las células cerebrales de las del resto del cuerpo. Todo tenemos la misma estructura química en nuestro ADN, pero el modo en el que esa estructura se despliega es personal y está regulado por esos interruptores.
El periodo prenatal es un momento de gran efervescencia en ese sentido. Se están esbozando las estructuras cerebrales que condicionarán el resto de nuestra de vida. La intención de el citado estudio era conocer si en ese periodo es posible detectar precozmente signos que alerten de futuras enfermedades como el autismo o la esquizofrenia.
Para ello utilizaron muestras de ADN de 200 individuos tomadas entre 23 y 184 días después de la concepción. Eso dio lugar a poder estudiar hasta 400.000 regiones distintas del ADN. En el 7 por 100 de ellas se detectaron cambios significativos debidos a la metilación y curiosamente, el tipo y la cantidad de esos cambios difiere entre varones y mujeres.
Cuando un gen está activado (técnicamente decimos que se «expresa») comienza su función de producir proteínas y estas proteínas activan el desarrollo de nuestros tejidos, órganos, células, hormonas... Durante la metilación se decide qué genes se activan y cuáles no, es decir, se determina la mayor parte de lo que vamos a ser en el futuro. En realidad la metilación es el proceso de «apagado» de un gen mediante la inserción de un grupo metilo en su estructura química que bloquea la activación.
La suma de genes activos e inactivos determina muchas cosas: desde el color de los ojos a la propensión de padecer una enfermedad. Ahora se ha descubierto que una pequeña parte de ese proceso es específico de cada sexo. La metilación varía según el feto sea niño o niña. El resultado es muy importante, no porque permita establecer que el cerebro del hombre y la mujer son sustancialmente distintos, sino porque puede ayudar a entender por qué algunas enfermedades relacionadas con el desarrollo de este órgano son más habituales en un sexo que en otro. Por ejemplo hay cuatro veces más niños autistas que niñas autistas. Quizás la razón y, por ende, la primera pista para la prevención puede estar en esa clara desigualdad de género en los primeros pasos del desarrollo genético.
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