Astronomía
El viejo globo terráqueo español que escondía un planetario
El Museo Whipple de Historia de la Ciencia de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) conserva una de las mejores colecciones de globos terráqueos del mundo. Los hay creados para ayudar a los marinos en sus navegaciones del pasado pero la mayoría fueron construidos para solaz de los poderosos que, a modo de El Dictador de Chaplin, creían así tener el mundo en sus manos.
Pero entre todos ellos hay uno de apariencia discreta, su diámetro apenas llega a los 25 centímetros, que esconde toda una enciclopedia en tres dimensiones en su interior. En el museo lo llaman Wh5892, es español y fue creado hace más de un siglo para enseñar las maravillas de la ciencia a un niño.
"Es algo único, no hay otro globo terráqueo como éste, con un planetario dentro del propio globo", dice Sebastian Falk, del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia de la universidad británica. Falk recuerda que es muy raro encontrar un globo terráqueo español. "Hasta después de la Guerra Civil, apenas se fabricaron en España". Sólo hay cuatro o cinco anteriores a esa fecha en todo el mundo. Pero Wh5892 es diferente a todos tanto por lo que esconde dentro como por el misterio que lo rodea.
A diferencia del resto de globos de la colección, en este se puede levantar todo el hemisferio norte. Entonces se descubre un pequeño planetario en el centro de la esfera, con sus planetas y su Sol en el medio. Un engranaje permite estudiar el movimiento del sistema solar. En la base de este engranaje, unos discos muestran información sobre los meses, las estaciones o los signos del zodíaco.
"El mapa del exterior es muy normalito, pero dentro hay bellas ilustraciones y textos sobre geología, geografía, astronomía e historia natural", describe el científico británico, que se graduó en español en Cambridge.
Para completar esta enciclopedia en tres dimensiones de hace un siglo, las paredes interiores del globo están repletas de información científica ilustrada. En las del hemisferio sur, aparecen textos y pasajes de historia natural y del hombre. Hay mamuts, volcanes en erupción o imágenes de dinosaurios. En las del norte, están los últimos datos conocidos por la astronomía de aquel tiempo.
"Es un objeto fascinante, que te hace sentir como un niño, jugando con un juguete. Viéndolo, te dan ganas de pegar la cara para ver todos sus detalles y es imposible no jugar con él, ya que las instrucciones impresas en el interior te dicen todo lo que puedes hacer", dice Falk.
En un ensayo sobre el globo terráqueo español que publicará en una próxima edición de Globe Studies, el investigador plantea dos hipótesis sobre su función: o un juguete para que los padres de las clases medias se lo regalaran a sus hijos por Navidad o un instrumento pedagógico para una clase. Lo que tiene claro Falk es que se fabricó para los niños.
El investigador plantea la posibilidad de que se tratara de un prototipo que, por alguna razón, nunca llegó a producirse de manera masiva. En aquella España de entre siglos, movimientos como el de la Regeneración o las tesis de la Institución Libre de Enseñanza pusieron todas sus esperanzas en la educación de los futuros españoles para sacar a España del letargo en que llevaba siglos sumida. La apuesta por una escuela universal y moderna, donde la interacción entre alumnos y profesores sustituyera al estilo tradicional de enseñanza pudo ser vista como una oportunidad por algunos fabricantes y comerciantes para crear nuevos artefactos pedagógicos como podía ser un globo terráqueo al que los niños podían asomarse y trastear.
Sin embargo, hay un detalle que parece indicar que solo se hizo para un niño. El planetario conserva la esfera de la Tierra y otros tres discos. Uno, aún con su dibujo original, está descrito como Júpiter, otro ha perdido toda la impresión pero hay un tercero anaranjado y con la palabra SOLO garabateada a mano, como si el pequeño hubiera querido identificar al Sol. Una gamberrada así no parece probable que hubiera sido permitida por un profesor.
El misterio de su origen
El origen español del globo terráqueo no es del todo evidente. Aunque el mapamundi del exterior y la información del interior aparecen en castellano, nada impide pensar que fuera un encargo a alguno de los fabricantes alemanes o austríacos que, entonces, dominaban el pujante mercado de estas esferas geográficas.
Sin embargo hay detalles que refuerzan la españolidad del artilugio. De forma casi caprichosa, el meridiano central que destaca pasa por Madrid. Además, en la zona del Océano Índico, donde aún hoy se coloca la leyenda, aparece un sello en el que se puede leer: Globos Planetarios con patente. Benjamín Tena-Villafranca del Cid (Castellón).
"No sabemos nada en absoluto sobre Tena. He buscado en los directorios y catálogos de fabricantes de instrumentos y no he encontrado nada", explica Falk. Tampoco aparece en las bases de datos del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología ni en la de la Universidad de Valencia. "Puede que él no fabricara el globo, sólo que lo vendiera. Entonces era común que los vendedores pusieran su propio sello en los globos", añade. Sin embargo, dentro de la esfera aparece otro sello que dice: LIT J. Ortega- Valencia. La imprenta J. Ortega, que sobrevivió hasta 1994, era una especialista de la cromolitografía usada en Wh5892 a comienzos de siglo. "Yo apuesto por que este globo era probablemente un prototipo hecho por un fabricante de juguetes español, pero basado en ejemplos importados de Europa Central", apunta Falk.
Para determinar la fecha de su fabricación Falk realizó varias maniobras de aproximación. Analizando los textos del interior, pudo observar que aparecen palabras de una sola letra (a, o) acentuadas, una práctica común antes del siglo XX, pero que perdió vigencia a partir de 1910. También aparecen extranjerismos como mammouth o porcion(por mamut y porción), que no tomaron su actual forma hasta finales del siglo XIX. Hay otro detalle en la enciclopedia que ayuda a afinar la puntería. Entre las nueve lunas que se le adjudicaban entonces a Saturno (hoy sabemos que son unas 200) aparece Febe, que no fue descubierta hasta 1899. Es decir, el globo terráqueo no pudo ser fabricado hasta el siglo XX.
Falk analizó entonces los datos que aparecen en el mapa. En él se dibuja una frontera entre Noruega y Suecia, países que hasta 1905 era una única entidad política. Además, aparece el imperio chino, que no colapsó hasta 1911.
Estos y otros detalles geopolíticos permiten al investigador británico aventurar la fecha de 1907 como la de la fabricación de este fascinante globo terráqueo español que Falk llama Enciglobedia. Porque para él, el viejo globo terráqueo español, más que un juguete, es un símbolo de aquellos nuevos tiempos: "Creo que encaja claramente con las nuevas tendencias, las ideas de Giner de los Ríos, las Institución Libre de Enseñanza y demás. Estas tendencias promovían la educación como una herramienta para la Regeneración de España".
Pero también es un símbolo de un fracaso. Sólo se fabricó uno y se perdió en el tiempo. Nada se sabe de lo que pasó con Wh5892 desde 1907 y hasta que el Museo Whipple se lo compró a un comerciante hace unos años. Éste, a su vez, lo había adquirido en una subasta en Estados Unidos en 2002, pero ahí se pierde la pista ¿Cómo llegó el globo a ese país? Nadie lo sabe. En una conferencia en Valencia el pasado mes de noviembre, se apuntó la posibilidad de que saliera de España tras la Guerra Civil. Quizá, aquél niño que pintarrajeó el Sol tuvo que exiliarse ya siendo un hombre.
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