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Alimentación

Cómo evitar que las comidas con nuestros hijos sean una batalla

Hay varios factores que podrían influir a la hora de que el niño rechace la comida

Recomendaciones para los padres ISCTOK

Hay fases en la crianza de un hijo que pueden resultar especialmente sensibles o difíciles para los padres puesto que se relacionan con su alimentación, clave o pilar fundamental para su desarrollo. Es probable que si la hora de la comida se ha convertido en una lucha continua con tu hijo, el pequeño rechaza los alimentos y siempre quiere comer lo mismo, te vuelvas loco y no sepas qué hacer. Mas allá de preocuparte por la salud y el desarrollo de tu hijo, conocer algunos puntos básicos te ayudarán en esta tarea.

La doctora Carmen Miranda, del Servicio de Pediatría del Hospital Ruber Internacional de Madrid, aporta unas ideas clave además de: “paciencia y consistencia”. Tal y como afirma, que el niño no quiera comer, en ocasiones, solo representa una fase del desarrollo que suele pasar rápido.

Desde este punto de vista mantiene que hay varios factores que podrían influir a la hora de que el niño rechace la comida:

1. Diferentes patrones de crecimiento; el patrón de crecimiento de los niños cambia en los primeros años de la vida ajustándose los requerimientos calóricos y como consecuencia la cantidad de alimento a comer, a este patrón. El crecimiento más rápido en el primer año llevará asociado una demanda mayor de calorías, que en el segundo y tercer año de vida donde el crecimiento es más lento.

2. Cambios en el apetito. Los menores tienen menos necesidades calóricas pero además presentan desinterés por la comida ascoiado a la negativa a probar cosas nuevas con la alimentación, sobre todo.

3. Percepción de sabores y de texturas, ya que empiezan a explorar el mundo que hay a su alrededor, y experimentan que hay texturas y sabores que les son agradables, mientras que otros no; y a partir de ahí recuerdan lo que les gusta y lo que no.

Como manejar esta situación

En este sentido, la doctora Miranda hace gran hincapié en que nunca se debe obligar/ forzar a los niños a comer, ni utilizarla como castigo, porque con este ‘modus operandi’ más que nada podemos conseguir el objetivo contrario al deseado, y es que rechacen los alimentos y el momento de la comida

Partiendo de esta idea, esta pediatra de Ruber Internacional aporta las siguientes recomendaciones para aquellos padres que a día de hoy se ven inmersos en esa batalla por que su hijo coma:

1. No forzar al niño a comer, y que éste autorregule la cantidad a comer.

2. Los niños aprenden del ejemplo de sus padres que, si comen de forma variada y equilibrada, es más probable que los hijos los imiten sin necesidad de presionarlos.

3. Variedad, existen varios múltiples opciones de los mismos grupos de alimentos; los padres deberemos elegir aquellos que sabemos les gusten más por su consistencia, color y sabor.

4. Optar en muchas ocasiones por las presentaciones en platos coloridos y atractivos.

5. Sin sustitución. Serán los padres quienes decidan los alimentos a comer. Cuando se presente el primer plato y tras un tiempo estipulado si lo rechazan pasaremos al segundo, pero nunca daremos otras opciones antes de terminar la comida.

6.Tiempo. Las comidas o los plazos entre plato y plato no pueden ser eternos, y deben ser establecidos por los padres y verbalizado a los niños según las edades; no obstante, generalmente, cada plato puede tenerse en la mesa de 15 a 20 minutos. Lo que no se ha comido pasado ese tiempo debe retirarse de la mesa sin amenazas y a ser posible sin juicios de valor.

7.Tener horarios fijos para las comidas ayuda a los niños a anticiparlas.

8.Evitar el picoteo previo, mejora su disposición a comer

9.Familia. La comida debe ser un momento distendido, agradable, donde todos los miembros compartan las vivencias de ese día. Durante la comida no debe haber pantallas, ni dispositivos de otro tipo. Será entonces cuando la comida se convierta en una fiesta.

10. Involucrar a los niños en la preparación de los menús, de los platos, aumentará la probabilidad de que quieran probar lo que han ayudado a cocinar.

“Esto es sólo una fase del desarrollo, paciencia, consistencia y buen ambiente en la mesa harán que esta fase pase rápido”, concluye la doctora Carmen Miranda, del Servicio de Pediatría del Hospital Ruber Internacional de Madrid.