México
Series «a la carta»
Va a por todas. En Estados Unidos Amazon Studios quiere entrar en la primera división del sector audiovisual con la producción y exhibición de series propias que se emitirán en su plataforma. Después de testar el capítulo piloto y ver la acogida que tenía entre los usuarios, el próximo 15 de noviembre estrenará en la red «Alpha House», su primera ficción. El reparto de esta comedia lo encabeza John Goodman («Roseanne») y la trama no puede ser más irreverente: la política se calza las zapatillas de estar por casa, ya que cuatro senadores inadaptados se convierten en compañeros de piso en Washington. Allí comparten los escándalos y las locuras que se viven en el epicentro de la política estadounidense.
La estrategia de Amazon pasa por captar usuarios con la máxima rapidez posible. Para ello, ofrecerá los tres primeros capítulos gratis y en abierto. Después cierra el grifo para asegurarse la rentabilidad del negocio y lanzará un nuevo episodio cada semana «para que los clientes puedan hablar sobre ellos y así aumentar la expectativa», afirmó recientemente Roy Price, director de Amazon Studios. La revista «Variety» publicó el presupuesto de la producción: cada episodio costó entre uno y dos millones de dólares, un coste asumible, aunque todo depende de la recepción que tenga entre los espectadores. Amazon se guarda en la recámara otro estreno, sólo una semana después de debutar con «Alpha House» el gigante de internet lanzará una nueva ficción: «Betas», una serie ambientada en Silicon Valley que abordará el mundo de las «startups» –empresas que están comenzando–.
Producciones propias
Con los dos estrenos programados para noviembre, y otros tres proyectos futuros de los que se han dado pocas pistas, la empresa fundada por Jeff Bezos demuestra que su departamento de producciones propias ha puesto en funcionamiento toda la maquinaria para meterse de lleno en la industria audiovisual. Y lo hace de una forma similar por la que en su día apostó Netflix, el portal sobre el que están puestas todas las miradas que buscan encontrar el futuro de la televisión, y más desde que el pasado septiembre su serie estrella, «House of Cards», fuera galardonada con el Emmy al Mejor Director (David Fincher, autor de títulos cinematográficos como «Seven», «El club de la lucha» y «La red social»). Con este reconocimiento y con la calidad de sus producciones, que han intentado equipararse a las grandes series de los canales en abierto y de pago de Estados Unidos –más concretamente HBO, que encarna la excelencia dentro de este sector–, Netflix se ha situado en primera fila. Algo que se podía intuir desde el momento que se conocieron los nombres por los que apostaron a la hora de formar el reparto, con nombres como Kevin Spacey, Robin Wright y Kate Mara, que garantizaron la popularidad de la serie, que se centra en la ambición de un congresista estadounidense que no duda en saltarse los límites con el fin de lograr sus propósitos. Una trama que ha enganchado al espectador y de la que ya se espera una tercera temporada, aun habiendo anunciado recientemente la segunda. Junto a «House of Cards», la plataforma ha creado otros productos como «Arrested Development», «Hemlock Grove» y «Lillyhammer», que ya cuentan con el respaldo de la audiencia.
No deja de llamar la atención que tanto Amazon como Netflix hayan optado por poner en el primer plano como protagonistas de sus series a la clase política. Sin duda tenían un buen referente, «El ala oeste de la Casa Blanca», eso sí, prescinden de la hondura dramática y optan por una visión más corrosiva que atraiga al público natural de internet: los espectadores que están en la franja de entre 25 y 54 años de edad.
¿Y cuál es el verdadero éxito de este tipo de televisión? Sin duda la principal ventaja que ofrece es su comodidad: los usuarios tienen a su disposición todos los productos las 24 horas del día con sólo disponer de un ordenador, un «smartphone» o una tableta. Siempre previo pago. La gratuidad total no es viable y por ello estas plataformas han apostado por unas suscripciones que oscilan desde los 69 dólares anuales, que son necesarios para disfrutar de los productos de Amazon, a los 10 dólares mensuales, por los que su competidor ofrece películas y ficciones.
El mercado latinoamericano
La llegada de la televisión «a la carta» a los países de habla hispana está causando una auténtica revolución en la manera de ver las series. Los países emergentes están solicitando las mismas condiciones que se ofertan en Europa, Japón y Corea. El año pasado se contabilizaron 80 millones de suscriptores en Estados Unidos, en portales dedicados a ofertar programación en diferido, mientras que México, Argentina y Brasil juntos apenas suman 35 millones. Pero lejos de deberse a cuestiones de marketing, los costes de la comunicación en línea son los que están dificultando la contratación de la banda ancha necesaria para recibir todos los datos de una conexión de cinco megas, para poder ver una película en calidad de 720 px (aunque la óptima sería de 1080px). De momento se considera un lujo para ciertos sectores de la población.
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