Tecnologías de la Información
Consenso virtual: plataformas digitales para resolver conflictos políticos
La tecnología como base para el diálogo Israel, Chipre o Taiwan ya han desarrollado plataformas en línea para fomentar la resolución de conflictos sociales y políticos.
La tecnología como base para el diálogo Israel, Chipre o Taiwan ya han desarrollado plataformas en línea para fomentar la resolución de conflictos sociales y políticos.
Como casi todo en la vida, una misma moneda tiene dos caras. Al mismo tiempo que la tecnología se utiliza para que rebeldes se comuniquen entre sí, «hackeen» los servicios de información y vulneren sistemas vitales (energía, agua potable, etc.), también pueden ser una herramienta para ponerse de acuerdo.
Las plataformas en línea (desde buscadores, páginas web y redes sociales) y los SMS se pueden usar no solo para transmitir mensajes al instante, sino también para formar relaciones a largo plazo. Muchas ONGs están utilizando grupos en las redes sociales, salas de chat móviles y plataformas de redes para fomentar los intercambios entre grupos que están divididos por líneas de conflicto.
Y es que si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo es en que, en política, cada vez hay una mayor polaridad y para llegar a consensos, el diálogo es imprescindible. A medida que los ciudadanos se polarizan más, las democracias se paralizan más. ¿Qué pasaría si se pudiera encontrar nuevas formas de reunir a los votantes?
Un ejemplo de ello es Israel. El país, en conflicto permanente y pionero en muchas áreas tecnológicas, que ha ideado varias estrategias para resolver problemas políticos usando la tecnología. Connect de Soliya, por ejemplo, es un programa de educación intercultural en línea dirigido a jóvenes que conviven en espacios multireligiosos. Los responsables acompañan a grupos de diez estudiantes que se reúnen en línea para hablar sobre la vida cotidiana y la cultura, pero también sobre temas sociales y políticos controvertidos. De este modo se crea un entorno empático en el que el diálogo es más sencillo.
Otro ejemplo es Chipre, allí el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (UNDP) ha creado una comunidad en línea de personas y organizaciones que trabajan para transformar el conflicto de la isla.
El Brexit, los chalecos amarillos de Francia, Cataluña... todos son espacios en los cuales la tecnología podría ser una alternativa. Y el ejemplo más claro es Taiwan. En marzo de 2014, entre 200 y 300 estudiantes, ocuparon la sede de la asamblea legislativa y el 23 de marzo la sede del ejecutivo. El objetivo era denunciar la aprobación (no debatida) de un acuerdo de libre comercio entre Taiwan y China. El temor de los ciudadanos era que el país comenzara un camino de dependencia total a China y así nació la conocida como el Movimiento Girasol. Una de las líderes de éste fue Audrey Tang (una «hacker buena» o «cracker» que aprendió programación con 10 años, a los 15 desarrolló un buscador de canciones en chino, a los 16 años fundó su primera empresa y a los 19 años trabajó como consultora de Apple). Con este pasado había dos opciones: la cárcel o la solución. Y la respuesta del gobierno de Taiwan fue la segunda y la nombró Ministra Digital. Desde ese momento su objetivo sería diseñar un medio en el que las personas de todas las facciones políticas pudieran expresar sus puntos de vista. La plataforma debía generar un consenso para que el gobierno sancione en nuevas leyes y regulaciones.
La plataforma se bautizó como vTaiwan, (la V significa virtual) y allí todas las partes interesadas pueden deliberar sobre temas polémicos. El sistema utiliza algoritmos similares a los que existen para buscar amigos o proponer anuncios en redes sociales, solo que en vTaiwan hace, primero, una búsqueda de los hechos objetivos de los involucrados. Luego, los usuarios se comunican entre sí a través de una red social específica, que les permite escribir su solución para resolver un determinado asunto. Una vez que se ha alcanzado un «consenso aproximado», se organizan reuniones en vivo o presenciales para que los participantes puedan escribir recomendaciones específicas. El primer uso de vTaiwan se produjo en una situación que también vivió España: regular a Uber. Este servicio se estaba expandiendo rápidamente en Taiwán, lo que generó reacciones por parte de los taxistas, ya que Uber no exigía que sus conductores tuvieran una licencia profesional y no pagaba los mismos impuestos. Pero el crecimiento de esta alternativa se debía a precios más bajos y a una mayor comodidad. Del debate en vTaiwan participaron taxistas, conductores de Uber y pasajeros. La plataforma no tiene una opción de respuesta, reduciendo las posibilidades de la acción de «trolls». Tampoco muestra las publicaciones que dividen, solo aquellas que proponen soluciones. De este modo cada vez eran más los que proponían soluciones.
La siguiente etapa de vTaiwan fue hallar todo aquello que unía a los diferentes grupos. Inicialmente estos eran cuatro (taxistas, conductores de Uber y pasajeros de unos y otros), pero las soluciones en común mostraban que se habían convertido en dos. Al poco tiempo se consiguió que la mayoría de los implicados coincidiera en la mayor parte de las soluciones. Una de ellas, en la que coincidían el 95% era que «el Gobierno debería aprovechar esta oportunidad para instar al sector del taxi a mejorar sus sistemas de gestión y control de calidad para que los conductores y los pasajeros disfruten del mismo servicio de calidad que Uber». Otras tenían que ver con precios competitivos para viajes clave (aeropuertos, estaciones de tren, etc.) y una tercera con un número controlado de licencias.
Es cierto que vTaiwan no se ha probado en un tema como Cataluña, pero sería interesante poder ver, mediante una plataforma similar, las coincidencias de los distintos grupos como camino hacia una solución.
✕
Accede a tu cuenta para comentar