Infancia

La crianza de los niños: ¿de verdad lo hacemos tan mal?

Criar a los niños es una tarea llena de falsas expectativas y mitos que se han transmitido de generación en generación, y que las redes sociales complican aún más

Niño pequeño con rabieta.
Niño pequeño con rabieta.Dreamstime

En numerosas ocasiones hemos escuchado que para criar a nuestros hijos de manera efectiva no existe la perfección. Cada vez más voces insisten en que cada familia debe aspirar, con paciencia, a abrazar sus imperfecciones y a adaptarse constantemente a las circunstancias, con menos imposiciones y más oportunidades para que los niños elijan o participen de aquello que les atañe. Escuchamos menos aquellas frases tan típicas que pronunciaban nuestras madres y abuelas: el “porque lo digo yo”, el “los niños grandes no lloran” o el "porque sí”. El objetivo es aprender a regalar lo más valioso que existe hoy en día: la escucha activa, la empatía y el tiempo. Sin embargo, este empeño, a veces inconsciente, de conseguir la perfección suele guiar la toma de decisiones familiares y constituye un terreno fértil para la gestación y perpetuación de mitos que se enraízan en nuestra sociedad y que perduran durante generaciones respaldados por frases como «yo he criado a cinco».

Porque no, no hay que «sacar» los gases al bebé, el colecho no aumenta la muerte súbita, si le das el pecho no se te caerán las tetas, no hace falta esterilizar los biberones, ni la miel es buena para la tos, ni los mocos verdes necesitan antibiótico, ni la fiebre hay que tratarla siempre, ni el niño tiene que aprender a dormirse solo. Así lo asegura la pediatra Marta Garín en su nuevo libro "Cierra la boquita que te vas a resfriar… y otros mitos absurdos de la crianza" (La Esfera de los Libros). En este libro revela la verdad que hay detrás de algunas creencias y ofrece a los padres las herramientas necesarias para criar a sus hijos de manera informada y compasiva.

“La crianza está llena de estos mitos, de creencias que se han ido transmitiendo de generación en generación. Y, aunque evoluciona como también lo hace la sociedad, hay una parte que tiene mucho que ver con lo ancestral que no cambia y que permite que se perpetúen mitos. Pero ¡ojo! que también creamos nuevos mitos que encuentran su nido en la desinformación, la falta de rigor científico y la velocidad a la que todo avanza. Queremos respuestas y las queremos ya. Y, a menudo, el lugar donde buscamos no es el mejor. Las redes sociales han multiplicado el acceso a una información que no siempre es la más adecuada, y hacen que los mitos se generen y transmitan a la velocidad de la luz”, asegura la doctora.

Y es que Google y las redes sociales influyen enormemente en la crianza. Han permitido que cualquiera puede formarse una opinión respecto a un tema en minutos sin que las fuentes consultadas sean necesariamente adecuadas. “El acceso a información en tiempo real, el poder de teclear cólico del lactante en un buscador y tener acceso a miles de entradas y vídeos y opiniones sobre el tema, lejos de ser una ayuda, a veces se convierte en un problema. Y es que muy a menudo no se tiene en cuenta las fuentes a las que uno acude. En temas en los que antes se recurría a un profesional, ahora se recurre a gente no formada y cualquiera opina de medicina como si la medicina o la ciencia fuese algo opinable. Hoy el criterio de autoridad del que se hablaba siempre para darle veracidad a algo es muy laxo, y la autoridad a menudo se le confiere a gente no formada en los temas que tratan con un montón de seguidores que tienen la posibilidad de crear corrientes de desinformación en segundos y sin salir de casa”, denuncia la pediatra. Y pone como ejemplo un caso que ha vivido en su consulta. “Le explicaba a una mamá que debía cepillar los dientes de su hijo y que, además, debía hacerlo con pasta fluorada 1000ppm. Ella me decía que había leído que eso era malo, que el flúor era malo y que a los niños no hay que cepillarles los dientes con flúor. Pero lo has leído, ¿dónde?, le dije, y me contestó, no sé, en Instagram”.

Mitos más peligrosos

Algunos mitos son inocuos, como la creencia de que una pelusa colocada en la frente del recién nacido puede acabar con el hipo. Sin embargo, otros pueden provocar secuelas importantes en la salud del niño o, incluso, decesos. Es el caso de los collares de ámbar para paliar un supuesto dolor de erupción dental. “Hemos tenido que lamentar muertes debido al uso de estos collares que no solo son del todo inútiles, sino que son terriblemente peligrosos”, lamenta la experta.

Pero si tenemos que elegir los dos ámbitos más fértiles para la proliferación de mitos, estos serían: la vacunación y la alimentación. “Las mentiras que circulan sobre las vacunas consiguen que, a día de hoy, siga habiendo padres que deciden no vacunar a sus hijos de enfermedades prevenibles que pueden ser de una gravedad extrema para su hijo. Pero es que, además, esta decisión de no vacunar a tu hijo influirá en la inmunidad poblacional. Una locura”, asegura la experta. En el ámbito de la nutrición tenemos que hacer frente a ideas como que el cerebro necesita azúcares, que el plátano engorda o que los zumos son sanos. “La nutrición preocupa, y mucho, porque nos enfrentamos a una epidemia de obesidad infantil y hay que aprender a comer bien, formarse en una nutrición básica para poder criar adecuadamente”, indica la doctora Garín.

La fiebre, tu amiga

La fiebre es una constante en los niños. Aunque la fiebre puede ser preocupante para los padres, es importante recordar que, en muchos casos, es un signo de que el cuerpo del niño está trabajando duro para restablecer la salud. Puede considerarse como un síntoma de lucha del sistema inmunológico. En esta batalla activa contra una infección o enfermedad, la elevación de la temperatura corporal es una respuesta defensiva natural que ayuda a combatir los patógenos invasores, ya que muchas bacterias y virus no pueden prosperar a temperaturas más altas.

“La fiebre es tu amiga. Eso es así, guste o no. A pesar del miedo que da la fiebre a todos, no debe tratarse una temperatura sino un estado general. Si el niño está bailando Despechá de Rosalía, aunque tenga 38º, no debemos medicarlo. Lo lleva bien, está bien. Igualmente, si está dormido y tranquilo por la noche, no vamos a despertarlo para darle un antitérmicos. Está confortable. Del mismo modo que sí que vamos a medicar a un niño que está febril, pero se encuentra mal. Hay que acabar con la fiebrefobia con dejar antitérmicos pautados cada cuatro horas sin tener en cuenta si el niño los necesita o no”, insiste la doctora.

Por otro lado, le preocupa la necesidad que de “medicalizarlo todo”. “Si come poco, algo para las ganas de comer. Si duerme mal, algo para dormir. Va a la escuela infantil y enferma, algo para las defensas… A menudo, hay situaciones que se resolverán con un cambio de hábitos y otras que solo las resolverá el tiempo”, resuelve.

La pesada carga de los errores

Hasta la familia más experimentada y formada, en el transcurso de la crianza de sus hijos, experimentará una abrumadora sensación de que no lo está haciendo bien. Se encuentran en un constante estado de autocrítica, convencidos de que podrían haber sido más pacientes, más comprensivos, o haber tomado elecciones más acertadas. Sienten el temor a cometer errores que puedan dejar una marca en la vida de sus hijos. Es importante reconocer que este sentimiento es común y parte del proceso de aprendizaje en la crianza, pero también es crucial recordar que, en su mayoría, los padres están haciendo lo mejor que pueden con el amor y cuidado incondicionales que ofrecen a sus hijos. “La maternidad es una aventura para toda la vida, y os cuento un secreto: al principio, todas estamos perdidas y todas tenemos miedo. Vamos a hacerlo lo mejor que podamos, vamos a ser unas mamás perfectamente imperfectas”, comenta Marta Garín.

Por mucho que hayamos leído, nada será como esperábamos. “Hay que sacudirse las ideas de maternidades perfectas, dejar de visitar perfiles de madres ideales, monísimas, con seis hijos, que tienen tiempo para cuatro extraescolares por niño, escribir un libro, hacer pilates, una sesión de fotos en Disney World, un peeling, una manicura, un especial recetas de Halloween y una fiesta a bordo de un barco. La maternidad es cansada, a menudo te sientes otra. Nos pasa a todas. A todas”, reconoce la pediatra. Y aconseja: “Como madre, cuando te sientas perdida o sola, grita. Busca apoyo incluso en otras madres porque eso que hoy te preocupa me ha preocupado también a mí. Ese error que crees que es imperdonable también lo cometí yo. Por encima de todo en una crianza debe haber amor y de eso les sobra. Lo estáis haciendo bien”.