Desapariciones
Cuando los Quer eran una familia feliz
La desaparición de Diana ha supuesto el último gran mazazo para una familia que ya atravesaba serias dificultades.
La desaparición de Diana ha supuesto el último gran mazazo para una familia que ya atravesaba serias dificultades.
La desaparición de Diana ha supuesto el último gran mazazo para una familia que ya atravesaba serias dificultades. Aunque no todo fueron malos tiempos, como reflejan las imágenes, en las que disfrutaban todos juntos de alguna que otra escapada. Pero desde que sus padres, Juan Carlos Quer y su madre, Diana López-Pinel, pusieran punto y final a su matrimonio, los problemas no dejaron de crecer al mismo tiempo que lo hacían sus hijas. Comenzaba entonces en los juzgados una dura batalla judicial por la custodia de las dos pequeñas y que finalizó esta última semana con una decisión judicial que apartaba a la pequeña de su madre. Mientras la menor sentía una especial debilidad por su padre, con el que compartía mucho tiempo libre, su hermana Diana se decantaba más por su madre, a la que ha dedicado muestras de cariño a través de las redes sociales, como cuando colgó su foto con ella de bebé en la que se podía leer: «A la mejor mami del mundo. Te quiero».
En su comparencencia ante los periodistas para comentar la decisión del juez, Juan Carlos pronunció una enigmática frase que no hizo más que confirmar unas relaciones difíciles: «Esto llega muy tarde. No estaban bien con su madre, sólo recibía de mis hijas llamadas de socorro», dijo a La Sexta. No en vano, la vida de las menores estuvo marcada en parte por los pleitos familiares. De hecho, llamaba mucho la atención que una de ellas llegara algún que otro día a clase vestida de calle, y no de uniforme como correspondía. Al parecer, se debía a las visitas a los juzgados. «¿Por qué estás todo el día allí?», preguntó una amiga cuando regresaba de ver al juez. «Cosas de la vida», respondía ella.
Según cuentan en su círculo cercano, las tensiones en la familia aumentaron significativamente cuando los padres, ya separados, emprendieron nuevas relaciones sentimentales. En especial, en lo referente a la nueva pareja de la madre. Incluso algunos compañeros de clase preguntaban por el elevado estatus económico de éste, que conducía un Lamborghini Gallardo, que, aunque hoy en día no se fabrica, alcanza en el mercado de segunda mano los 150.000 euros. Algo que no pasaba desapercibido entre los amigos. «De todos los momentos que hemos vivido juntos, yo me quedo con lo bueno», dijo la menor a una compañera de clase en otra ocasión.
Según algunos allegados, Diana ya había amenazado con irse de casa. Incluso ella misma, en redes sociales, había expresado su voluntad de perderse durante un tiempo. «Qué bien me vendría desaparecer una temporadita», escribió el año pasado en su cuenta de Twitter. Diana era muy activa en la red social. Y también sincera. No tenía inconveniente a la hora de expresar todos y cada uno de sus estados de ánimo, entre ellos, los motivados por la ruptura con sus parejas.
Tras perder la custodia, la madre de Diana no ha querido exponerse ante los periodistas. «Estoy bastante hundida, triste y destrozada, pero con fe en Dios», escribió en una carta. «Mi corazón no alcanza a entender nada de lo que está pasando a mi alrededor en estos momentos», añadió. Por su parte, su ex marido ha atendido a la mayoría de las peticiones de los medios. Con todo, ayer pidió prudencia ante las nuevas informaciones. «Como indiqué en mi última declaración, la prioridad en este momento es la localización de mi hija Diana. Por ello debemos todos, familia y medios de comunicación, facilitar el trabajo de los investigadores y evitar interferencias en cuestiones, declaraciones, comentarios o hipótesis que nada aportan a la resolución de la desaparición de Diana. Por ello, no voy a efectuar declaraciones hasta tanto no existan avances de mi interés sobre el paradero de mi hija. Agradezco la colaboración prestada y el respeto a la familia», escribió.
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