Gerona

De Magaluf a La Barceloneta

El turismo del exceso es residual y está localizado en siete puntos de la geografía

La Razón
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MADRID- El turismo de salir desnudo a la calle, de beber hasta perder el conocimiento o el que cambia sexo oral por copas está localizado en parte de la costa mediterránea y Baleares. Magaluf (Mallorca), Salou (Tarragona), Lloret de Mar (Gerona), Gandía (Valencia), Ibiza y puntos de Barcelona, como el barrio de La Barceloneta o la localidad de Calella, se han convertido en «puntos calientes» del llamado «turismo de borrachera». Algunos de estos municipios no logran deshacerse de la etiqueta turística que han adquirido y que, sin embargo, para muchos jóvenes extranjeros es la más atractiva o equivalente a alcohol y fiesta descontrolada. Un turismo de este perfil no ayuda a la imagen de algunos de estos municipios, aunque también es cierto que el número de turistas que reúne estas características es muy bajo en comparación con los millones de visitantes que recibe España y que convierte nuestro país en destino turístico mundial de primer orden. Ayer, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, aseguraba que se trata de «casos excepcionales» en la estadística de extranjeros que eligen nuestro país para disfrutar de unos días de vacaciones, aunque por sus excesos se visualicen más y cobren protagonismo en los medios de comunicación por los desórdenes que se generan y los ruidos que alteran el normal funcionamiento en la vida de estas poblaciones.

La localidad barcelonesa de Calella saltó a los medios de comunicación recientemente por la polémica oferta turística que se hizo a jóvenes franceses. Se trataba de la

«Spring Break Espagne» en la que se ofrecía cuatro días de juerga etílica y desenfreno por tan sólo 270 euros.

El paquete promocional incluía el traslado en autocar, tres noches en un hotel de Calella en todo incluido, fiesta de espuma y entrada gratuita a las discotecas con barra libre por la noche. Este destino turístico, situado a 50 kilómetros de Barcelona que trata de consolidarse como un lugar de vacaciones para familias, se ha convertido durante la primavera pasada en destino de «turismo gamberro» para cerca de un millar de jóvenes galos. Tras experiencias como la de este municipio o bien otras más recientes, como la de Magaluf o La Barceloneta, ahora los municipios afectados se plantean nuevas regulaciones o medidas que frenen un tipo de turismo que «ensucia» su imagen.