Diez años y una meta: proteger a la infancia

CaixaProinfancia ha atendido en una década a 282.991 niños en situación de vulnerabilidad y ha reducido el fracaso escolar un 24% en este colectivo.

CaixaProinfancia está de celebración. Éste programa, promovido por la Obra Social la Caixa, cumple diez años trabajando para impulsar la inclusión de la infancia en situación de vulnerabilidad. Este programa ha prestado apoyo ya a 85.653 menores y 52.873 familias en la última década gracias a las 118 entidades sociales que implementan el programa en la provincia de Barcelona con una inversión de 122 millones. A nivel estatal, ha atendido a apoyado a 282.991 menores y 165.107 familias en situación de pobreza.

El proyecto se fundamenta en tres pilares como son el vector local o territorial; el trabajo en red entre las entidades sociales, yauntamientos, escuelas y centros de salud; y un plan de trabajo articulado en torno a la familia y los menores. La metodología establecida por CaixaProinfanci, se estructura en diferentes líneas de actuación: refuerzo educativo, tiempo libre, apoyo educativo familiar, promoción de la salud y atención psicosocial.

Cabe recordar que España es el tercer país de la Unión Europea con un rango más elevado de riesgo de exclusión social concerca de 13 millones de ciudadanos en situación de vulnerabilidad, de los cuales dos millones son menores.

Por ello es imprescindible una intervención desde la edad infantil para poder romper ese círculo de pobreza y, a juzgar por los resultados cosechados por el programa en sus 10 años de vida, la metodología de trabajo de CaixaProinfancia se muestra eficaz en este sentido. Si bien el 81,6% de los tutores beneficiarios no tienen estudios, el 81,2% de los niños atendidos por CaixaProinfancia promociona en la etapa educativa que les corresponde, mientras que según el informe PISA solo el 53% de los alumnos de este mismo estrato social lo hace. Pedro Vargas es uno de esos jóvenes beneficiario del programa. Estudiante de Derecho, recibió apoyo del programa Proinfancia en refuerzo escolar a partir de los 10 años, lo que «me ha permitido llegar a la universidad. Gracias a este apoyo he podido romper la barrera de los miembros de mi comunidad, la gitana, en la que soy prácticamente una excepción», señala.