Accidente de tren en Santiago

El juez exime de responsabilidad penal al interventor del tren

Asegura que su llamada fue «correcta» según el protocolo, aunque «desafortunada». Le cita a declarar como testigo al considerar que no se le puede achacar el descarrilamiento

Antonio Martín Marugán, en primer término a la derecha, pasa por delante de algunos cadáveres tras el accidente del miércoles de la semana pasada con su teléfono móvil en las manos
Antonio Martín Marugán, en primer término a la derecha, pasa por delante de algunos cadáveres tras el accidente del miércoles de la semana pasada con su teléfono móvil en las manoslarazon

Antonio Martín Marugán no será imputado por el accidente del tren de Santiago de Compostela de la pasada semana que le costó la vida a 79 personas. El interventor del Alvia S-730 siniestrado, que se comunicó a través del teléfono móvil corporativo al maquinista del convoy, Francisco José Garzón, minutos antes del descarrilamiento, comparecerá hoy en calidad de testigo ante el juez que instruye el caso, Luis Aláez. El magistrado, en el auto que dictó ayer para citarle a declarar, concluye que aunque la llamada fue «desafortunada», «se presenta correcta, ajustada a los procedimientos del operador y a las prácticas del sector», por lo que resulta «penalmente irrelevante».

Llamada y despiste

Según la argumentación de Aláez, el que se produjera el accidente no es consecuencia de «una llamada al maquinista conforme al juicio de previsibilidad o probabilidad que podía formarse el interventor, sino achacable a una causa sobrevenida diferente e impensable, la conducción inapropiada del maquinista por conducir a una velocidad que superaba el doble del límite permitido». Según los primeros datos revelados por las cajas negras del tren, en el momento en que se sale de la vía en la curva de A Grandeira, circulaba a 153 kilómetros por hora en lugar de a los 80 kilómetros por hora a que debía haberla tomado. «No es exigible al interventor que prevea que el maquinista no va a adaptar su conducción a las circunstancias marcadas por la señalización exterior, las indicaciones del libro de horario y el cuadro de velocidades, etcétera», añade en otro pasaje de su auto el magistrado.

Tras conocerse su existencia, la llamada se barajó como posible detonante del despiste que Garzón ha reconocido, en sede judicial y policial, como causa de que no frenara antes de entrar en la fatídica curva. Sin embargo, para Aláez, «la consulta al maquinista para saber si el tren podía circular por una determinada vía es algo normal y no es causa del descarrilamiento que sufrió el tren, y aunque se considere desafortunada por el lugar o el momento en que se hizo, ello es insuficiente para atribuirle una imprudencia con relevancia penal por el accidente del tren», concluye.

En declaraciones a Efe, Martín, al ser preguntado por si la llamada pudo ser la causa del despiste, aseguró que los maquinistas «no necesitan las dos manos y los dos pies» para pilotar un vehículo de estas características, sino que «puede descolgar» el teléfono y seguir conduciendo, de modo que esa no es la causa.

Excluida cualquier responsabilidad penal, si algo se le puede reprochar al interventor es que no realizara la llamada cuando el tren ya estuviera estacionado en Santiago de Compostela, dado que la información que trasladó a Garzón era relativa a una estación, la de Pontedeume, que se ubica en un punto kilométrico posterior, lamentan fuentes próximas a la investigación.

Tal vez en su declaración ante el juez Aláez, el interventor aclare por qué tanto él como el maquinista omitieron en sus primeras declaraciones la existencia de la llamada. Según las primeras hipótesis, el conductor lo habría hecho para no implicar a Martín, del que es amigo, en el suceso. Martín aseguró ayer que «estaba muy aturdido. Mi cabeza estaba llena de imágenes terribles. No era trascendental para el accidente. En ningún momento quise ocultar la conversación, y estoy convencido de que Garzón tampoco». Fuentes próximas a la investigación, abundando en esta teoría, afirman que puede que el interventor «ni siquiera relacionara la llamada con el descarrilamiento porque la conversación ya había terminado».

Aunque en primera instancia, y según los datos de las cajas negras, se pensó que Garzón y Martín estaban hablando cuando se produjo el siniestro, al tiempo que el conductor realizaba algún tipo de consulta en algún documento en la cabina, el maquinista, en la segunda declaración que realizó ante el juez el pasado miércoles, aseguró que la conversación había durado dos minutos y que había cesado en el momento del descarrilamiento. Tras el siniestro, el móvil corporativo del maquinista desapareció.

José Carlos Costoya, portavoz del secretariado provincial del sindicato ferroviario de la Confederación Intersindical de Pontevedra, reiteró ayer que no son extrañas las comunicaciones entre teléfonos corporativos por parte de operarios de Renfe en un tren: «Es totalmente normal. Nos lo dan para eso», afirmó.