Violencia de género
El novio del que nunca hablaba
Allegadas a Marina creen que podía sufrir malos tratos de Sergio Morate. Tras meses sin ir, el joven regresó al gimnasio poco antes del crimen. Los padres del detenido han abandonado la provincia por amenazas
Allegadas a Marina creen que podía sufrir malos tratos de Sergio Morate. Tras meses sin ir, el joven regresó al gimnasio poco antes del crimen. Los padres del detenido han abandonado la provincia por amenazas
Por más que hubiera un gravísimo antecedente con una ex novia anterior, por más que su fama distara de ser ejemplar, por más que estuviera rodeado de compañías poco recomendables, los vecinos de Cuenca no son capaces de explicar qué es lo que se le pudo pasar por la cabeza a Sergio Morate para, presuntamente, asesinar a sangre fría a Marina Okarynska y Laura del Hoyo, dos jóvenes indefensas y con la cabeza llena de planes de futuro. Marina, de 26 años y de origen ucraniano, llegó a Cuenca en torno a 2005. Había trabajado en varios locales de hostelería: la pastelería «Ruiz», el restaurante «El Secreto»... todos ellos en el casco histórico. Ahora estaba centrada en la traducción y trabajaba para una empresa. Conoció a Laura hace años. Esta joven de 24 años se había ganado la vida como dependienta en varios comercios, pero, como revelaba su último mensaje en Facebook, aspiraba a triunfar como peluquera. Hizo sus pinitos también como bailarina, entre otros para la compañía del cantante Ángel Merino en Xirivella. Precisamente, en esta localidad valenciana convivió con Marina durante dos meses. Es más: hace dos semanas pasaron unos días juntas en la playa. Serían sus últimas vacaciones.
Hace unos cinco años, Marina comenzó a salir con Sergio, un joven de oscuro pasado: había cumplido más de un año en prisión por retener, agredir y grabar imágenes sexuales de una ex novia anterior. La joven había dejado a su novio para estar con él, un joven rumano que seguía enamorado de ella, plasmándolo en sentidos mensajes a través de las redes sociales hasta el día de hoy. Sergio, por su parte, mostraba dos caras. Algunos vecinos no querían ni acercarse a él, y Sergio tampoco parecía encontrar su sitio en Cuenca. Otros se sorprendían con su generosidad. Se dedicaba a realizar pequeñas «chapuzas» relacionadas con la electrónica: ordenadores, GPS. «¿Eres amigo de éste? Entonces no te cobro», decía. Era asiduo al gimnasio Termalia. Quienes coincidieron con él dicen que se dedicaba principalmente a la musculación y a «meterse» batidos de proteínas, aunque no era un «obseso». De hecho, durante los últimos meses ya no aparecía por allí. Eso sí: regresó apenas una semana antes de la desaparición y muerte de ambas jóvenes. Y, fiel a su rutina, acudió para hacer musculación. El joven, recuerdan, había sufrido –y superado– un cáncer de testículos.
Con quien no era buena la relación era con sus padres. Su paso por la cárcel les superaba y se distanciaron. Se trata de una familia adinerada de Palomera –«ese pueblo es prácticamente suyo», dicen– que regenta la empresa Muebles Chillarón, en la localidad conquense del mismo nombre. Con todo, Sergio trabajaba para ellos. Y se podía permitir vivir en la urbanización Ars Natura, aunque era frecuente también que pasara temporadas en Palomera. Sus padres han abandonado la provincia. Tienen más propiedades, y en el pueblo dicen que se han ido rumbo a la playa. Algo en lo que han influido, según fuentes policiales, las amenazas que ha recibido la familia a través del WhatsApp por parte de allegados de Marina, de origen ucraniano. En todo caso, José María, el padre de Sergio, ha colaborado con la Policía en todo momento.
Durante el noviazgo, las allegadas de Marina percibían detalles que les ponían sobre aviso. Las compañeras de uno de los comercios en los que trabajó se extrañaban de que «nunca hablaba de Sergio. Prefería quedar con sus amigas antes que con él». De hecho, Sergio sólo fue a verla al trabajo una vez. «Creemos que podía pegarla», añaden. Nunca pudieron constatarlo. No les sorprendió que, las pasadas Navidades, pusieran fin a la relación. Marina ya tenía puesta la cabeza en otro sitio: pensaba montar una tienda de ropa en un Eroski. Una de estas compañeras relata que la última vez que vio a Sergio fue el pasado 6 de agosto, el día en que Marina le pidió a Laura que la acompañara a casa de su ex a recoger unas pertenencias, porque no quería ir sola. Fueron en el coche de Laura en torno a las 17:00 horas. Y la ex compañera de Marina le vio sobre las 19:30, cruzando la Plaza de España, la misma que está siendo estos días escenario de manifestaciones para honrar a las dos fallecidas. «Iba solo, muy concentrado», asegura. Morate era menos conocido en la calle del Pozo de las Nieves, donde vivía Laura. Y aunque es una zona tranquila, recuerdan que está marcada por la tragedia. En los últimos años se produjo un suicidio por ahorcamiento y un tiroteo por celos.
Otra joven, amiga de Marina y cuya identidad no ha sido revelada, vive estos días con especial dolor: ¿qué habría pasado si hubiera sido ella la que la hubiera acompañado a casa de Sergio? Hay dos versiones en el pueblo: la primera, y la que parece más fiable, es que la joven se encontraba de vacaciones en Ibiza cuando recibió la llamada de Marina pidiéndole que la acercara a casa de su ex; la segunda, que durante aquella trágica tarde se encontraba realizando una obra en su piso.
Los ánimos de los vecinos se han ido enfriando en las últimas horas. Sobre todo tras la detención de Morate en Rumanía, que se ha celebrado como un auténtico triunfo. Pero su regreso a la prisión provincial abrirá una herida que nadie, incluida su propia familia, quieren que se cierre hasta que se haga justicia.
«Que paguen todos, que la justicia caiga sobre ellos»
«Sólo pido a Dios que, todos los que han colaborado o participado en éste macabro delito, paguen, y que la Justicia, sea cual sea ésta, caiga sobre los culpables». A través de un comunicado y bajo el epígrafe «Cuenca entera llora», Luis Javier Chamón, portavoz de la familia de Laura del Hoyo, ha dedicado unas «palabras de gratitud para todas las personas que han ayudado y han dado sus condolencias y muestras de dolor», pero también para recordar que el culpable –o culpables– del doble crimen perpetrado en la ciudad no queden impunes. «No existen palabras para describir una herida abierta que nunca se cerrará, la pérdida de una hija para unos padres no tiene consuelo, y más si ha sido en estas aberrantes circunstancias», añadía Chamón en su comunicado. El portavoz, tío de Laura, también ha aprovechado para felicitar a las autoridades españolas y rumanas por su actuación y se ha disculpado por no poder contestar a todos los mensajes de apoyo. «He podido ver a la gran familia que tenemos, una lástima que la descubriésemos de ésta forma», concluía.
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