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El paladar más ecológico
Como vinculamos con toda lógica la nutrición sin interferencias industriales con una salud mejor y una vida más larga, intentamos recuperar las esencias perdidas y la comida más natural, la de nuestros ancestros
Como vinculamos con toda lógica la nutrición sin interferencias industriales con una salud mejor y una vida más larga, intentamos recuperar las esencias perdidas y la comida más natural, la de nuestros ancestros.
No han escuchado entre su parentela o amigos una expresión/queja similar a que este tomate (aquí pueden sustituirlo por el producto que deseen) ya no sabe como los de antes. O cómo es posible que ahora todas las manzanas de una determinada «familia» que nos encontramos en los dispensadores de los supermercados sean casi milimétricamente iguales, ni más pequeñas ni más grandes ni más rugosas ni más acharoladas.
Todas clones, productos de la tierra, sí, ingeniería mediante. Los sabores, hemos concluido los consumidores con experiencias acumuladas en aluvión, no son los mismos que se grabaron en nuestra caja negra registradora de condumios. Y en esa encrucijada de experiencias por momentos insípidos y frustrantes, el reclamo del alimento ecológico, el de antaño, encajó en su día como la mano en el guante.
El aldabonazo funcionó en atención a una demanda insistente que de paso se ha convertido en negocio y de los buenos. España lidera hoy la tabla de países europeos productores de alimentos ecológicos. En 2016 se dedicaban 1,7 millones de hectáreas a la agricultura orgánica en nuestro país. En cuanto a cultivos y explotaciones ganaderas ecológicas, somos el primer país de la Unión Europea y el cuarto del mundo en superficie dedicada a esta producción. Estas magnitudes tienen también su traslación a los hábitos de consumo de la ciudadanía. Seis de cada diez españoles incluimos esta clase de comestibles en nuestra dieta.
En este punto, la ingesta de productos sin elaborar –frutas, verduras– es (53,3%) algo mayor que la de los elaborados como conservas, aceites, leches, vinos, etc (48,1%). Ni siquiera la inflación que suponen para la cesta de la compra ha supuesto un factor disuasorio al menos en la magnitud que se podía pensar. Casi la mitad de los ciudadanos considera que los beneficios de los alimentos «verdes» compensan el mayor precio de los mismos. En definitiva, que, además de conciencia medioambiental, tenemos paladar y del bueno.
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