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El reto de ganar un juicio ficticio

La Facultad de Derecho de ESADE viajará a Washington para paticipar en la final de la competición más relevante de Derecho Internacional sobre simulación de juicios

El equipo que representará a ESADE en la ronda internacional de la Philip C. Jessup International Law Moot Competition: Jordi Tomás, Inés Losada, Juan Ventosa, su «coach» María Boada, Adrián Moliner –que ganó el premio al segundo orador en la ronda española–y María Darder, (izqda. a dcha.)
El equipo que representará a ESADE en la ronda internacional de la Philip C. Jessup International Law Moot Competition: Jordi Tomás, Inés Losada, Juan Ventosa, su «coach» María Boada, Adrián Moliner –que ganó el premio al segundo orador en la ronda española–y María Darder, (izqda. a dcha.)larazon

Son numerosas las voces críticas acerca del carácter excesivamente teórico y dogmático del sistema educativo universitario español, en el que parece que prima la adquisición de conocimientos por encima de la capacidad de juicio, el espíritu crítico y la aplicación práctica. Sin embargo, hay estudiantes y profesionales de la educación que, casi por cuenta propia, saben aprovechar las oportunidades a su alcance para explotar esa faceta más autodidacta, más cercana al día a día del ejercicio rutinario de la profesión para completar su formación y acercarse así al entorno laboral.

Es en este contexto en el que hay que situar la aventura que está a punto de emprender el equipo de derecho internacional público de la Facultad de Derecho de ESADE, que el próximo 11 de abril participará en Washington en los Philip C. Jessup International Law Mott Court Competition, una suerte de campeonato mundial, la ronda internacional de la más prestigiosa competición de tribunales ficticios organizada por la International Law Students Association, con 56 años de historia, en la que participan cerca de 90 escuelas de derecho de más de 80 países. Participarán los ganadores de las respectivas rondas nacionales que han ido teniendo lugar estos dos últimos meses.

Una secesión imaginaria

Se trata de una simulación de juicio en la que cada equipo participante debe defender las dos partes del caso propuesto, que este año es el de la secesión de una provincia imaginaria de una nación también imaginaria y su anexión a otra. Es decir que un mismo equipo debe presentar tanto la demanda como la contestación a ésta y defender su postura de forma oral ante miembros de la Corte Internacional de Justicia, órgano judicial de Naciones Unidas.

Pero el camino hasta llegar a Washington ha requerido grandes dosis de trabajo, tesón y esfuerzo por parte de los cinco estudiantes de ESADE y sus «coaches» que representarán a España –que este año suma su sexta participación en la competición– en la ronda internacional, ya que previamente han tenido que imponerse en la eliminatoria española, organizada por el despacho de abogados Cautrecasas, a otros cinco equipos de toda España (Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Carlos III, Universidad de Navarra, Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Barcelona).

«En junio avisamos a los estudiantes de la convocatoria para presentar sus candidaturas a formar parte del equipo que representaría a ESADE en la competición y a finales de verano seleccionamos a cinco personas», explica Jordi Sellarés, profesor de Derecho Internacional en ESADE y uno de los entrenadores del equipo. «Desde entonces, desde el mes de septiembre, nos hemos reunido todos los domingos por la tarde, en casa de uno u otro, para prepararnos», añade.

Y es que en el mes de enero todos los equipos participantes tenían que presentar un memorial, es decir, sus escritos de argumentación, para lo que previamente había que «identificar el problema sobre el caso planteado, buscar jurisprudencia y doctrina al respecto y definir los argumentos para defender lo que quieres defender», señala María Boada, colaboradora académica de Derecho Internacional en ESADE y también «coach» del equipo. Y todo ello para después, en el mes de febrero, defender esos escritos en la fase oral y con el inglés como única lengua oficial de la competición.

«En esta ocasión el inglés no ha sido un obstáculo, aunque en ocasiones ha sido un hándicap para nosotros», comenta Boada, quien señala «el trabajar en equipo» como una de las principales dificultades a superar por los alumnos que participan en esta competición. «Es difícil determinar las tareas de cada uno, quién va a hacer qué», explica la profesora, mientras que Sellarés destaca que «normalmente son estudiantes con mucha capacidad, gente buena con grandes egos, algo que en ocasiones es complicado gestionar». «No hemos conseguido que todos sepan de todo y, por el contrario, hay especialización, lo cual es un defecto», admite el doctor en Derecho Internacional.

Camino de Washington

En cualquier caso, el equipo de ESADE, que por primera vez ha superado la eliminatoria española, ha sido capaz de imponerse al resto de escuelas españolas, lo cual para ellos no es garantía de nada. «A Washington van equipos que se han dedicado casi en exclusiva a la preparación de la competición, mientras que para nosotros ésta es una actividad al margen del programa lectivo», destaca Jordi Tomás, uno de los cinco integrantes del equipo. Pero además, en la ronda internacional la puesta en escena es aún más real que en la eliminatoria española, procurando así ser lo más fiel posible a una sesión real de la corte internacional: los tiempos de cada parte están medidos y los miembros del tribunal pueden interrumpir a los letrados siempre que lo crean conveniente. «En la ronda española, el tribunal interrumpe poco, pero en Washington, las interrupciones son constantes», advierte Sellarés, quien destaca el papel fundamental que, en estas circunstancias, adquiere «la capacidad de reflejo y de reestructurar el argumento». Por ello, en el próximo mes, hasta que arranque la ronda final, el equipo deberá trabajar para «ampliar la base de ideas, para profundizar en ellas». En cualquier caso, para los integrantes del equipo que representará a ESADE en Washington –formado por Juan Ventosa, Adrián Moliner, Inés Losada, María Darder y Jordi Tomás, todos ellos estudiantes de tercer curso– la experiencia ya ha valido la pena, al margen del resultado final que puedan cosechar en la ronda final. «Es importante hacer algo más aparte de la carrera que te haga ir un poco hacia lo profesional», destaca al respecto Adrián, mientras que Juan pone de relieve que acciones como ésta, el mayor «Moot Court» o tribunal ficticio, en el que participan un total de 550 facultades, «te dan capacidad de soportar la presión y te permiten darte a conocer». «Hay personas que acuden a estas competiciones como ojeadores», explica para a continuación poner de relieve que «en la carrera no nos enseñan tanto a investigar como a asumir conceptos». «Me ha dado la posibilidad de profundizar más, ser más autodidacta y aprender muchísimo», admite, por su parte, María . En esta línea, Inés se lamenta de que «en la carrera te lo dan todo masticado». Por su parte, Sellarés destaca que este tipo de actividades hace que los estudiantes «desarrollen su habilidad de defender lo indefendible», pero pese a todas las bondades que ellos mismos atribuyen a esta actividad extra lectiva, en los últimos ocho meses todos ellos admiten haberse planteado, en alguna ocasión, la posibilidad de abandonar el proyecto.

Tentación de abandonar

«Han sido 88 horas dedicadas a esta actividad», asegura Sellarés, y además «hay que tener en cuenta que esto lo hacemos al margen de la carrera así que, en ocasiones, se nos acumula el trabajo. Por ejemplo, teníamos que presentar el escrito de argumentación justo después de los exámenes», recuerda María. Si a ello unimos el desánimo que puede producir el que, como indica Juan, «en el extranjero se valora mucho el Jessup, pero en nuestro país, desgraciadamente, no tanto», es comprensible que en ocasiones surja la tentación de abandonar. «Igual, si no fuera por los entrenadores, hubiéramos abandonado», admite Jordi Tomás, quien asegura que «es muy importante que hayan estado encima».

La esperanza ahora es que, con la clasificación de este equipo para disputar la ronda internacional en la ciudad de Washington, algo que es la primera vez que sucede para la Universidad en los seis años que lleva participando en la competición, la implicación y el entusiasmo con el que todas las partes afrontan esta actividad sea mucho mayor.

«En España no hay cultura de ‘Moots’o juicios ficticios», se lamenta Juan, mientras que Jordi señala que «en ESADE tendrían que dar más importancia al Jessup, ya que a mi entender su carga lectiva equivale a tres asignaturas». Y pese a que María Boada admite que la facultad en este sentido «no es proactiva», lo cierto es que sus responsables ya han mostrado su intención de dotar de créditos a esta actividad.

Facultades proactivas

Actividades prácticas

La mayoría de los universitarios españoles se lamentan del carácter excesivamente dogmático del actual sistema educativo. Actividades como la Philip C. Jessup International suponen un paso más en el acercamiento de los estudiantes al ejercicio rutinario de la profesión. ESADE es una de las universidades españoles que apuestan por este tipo de iniciativas para acercar a sus alumnos al entorno laboral.