Desapariciones

El sospechoso del Caso Chavero: «Juro que no fui yo»

La Guardia Civil interroga a un joven de 21 años de Monesterio (Badajoz) e inspecciona tres coches propiedad de su familia en busca de pruebas de ADN.

Hasta ahora, las batidas realizadas en Monesterio no han revelado pruebas concluyentes
Hasta ahora, las batidas realizadas en Monesterio no han revelado pruebas concluyenteslarazon

La Guardia Civil interroga a un joven de 21 años de Monesterio (Badajoz) e inspecciona tres coches propiedad de su familia en busca de pruebas de ADN.

El caso de Manuela Chavero, la mujer desaparecida el pasado 5 de julio en Monesterio (Badajoz), da un nuevo vuelco. A lo largo de la mañana de ayer, la Guardia Civil incautó tres vehículos al principal sospechoso de la desaparición de Manuela, un caso que ha sumido a esta pequeña localidad pacense, y especialmente a su familia, en la desesperación.

LA RAZÓN pudo ponerse en contacto con el entorno del sospechoso. «Juro que soy inocente», afirmó, según explicó a este diario un familiar directo. El joven prosiguió ayer con su rutina. Un familiar le acercó en coche a su puesto de trabajo.

Según explicó a este diario, el chico, de 21 años, se encuentra muy nervioso, ya que no entiende por qué le relacionan con la desaparición. «Lo veo capaz de quitarse del medio, puede hacer una tontería en cualquier momento», señaló su familiar.

De hecho, en casa de la madre del sospechoso se reunió toda la familia para mostrarle su apoyo. «Están todos destrozados, nadie se lo explica». Si bien estas fuentes confirmaron que el joven y Manuela se conocían y se veían de vez en cuando, también aseguraron que «la noche que desapareció no se habían visto». Un vecino de la localidad aseguró que esta persona «es un chico normal que en verano ayuda a su padre en una tienda del pueblo. No me puedo creer que haya hecho algo así».

Esta persona, a la que agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil requisaron tres automóviles en Monesterio (Badajoz) fue la última que estableció contacto telefónico con Chavero, según informaron a LA RAZÓN fuentes de la investigación. Se trata, por lo tanto, de uno de los principales sospechosos, aunque no el único, hasta el punto de que ya se le ha tomado declaración y hay algunos aspectos que no ha podido aclarar. La Guardia Civil busca desde ayer por la mañana rastros de sangre o de ADN de la desaparecida en dichos automóviles. En caso positivo, de las sospechas se pasaría a la certidumbre. Sin embargo, las citadas fuentes subrayan que, de no encontrarse esas pruebas, tampoco quedaría descartado por completo, ya que podría haber utilizado el coche de un amigo.

Tal y como adelantó este periódico el pasado 26 de octubre, las sospechas de los investigadores se dirigían hacia una persona que había establecido contacto con Manuela Chavero por medios telemáticos. El hecho de que fuera la última persona en hablar con ella –y lo que pudo ocurrir después– es lo que convierte a este individuo en uno de los principales objetivos de las investigaciones.

Manuela estaba sola en casa, en pijama, viendo la televisión y recibió un contacto telefónico, tras lo cual, sin vestirse, coger la documentación ni apagar el receptor –lo que evidencia que no tenía previsto abandonar su hogar–, bajó hasta la puerta de su casa y la abrió. Queda claro que sabía quién estaba esperando en la calle. Desde entonces, el rastro de Chavero se pierde.

En el domicilio no había rastros de que se hubieran forzado puertas o ventanas o se hubieran producido hechos violentos. Sobre su cama estaban los pantalones que había llevado el día anterior; las luces del salón y de la cocina estaban encendidas, y su cartera y su teléfono móvil también estaban allí. La última conexión a uno de los postes de la zona se produjo a la 1:55 del 5 de julio, momento en el que, al parecer, se produjo el contacto con el sospechoso.

La UCO y la Unidad de Policía Judicial de la Comandancia de Badajoz han trabajado desde entonces sobre todas las hipótesis posibles, que eran, lógicamente, reducidas, ya que Manuela bajó en camisón a abrir la puerta a alguien conocido con el que, en principio y por propia voluntad, no pensaba abandonar su casa. Es decir, todo parece indicar que, tras una posible discusión, fue obligada a hacerlo. El número de sospechosos se reducía, por lo tanto, a unas pocas personas de su círculo más próximo de amistades y que, como al que han requisado los coches, tienen una edad entre los 20 y los 30 años. La Guardia Civil decidió en su día tomarle declaración (al igual que a los otros) y, según las fuentes consultadas, hubo cosas que «no pudo aclarar».

A la vista de ello, se tomado la decisión, de acuerdo con la autoridad judicial, de proceder a una investigación científica de sus coches. Se trata de pruebas que suelen tardar algún tiempo en realizarse a no ser que se tope con una evidencia: una gota de sangre, pelos, etcétera, que puedan acreditar de forma indubitada que Manuela estuvo en los automóviles y que lo hizo contra su voluntad.

Las fuentes consultadas han subrayado que esta persona tiene, al menos de momento, sólo la condición de sospechoso y que el examen de los vehículos «es una fase más de la investigación, necesaria para determinar o descartar implicaciones».

A lo largo de estos meses, además de investigar a este individuo, la Guardia Civil ha analizado cientos de llamadas, mensajes, conexiones de internet, etcétera, con el fin de establecer los perfiles de los que aparecían como sospechosos y no dejar ningún hilo suelto.

Ese estudio de los contactos telefónicos y telemáticos de Chavero permitió saber que intercambiaba mensajes con varias amistades masculinas, hecho éste que se produjo después de que se realizaran los trámites de separación de su marido. Una de las hipótesis que se barajó en su momento es que algunos de esos contactos, al tener conocimiento de que Manuela se relacionaba telemáticamente con otras personas, hubiera tenido una reacción que concluyó con su desaparición.