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El último control se hizo cuatro días antes de la tragedia

Los mineros fallecieron por asfixia ante la falta de oxígeno. El comité de seguimiento evaluó las instalaciones el pasado jueves y no detectó ninguna anomalía. Además, la Junta de Castilla y León hizo una inspección hace un mes

Familiares y compañeros, en la entrada de la mina
Familiares y compañeros, en la entrada de la minalarazon

Tan sólo cuatro días habían transcurrido desde el último control interno de seguimiento realizado en el Pozo Emilio del Valle por la compañía Huella Vasco Leonesa hasta el fatídico escape repentino de gas grisú que arrebató la vida de seis mineros. «El pasado jueves 24 de octubre entró un comité para visitar las instalaciones de la mina», aseguró ayer a LA RAZÓN José Enrique Porto, delegado de personal de CC OO de la compañía.

Dato que confirma la empresa. «Estuvieron toda la mañana. En concreto, entraron a las 08:00 de la mañana a revisar la mina y no salieron de allí hasta las 15:00 horas. Suelen ir entre una o dos personas por sindicato, por lo que registraron las instalaciones entre cuatro y ocho personas que conforman el comité de seguridad». El resultado de la evaluación: «No se encontró ninguna circunstancia anómala», tal y como aseveran desde Hullera Vasco Leonesa. Esa inspección no era casual, «cada jueves se hacía este recorrido», precisa Porto.

A este control hay que añadir «el realizado por la Dirección de Minas (de la Junta de Castilla y León) hace aproximadamente un mes», aseguran desde Hullera Vasco Leonesa. Este periódico ha solicitado las dos actas, pero no han sido facilitadas. Si bien desde la Junta de Castilla y León aseveran que la empresa, «con amplia trayectoria en la minería de carbón, ostenta una posición de vanguardia en lo relativo a las tecnologías mineras e integración de la seguridad y salud mineras». Dato que confirma Porto: «La seguridad de la mina la hacen los trabajadores y la propia empresa. En Pozo Emilio del Valle siempre, al menos hasta ahora, se ha primado la seguridad». De hecho, la empresa cuenta con «un departamento propio de seguridad formado por una veintena de trabajadores, entre médicos, enfermeros, ingenieros de minas, ingenieros técnicos y brigada de salvamento. Tenemos un hospital y auditamos cada año la seguridad», según destaca la empresa. Ahora bien, aunque el control interno se sigue haciendo con el mismo número de personas que antes del ERE, es cierto, tal y como reconocen desde Hullera Vasco Leonesa, que «este departamento propio de seguridad, que llegó a estar compuesto por 50 profesionales, está formado hoy por 20-25 trabajadores». «Pero el control de las instalaciones y sistemas de seguridad se sigue haciendo por el mismo número de personas. Eso no ha cambiado», hacen hincapié las mismas fuentes.

En cualquier caso, la investigación sobre la causa del trágico accidente sacará a la luz si se podía o no haber evitado. «Todavía es demasiado pronto saber qué pasó. De hecho, aunque el lunes se empezó a ventilar, todavía no se ha difuminado ese gas. En 48 horas seguramente se habrá ''eliminado'', pero en esto no hay tiempo exacto», precisa Porto.

Autopsia

Lo que sí se sabe es que los seis mineros del pozo Emilio del Valle, ubicado en Pola de Gordón (León), fallecieron por «una posible anoxia oxipriva pendiente de determinar», es decir, asfixia por falta de oxígeno, según el informe del forense remitido al Juzgado de Instrucción 1 de León, del que informó EP. De ser así, «se descarta que ese gas grisú estuviera mezclado con partículas de carbón. Es decir, que murieron por asfixia no por asfixia por enterramiento», precisa Carlos Macías, profesor del Departamento de Explotación de Minas de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid. Macías se muestra prudente sobre las posibles causas. «Hasta que concluya la investigación yo diría que es debido a esa aleatoridad de las bolsas de grisú que hay en todas las minas de carbón. El informe permitirá conocer cómo era la bolsa y si podía o no haber sido detectada. Es difícil desde un punto de vista técnico descubrirlas, ya que también hay bolsas que parecen de carbón, aunque éste no sea el caso. Podría haber sido evitado en un porcentaje de posibilidades muy pequeño. Los desprendimientos de bolsas de grisú son difíciles de evitar, pero no considero que fuera imposible porque hay tecnología para ello», precisa el ingeniero de Minas.

En cuanto al estado de los mineros heridos, uno de ellos, J.M.M, de 42 años, continúa ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UVI) del Complejo Asistencial de León, sedado, con ventilación mecánica y en estado «grave», tal y como informó Servimedia. Aunque los médicos se muestran optimistas sobre su evolución. Los otros cuatro heridos permanecen «estables» y evolucionan «favorablemente».

¿Un error humano?

Aún es pronto para bajar al pozo de Emilio del Valle, sin embargo y, a pesar del dolor, los trabajadores del sector de la mina no pueden evitar hablar de la tragedia. Javier García, ex minero y compañero del padre del fallecido Manuel Moure, sabe de lo que habla: «Ha tenido que producirse un fallo humano porque hacía días que tenían que haber hundido las bóvedas. No se hizo y por eso no pudieron reaccionar cuando el gas grisú, después de acumularse, descendió de golpe», explica. Javier necesita plantear sus dudas, aunque «ahora nadie quiere hablar del tema, pero sabemos que la seguridad hoy es peor que la de hace 20 años, cuando yo trabajaba». José Manuel González, hermano de uno de los fallecidos, Orlando, coincide con el ex minero: «La mina no estaba para entrar y en el último mes se han producido varios hundimientos». También recuerda que hace unos meses despidieron a dos ingenieros brigadas de salvamento por discrepancias con la empresa en temas de seguridad.