Literatura
Extracto de té verde contra el síndrome de Down
Uno de sus compuestos activos mejora el rendimiento de las personas que lo toman si se completa con estimulación cognitiva.
Uno de sus compuestos activos mejora el rendimiento de las personas que lo toman si se completa con estimulación cognitiva.
Hace dos años, Marcos Chicot leyó un estudio que un grupo de investigadores del Hospital del Mar de Barcelona realizaron en 2010. Con su análisis a 87 personas con síndrome de Down, de 16 a 34 años, durante un año, descubrieron que uno de los principales compuestos activos del té verde mejoraba el rendimiento cognitivo de las personas que lo habían tomado. «Fue una decisión nuestra. Cuando leí los resultados me di cuenta de que, aunque no se había probado en niños, los efectos adversos son mínimos». Y así, hace dos años comenzaron a darle media cápsula de té verde cada mañana a su hija. «Se la diluimos en la leche o también se la toma con yogur», cuenta Lara, su madre. «¡Papá, azúcar!», reclama Lucía, de siete años. «Tiene un sabor muy agrio», reconoce su padre, quien, al igual que su hija, toma una cápsula diaria cada día. «Dicen que es muy buena para la memoria, así que yo también la tomo, aunque al no romperla y tragarla de golpe no es tan desagradable», reconoce.
Lara y Marcos no son los únicos padres que han oído hablar de los efectos beneficiosos de la epigalocatequina galato (EGCG) ni de sus efectos beneficiosos para las personas con alzhéimer o síndrome de Down. «A mi consulta me llegan muchos padres preguntándome por el té verde, algunos me aseguran que le están dando infusiones a su hijo», explica el pediatra del Hospital Niño Jesús Julián Lirio, que lleva años atendiendo a padres que acaban de conocer que su hijo ha nacido con trisomía 21. «Hasta ahora, cuando llegaban sólo les podía hablar de la estimulación, de lo importante que es para los niños, sobre todo hasta los seis años. Era descorazonador. Sin embargo, ahora hay en marcha dos estudios prometedores de los que también les puedo informar», cuenta el doctor.
Hoy se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down. Justo es en el cromosoma 21 donde se produce el trastorno genético, donde tienen una copia extra. El principal problema de los niños que nacen con esta trisomía es su discapacidad intelectual –que es variable–. Con el estudio Tesdad, del Hospital del Mar, se busca desarrollar una terapia –única en el mundo– que mejore el rendimiento cognitivo y frene la progresión de la neurodegeneración que sufren estas personas. Todo gracias a un compuesto natural. Eso sí, siempre completando este tratamiento con la estimulación cognitiva. «El té verde no es la panacea». Insisten tanto el doctor Lirio como Marcos, el padre de Lucia, que es psicólogo clínico.
Los primeros resultados del estudio Tesdad reflejan que la EGCG ayuda a la memoria de los jóvenes que la tomaron, les permite tener un mayor nivel de autonomía porque mejora sus funciones ejecutivas y, además ha demostrado una mejoría clínica en ciertas áreas cerebrales. Otro dato interesante es que «todos estos resultados persisten seis meses después de haber dejado de tomar» el extracto de té verde, explicó Lirio ante medio centenar de padres que acudieron al Colegio María Corredentora de Madrid para conocer este nuevo rayo de esperanza. «Suena muy, muy bien», comentaban algunos al terminar la charla. Pero el pediatra se muestra algo escéptico. «Debemos insistir en que los estudios sólo se han probado en adolescentes y adultos, por lo que aún no sabemos cómo afecta a los niños», insistía durante la charla. Pero todos los padres volvían a preguntarle: «¿Usted se lo daría a su hijo si tuviera síndrome de Down?». Lirio quiso dejar claro que al ser un producto natural, de venta en farmacia sin receta, cada padre podía tomar la decisión que considerara adecuada, pero «siempre con control médico. Si decidís dárselo a vuestros hijos, comentadlo con el pediatra para que le haga un seguimiento con análisis de sangre». Y es que aunque la ciencia, por ahora, corrobore sus beneficios, aún no se ha publicado un estudio en el que se refleje cuál es la mejor dosis para un niño pequeño o cómo hay que ir aumentándola.
«Nosotros no podemos decir que el té verde es el responsable de que nuestra hija esté tan despierta. La hemos estimulado mucho, así que no sabemos si es por una cosa, por otra o por las dos», insiste Marcos. Es cierto que Lucía es una niña muy despierta, parlanchina y que se relaciona como cualquier otro niño de su edad. Es su fenotipo el que indica que tiene síndrome de Down, pero desde que nació sus padres no han dejado de estimularla. Marcos saca unas fichas con las que le enseña a leer. «En el cole están aprendiendo a juntar dos letras cuando ella sabe juntar tres». Su padre, desde que asimiló el trastorno genético que tiene su primera hija, se ha dedicado a ella. Tanto es así que decidió cambiar de vida. Fue el 21 de agosto de 2009. Un minuto después de nacer, les dijeron que tenía síndrome de Down. «Te lo dicen y se van, y te dejan solo en una habitación». Fue cuando contactó con Síndrome de Down Madrid cuando, poco a poco fue aceptándolo todo. Semanas después decidió dejar su carrera de economista y psicólogo clínico para dedicarse a escribir. «Decidí centrarme en mi familia y en la escritura». Ya había publicado algunas novelas, pero fue Lucía la que me hizo ver que lo que era «una idea vaga en la que pensaba de vez en cuando se transformara en un propósito firme. Quería escribir una novela ambiciosa para asegurarle, al menos parcialmente, el futuro a mi hija. Dedicó dos años y medio a documentarse y uno más para reescribirla. Así se fraguó «El asesinato de Pitágoras», quinto finalista del Premio Planeta en 2012 y que, aun hoy, sigue siendo el ebook en español más descargado.
Fue la editorial Duomo la que apostó por publicarlo en papel y en seguida subió al “top ten” de los más vendidos. Años después le ha seguido “La Hermandad” y ahora “me dedicó en exclusiva a escribir y a cuidar de mi familia”, recalca Marcos.
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