La Habana
Hernán Cortés: una polémica de ida y vuelta
Ni la leyenda negra ni la actual reinterpretación de la historia ensombrecen la figura del que fuera valiente soldado y hábil estratega, un hombre que fue heraldo de la conquista y arriesgó sus recursos en la aventura.
Ni la leyenda negra ni la actual reinterpretación de la historia ensombrecen la figura del que fuera valiente soldado y hábil estratega, un hombre que fue heraldo de la conquista y arriesgó sus recursos en la aventura.
En los últimos dos años, siguiendo una muy antigua vocación, estuve trabajando en mi nuevo libro titulado «Hernán Cortés, gigante de la historia». Con el subtitulo, creo que bien expresivo, de «Para 600 millones de hispanohablantes de ambos hemisferios, 500 años después», que recuerda la Constitución de Cádiz de 1812, donde se decía que «España es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». Ese libro tuve la gran ocasión de presentarlo en la conferencia de clausura que se me asignó en el Congreso Cortesiano de Medellín de abril de 2019, al que luego me refiero ampliamente. El trabajo en cuestión no es una hagiografía, ni tampoco una biografía. Porque acendradas valoraciones del conquistador hay muchas, y relatos minuciosos de su vida tenemos más de una decena de ellos. Algunos de altísima calidad, como el más antiguo del norteamericano William Prescott, el español de Salvador de Madariaga, el inglés reciente de Hugh Thomas, y el francés de Christian Duverger. Amén de otros biógrafos mexicanos que citaré más adelante. Brevemente diré que mi libro consta de once capítulos, que son los siguientes:
1. La historia previa de los tratados oceánicos hispano-lusos de Alcaçovas a Tordesillas, amén de las bulas Inter Caetera.
2. Cronistas de Indias, sobre todo López de Gómara y Bernal Díaz del Castillo.
3. La forja del conquistador, en su adolescencia y primera juventud, así como la difícil relación con Diego Velázquez.
4. Navegando de La Habana a Veracruz, con la marcha subsiguiente de Veracruz a Tenochtitlán. 5. El encuentro Cortés/Moctezuma (8.XI.1519) en Tenochtitlán, con un tiempo de paz de ocho meses, hasta la Noche Triste.
6. La reconquista de Tenochtitlán y los años de oro de Cortés.
7. La segunda vida de Cortés, con las penalidades de Las Hibueras y su segundo viaje y muerte en España.
8. Protagonistas coetáneos, desde Carlos V al Tata Vasco de Quiroga.
9. Contexto social de la conquista y de la Nueva España: población, leyenda negra, lenguas, flotas, alimentos.
10. La historia desencriptada de la formación del imperio español en América y el Océano Pacífico. 11. Historia abreviada de México y la muy diversa apreciación de Cortés.
Mi libro es, por tanto, una consideración global del personaje histórico que fue Cortés, en el espacio-tiempo del siglo de los grandes descubrimientos ibéricos, y de las conquistas auspiciadas por las Bulas Papales de 1493 y el Tratado de Tordesillas (1494), que dividieron el mundo en dos hemisferios: uno luso y otro hispano, generándose así todo un vasto movimiento de expansión desde España y Portugal. En realidad, el mundo pasó a pertenecer a las dos naciones ibéricas, por el derecho divino del Papa. Antes que nada, para la evangelización de los pobladores a encontrar, y de ahí la gran implicación de la Iglesia en toda la conquista y en la era virreinal. En el sentido que hemos apuntado, Cortés fue casi el heraldo de la conquista española del continente americano. Al tiempo fue el empresario de su propio proyecto, arriesgando todos sus recursos, cierto que inicialmente con Diego de Velázquez. Adicionalmente, brilló por su valentía como soldado en cien batallas junto a sus capitanes; con un coraje excepcional en Otumba, que recondujo la tragedia de la Noche Triste. Asimismo, Don Hernán es considerado como un estratega, estudiado por la reconquista de Tenochtitlán, en la que combinó la guerra naval de su armada de once bergantines con la lucha inacabable por tierra con los valerosos mexicas hasta la rendición final de Cuauhtémoc.
La nueva España
Fue igualmente un gran diplomático, que consiguió la alianza de muchas naciones indias frente a los aztecas. Como igualmente se convirtió en un verdadero estadista al fundar la Nueva España, que rigió directamente por casi un lustro, como gran gobernante. Y por último y no lo menos importante, ejerció de puntual escritor con sus «Cartas de Relación» al rey-emperador, en lo que fue una narración espléndida, base de todos los relatos, crónicas y biografías ulteriores. En 2019 conmemoramos el quinto centenario del encuentro del conquistador con Moctezuma, el emperador (tlatoani) de los aztecas, en la maravillosa ciudad lacustre de Tenochtitlán, el 8 de noviembre de 1519. Dando así comienzo a una relación compleja de dos civilizaciones, con el inevitable enfrentamiento final, que llevó al control de todo el México central de hoy, de costa a costa, que permitiría la formación de la Nueva España. He dedicado un cierto espacio a una historia abreviada de México, desde la muerte de Cortés hasta hoy, con la veneración del conquistador hasta su vituperación después de la independencia, mediando apreciaciones muy favorables de Juan de Torquemada y Francisco Javier Clavijero, en los siglos XVII y XVIII. Para pasar luego a las invectivas de los independentistas, con Servando Teresa de Mier desde 1821 en adelante. En las fases ulteriores se sucedieron el primer imperio y la primera república (1821/1856), el comienzo de la reforma con Benito Juárez y el paréntesis del segundo imperio (1861-67) que fue el promotor de la idea pro francesa de América Latina, en vez de la América antes española de Bolívar. Un tiempo de agresión sistemática de la era hispana en México. Después, México se modernizó con la reforma, seguida que fue del Porfiriato (1876-1911), más benévolo con Cortés, en tiempos de la anterior llegada de William Prescott (1843), con un rebote anticortesiano, el último entre los historiadores, de Genaro García, con su Historia de la Conquista de México. Por último, en el siglo XX, se abrió la época mucho más procortesiana de Pereyra y Vasconcelos en México, seguida que fue de historiadores mexicanos como Rodrigo Martínez Baracs, y españoles, entre ellos, María del Carmen Martínez. La figura de Hernán Cortés, vista hoy, en perspectiva y en profundidad, es indudablemente única, un gigante de la Historia. No obstante lo cual, se mantiene una cierta problemática en su entorno. En ese sentido, Octavio Paz, el Nobel de Literatura mexicano, analizó la situación como dilema histórico, por el hecho de que no pocos mexicanos tengan aversión por la figura histórica del fundador de la Nueva España. De modo que al acercarse los 500 años del gran encuentro de noviembre de 1519, Paz propuso que se tratara de ir logrando un reconocimiento histórico recíproco del cruce de dos civilizaciones para engendrar una nueva nación. Hoy, precisamente, estamos más que nunca en esa tesitura, y para ese fin contamos con historiadores mexicanos de muy largo alcance. Señaladamente, con José Luis Martínez, por la biografía de quien nació en Medellín, en 1485, planteando que «los mexicanos somos herederos de las dos ramas de nuestros abuelos, siendo deseable hacer un esfuerzo por reconocer esa doble ascendencia... Ignorar o mutilar la historia, no la cambia. Los tercos hechos siguen esperando ser reconocidos y explicados». Interesantes fueron las previas proposiciones del prócer José Vasconcelos, fundador definitivo de la UNAM: «Cortés merece, como nadie, el título que tanto se le ha regateado, de padre de nuestra nacionalidad mexicana...». Y en la senda histórica que nos ocupa, son también fundamentales las ideas de otros biógrafos mexicanos de Cortés, como Jaime Miralles, de quien es el calificativo de inventor de México. Los historiadores enunciados han contribuido a formar una verdadera síntesis virtual de integración, que hoy se escenifica en la Plaza de Tla-telolco, el barrio que estaba al norte de Tenochtitlán, y que hoy tiene en el corazón del DF tres expresiones monumentales: un viejo templo azteca, una primera iglesia española, y un nuevo y moderno edificio del México contemporáneo. Son las tres culturas: las dos originarias y la resultante del cruce de entrambas.
Exterminar a los invasores
Las mayores críticas a Cortés han sido a propósito de sus batallas y de la lucha por el dominio, por muy cierta que sea su concepción de adelantado del rey-emperador, planteando a sus potenciales adversarios la paz, siempre que aceptaran convertirse en súbditos de Carlos V, y siempre que asumieran la nueva fe cristiana. Naturalmente eso hizo posible la relación de alianzas en el caso de los totonacas, pacíficamente, con el Cacique Gordo. Pero en cambio, en el caso de Tlaxcala, se pasó por una previa fase de lucha, para luego mantener una larga alianza. Y en el caso de Cholula, la previa gran matanza, siempre ha pesado mucho no obstante la certidumbre de que los cholutecas estaban dispuestos a exterminar a los invasores, por previo acuerdo con Moctezuma y sus aliados de Texcoco y Tacuba. La Leyenda Negra –que creo se estudia extensamente en mi libro–, hizo mucho en contra de Cortés, y desde 1821 el indigenismo criollo hizo todavía más para condenarlo, sin conseguirlo, en la Historia. Naturalmente que en la conquista y después hubo abusos, pero nadie podrá decir que hubo una represión generalizada, y mucho menos un genocidio, aparte del colapso demográfico que originaron las epidemias de la invasión microbiana y bacteriológica, con las viruelas, la gripe, el tifus, sarampión, etc., que llegaron al Nuevo Mundo, inevitablemente, con los conquistadores, primeros europeos en alcanzar las Indias. Todo lo expuesto, y mucho más, es parte –volis nolis– de la Historia, como sucedió en la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, en la que se vieron peores cosas, con Juana de Arco ardiendo en la hoguera. O en la Guerra de los Campesinos, en Alemania, en la que fueron asesinados más de 100.000 con el beneplácito de los Príncipes y de Lutero. O en la Guerra de los Treinta Años, cuando Alemania quedó castigada demográficamente por más de un siglo. Y qué decir de Stalin y sus diez millones de víctimas, de Hitler con más de 20 millones, y Mao, ¿tal vez con 30 millones? No se pretende justificar lo uno con lo otro, pero en cualquier guerra hay víctimas, y si Cortés hizo algo a fondo, fue su idea de no aumentar el sufrimiento con su victoria, ofreciendo un entendimiento incluso durante los 100 días que duró la batalla de Tenochtitlán.
Reconciliación imposible
Todo lo dicho es ya pasado, sin embargo un tiempo pretérito a considerar, cuando hay tanto que ganar con una reconciliación que ahora se presenta como algo posible, aunque sea (¿podría ser de otra forma?) en medio de las controversias. Más concretamente, en el contexto de los 500 años de la conquista, surgió la gran polémica, con cartas que el presidente de México –Andrés Manuel López Obrador, AMLO–, dirigió al Rey de España, Felipe VI, y al Papa Francisco. Cartas de las que solamente se conocen extractos, por filtraciones, debiéndose subrayar la conveniencia de publicar esos dos relatorios enteros, porque según el diario «El Universal», en ellos hay esbozado un plan de concordia entre España y México, para sustanciarlo en 2021, al cumplirse los 200 años de la independencia mexicana. Como también se recogen en ese documento las críticas a los gobiernos de México después de 1821, por su expolio a las comunidades indígenas del anterior periodo virreinal de la Nueva España. Aparte también hay que recordar que, según el citado diario mexicano, el 67 por 100 de los mexicanos han rechazado, en encuestas realizadas, las exigencias de perdón de su propio presidente, «pues la España de hoy no tiene nada que ver con la de 1519». Rotunda verdad, salvo que históricamente la España de hoy, es sucesora de la de hace 500 años. En cualquier caso, hemos de reflexionar, sin excesos verbales sobre una carta que no conocemos entera y que es necesario, insisto, ver completa. Para ir delimitando los argumentos y conversar tranquilamente, como historiadores, sin patrioterismos de ninguna clase, y mucho menos con rencores irreconciliables. Lo que se ha de estudiar es un esquema de eso, de una verdadera reconciliación, y a tal respecto, creo que hay que dar la palabra a los estudiosos actuales de Cortés, de su vida y obra, y a sus críticos también. Y en plática conjunta, redactar, por así decirlo, un dictamen histórico, en vez de seguir en una polémica desaforada que podría quedar en un sinsentido. Mi propuesta al respecto la hice al final del Congreso Cortesiano de Medellín-Trujillo, de los días 4, 5 y 6 de abril de 2019, organizado básicamente por la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, con César Chaparro Gómez como Director Académico, y la Federación Extremadura Histórica. Además de agradecer que se me asignara la conferencia de clausura, como final del esfuerzo realizado por las entidades citadas, cabe recomendar que se editen las valiosas ponencias presentadas a este Congreso, y que antes de su edición final, se elabore, por los mismos ponentes, un esquema histórico que sirva de base para los eventuales encuentros. A los efectos de una necesaria declaración de concordia hispánica como ha mencionado el Presidente de México, para 2021, en las ya célebres cartas al Rey Felipe VI y al Papa Francisco.
Autor de «Hernán Cortés, gigante de la historia»
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