Acoso sexual
¿Inhibe la agresividad?
¿Es realmente efectiva la castración química?
-La castración química no existe. Hay terapias inhibidoras de las hormonas que bajan la libido, pero no la anulan. No es una solución definitiva, pero no hay otra mejor. Cuando alguien ha cumplido su condena y el equipo de tratamiento de la cárcel (psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros...) se lo comunica al juez de vigilancia penitenciaria, tiene que ponerlo en la calle aplicando la ley. No puedes tener a la gente eternamente en la cárcel.
¿Este tratamiento puede inhibir la agresividad?
-Lo de la castración química es un invento periodístico. Yo ya usaba ese método hace 25 años cuando trabajaba en psiquiatría en el penal de Ocaña. Si el agresor tiene un impulso libidinoso patológico, lo que va a hacer es inhibir la testosterona. Pero no inhibe la agresividad ni el pensamiento. Puede ocurrir que, cuando salga, utilice cualquier cosa para agredir. La clave es que esta persona se someta, además, a sedantes, inhibidores y terapias. La mayor parte de los presos por agresionsexual se niegan a tomar medicación. Y están en su derecho. El hecho de que el «violador del Eixample» se haya sometido a este tratamiento es positivo.
Este perfil de agresor, ¿es consciente de la gravedad de sus actos?
-Si se prueba que una persona tiene un impulso sexual desbocado que no puede controlar con el raciocionio, puede decirse que padece una enfermedad. Pero eso no le quita la imputabilidad. Como diagnóstico, el control de los impulsos es un trastorno, pero no hablamos de un trastorno mental como la esquizofrenia, la bipolaridad, etcétera.
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