Historia

Nueva York

Juan Verde: «No queda más remedio que intervenir en Siria»

Asesor político y económico internacional

Juan Verde: «No queda más remedio que intervenir en Siria»
Juan Verde: «No queda más remedio que intervenir en Siria»larazon

La historia que hoy me ocupa tiene ese «genuino sabor americano» que un día se adjudicara a aquellos famosos cigarrillos (hoy tan prohibidos como el mismo cianuro) y sigue asociada a ese calendario de éxito y dinero que algunos aún creen exclusivamente reservado para los ciudadanos de EE UU. Sin embargo, su protagonista no es un hombretón rubio de ojos claros que cabalga a lomos de un indómito corcel en busca de un rodeo sino un atractivo moreno de ojos oscuros, cuya mirada lleva, indefectiblemente, el sello de los hombres latinos. Su nombre es Juan Verde y está tan seguro de que «Soñar es poder» (Aguilar) que lo ha escrito en un libro para tratar de convencernos a todos.

«Soñar es poder, sí, pero hay que saber que los sueños no se convierten en realidad fácilmente y que suelen requerir perseverancia, trabajo y sacrificio», afirma. A él, desde luego, pensar así no le fue mal, porque sus sueños le llevaron desde el humilde hogar de su familia en Tenerife hasta la mismísima Casa Blanca, donde primero fue nombrado subsecretario adjunto para Europa y Eurasia del Departamento de Comercio de EE UU; luego tuvo un importante papel en la Iniciativa Nacional de Exportación del presidente Obama, más tarde asumió el cargo de codirector internacional de la campaña de reelección del presidente norteamericano y en la actualidad lleva la relación comercial entre EE UU y 52 países. ¿Realmente soñaba de niño con algo así? «Por supuesto que no. En realidad soñaba más bien despierto, porque siempre he sido inconformista. Pero ya desde muy temprana edad pensaba que viviría en EE UU. Creo que lo visualizaba. Ahora bien, nunca imaginé que trabajaría en la Casa Blanca ni que llevaría la relación comercial de EE UU y 52 países. Ni en el más loco de mis sueños. En realidad, creo que siempre tuve más claro lo que no quería que lo que quería».

Familia de trabajadores

Es indiscutible que los sueños de este exitoso canario siempre estuvieron relacionados con ese mundo del otro lado del océano donde verdaderamente parecían posibles. Quizá por eso se fue un verano a Norteamérica con 15 años y allí mismo empezó a armar los mimbres de su carrera profesional. Cuenta con orgullo que él es el primero de la familia en ir a la universidad y que sus padres son dos currantes. «Mi padre empezó su empresa con 20 años en una Vespa... Y mi madre iba detrás pintando casas por ahí». La aparición de una familia procedente de Cuba en las Islas Canarias a la que sus padres ayudaron dándoles trabajo, comida y amistad, propició que cuando se mudaron a Boston invitaran a Juan a vivir con ellos. «Y gracias a eso pude estudiar en EEUU, porque me permitió vivir un año y luego, estando allí, me gané una beca para estudiar la carrera universitaria». No parece el perfil de un chico típicamente español de los que no quieren abandonar el terruño en ninguna circunstancia; aunque claro, a muchos ya no les queda otro remedio: «Pues mira, no hay mal que por bien no venga. En EE UU vives en Nueva York y te sale un trabajo en California, que está a seis horas de avión, que sería el equivalente a cruzar el Atlántico a Europa, y en dos semanas estás trabajando y no pasa nada. En el contexto actual que vivimos, que son mercados globales, oportunidades globales y retos globales, ¿cómo podemos seguir pensando que no queremos mudarnos a 50 km para buscar un trabajo?».

La actitud es imprescindible, pero para que se dé, ayuda un buen eslogan, como el título del libro «Soñar es poder», o como el archifamoso «Sí se puede» de Obama. «Ese eslogan no tiene que ver conmigo –me cuenta–, pero sí mucho con lo hispano. Viene robado, entre comillas, de un señor que se llama César Chávez, que fue un activista sindical de los granjeros hispanos en los años 70, que era ''sí podemos, sí se puede''. Los dos directores de la campaña de Obama decidieron trasladar ese eslogan, que fue muy importante; pero para mí lo fue más el entusiasmo, la ilusión y la pasión que generó la campaña de 2008». Le digo que eso es incontestable, pero que quizá se produjo un efecto espejismo, y me responde: «Es cierto que hubo gente que pensó que Obama en 90 días acabaría con la guerra, la injusticia y el hambre en EE UU y en el mundo entero... Y es un ser humano que vive y trabaja en un contexto político como es el de Washington. Yo creo que ha hecho más en los últimos 4 años que muchos políticos anteriores en 40. Ahí está la reforma sanitaria, la recuperación económica del país, las energías renovables...».

Ahora Obama está en el punto de mira del mundo por su determinación de intervenir en Siria. Hay quien no está de acuerdo. «No queda más remedio. No intervenir significaría pagar un precio muy alto en cuanto a la credibilidad de la comunidad internacional y abrir la caja de Pandora con respecto al uso de esos armamentos. Yo creo que el presidente logrará obtener la aprobación del Congreso y espero que la suya no sea una acción unilateral». EE UU. Tan lejos, tan cerca. ¿Allí se comprenden las «miserias» españolas? «Pues te diré que se ve España con preocupación e incertidumbre, pero también se la mira con buenos ojos. La incertidumbre tiene que ver con la economía; pero todo lo español está de moda: los mejores chefs de cocina son españoles, los mejores restaurantes, los mejores actores como Banderas, Bardem o Penélope Cruz, el idioma en sí... Incluso te diría que en ciertos sectores estratégicos como el de las energías renovables España se sigue viendo como referente mundial, porque son empresas españolas las que están desarrollando los proyectos más vanguardistas, como la mayor planta termosolar del mundo, de Abengoa, o los mayores productos eólicos de Gamesa. Yo creo que la marca España no está tan mal como la gente se cree».

Está claro que Juan Verde es un hombre optimista. Y dice que lo positivo llama a lo positivo. ¿Es ése su secreto? «Más bien son tres máximas: uno, has de sentir pasión por lo que haces; dos, tienes que asumir riesgos sin temor al fracaso; y tres, devuelve al mundo y a la comunidad donde vives todo lo que puedas de cuanto has recibido».

Personal e intransferible

Nació en Telde, Gran Canaria, en 1971. Está casado, es padre de una niña a la que adora y sólo se arrepiente de haberle dedicado tanto tiempo a su vida profesional como para haber pospuesto la paternidad hasta los 40 años. Es agradecido, perseverante hasta la manía, sueña con volar y, si volviera a nacer, querría ser «la esperanza de muchos». Le gustan el marisco gallego y el buen vino, y a una isla se llevaría «una gran dosis de determinación para poder salir de ella y no quedarme allí toda la vida». Entre las lecturas de este asesor de políticos de la talla de Ted Kennedy, Bill Clinton, John Kerry o Hillary Clinton están «El principito» de Saint-Exupéry o «El alquimista» de Cohelo; y entre sus compromisos, el del medioambiente, para lo que trabaja en el proyecto contra el cambio climático (The climate Project) del ex vicepresidente norteamericano Al Gore. ¿Cree que los grandes políticos pueden surgir igual en España que en EE UU? «Podrían. Pero para eso –asegura– tendría que haber listas abiertas».