Entrevista

Lluís Rodríguez: «Estamos programados para seducir y buscar un vínculo seguro»

Terapeuta de pareja desde hace más de 20 años, este psicólogo emplea la teoría del apego en su consulta, donde tiene un éxito superior al 70%

Lluís Rodríguez
Lluís RodríguezMarc Rodríguez

La teoría del apego fue enunciada por John Bowlby en los años 70. Es una forma de enmarcar en cuatro estilos la manera que tenemos de vincularnos con los otros partiendo de cómo fuimos criados. En los últimos tiempos parece que ha revivido como un mapa para guiarnos en los conflictos de pareja. El psicólogo Lluís Rodríguez es uno de sus defensores desde que él mismo la experimentara en carne propia, primero, y desde hace años en su consulta. Lo explica todo en «Cuatro estilos de apego» (Arpa).

La de pareja se antoja una de las terapias más difíciles, ¿no?

Quizás sea la más dura, sí, pero no la más difícil. Normalmente en toda terapia tienes a una persona delante y, en este caso, estás con dos personas que a veces están en conflicto y que tienen muchos problemas de comunicación, rencores y daños del pasado. Y es muy duro entrar ahí y meterse en medio.

¿Cuál es el ratio de éxito?

No es por defender la teoría del apego, pero sí es cierto que desde que yo la descubrí, la eficacia de la terapia es muchísimo mayor. Da muy buenos resultados. Me atrevería a decir que entre un 70 y un 80 por ciento perfectamente.

¿Cuál es el mayor motivo por el que van a verle?

La mayoría de gente se ha dado cuenta de la relevancia de los estilos de apego. Suelen quejarse de cosas como que su pareja no les hace caso, no les atiende, o, al contrario, que no les deja respirar, que les agobia. Todo esto va adosado a los problemas de comunicación resultantes. Es el principal obstáculo a la hora de resolver sus diferencias junto a la atención que se dedican y la importancia que le dan a la relación.

¿Qué diferencia al apego infantil del que tenemos de adultos?

En esencia es lo mismo, es la manera en que nosotros buscamos crear un vínculo. Empezamos de pequeños, evidentemente, porque ahí es donde más sentido tiene ya que representa la supervivencia del bebé. Así aprende a conseguirlo, aprende a que le quieran. Luego esto se reproduce en todas las relaciones. Lo que sucede es que en las de pareja, como el vínculo es muy fuerte, se repiten en mayor medida las mismas estrategias que aprendió el niño. Cuando estamos en una relación de pareja y tenemos problemas muchas veces se dice que nos comportamos como niños, de forma inmadura emocionalmente.

¿Nuestro apego cambia según la pareja que tengamos?

Por lo general, siempre se reproduce la infancia porque es un periodo crítico, pero, evidentemente, no es algo absoluto. Un niño puede tener un apego seguro porque ha tenido suerte y sus padres le han podido proporcionar ese vínculo y, luego, en la adolescencia, tener un problema con una pareja o que le hagan bullying y sufrir una herida. Pero por lo general el apego inseguro se explica en la infancia.

Uf, menuda responsabilidad la de los padres.

Bueno, es es una manera de verlo, pero es que los padres también son hijos. No sabríamos entonces a quién hay que responsabilizar. Ellos aprendieron de sus padres y, evidentemente, reproducen esas estrategias. Transmitimos nuestros estilos de apego a través del vínculo emocional.

¿Qué estilos de apego tiene una relación más explosiva?

Cuando se unen los extremos, el evitativo y el ansioso. La persona que se distancia para sentirse segura, que evita el rechazo y el malestar pero se mantiene en el vínculo, y la persona que, al contrario, necesita acercarse para tener seguridad. El conflicto, evidentemente, se magnifica cuanto más polarizado se esté. Las personas muy evitativas que están con personas muy emocionales que necesitan mucha intimidad, por ejemplo, mucho contacto. Van a crear una relación muy difícil, pero lo más curioso es que está comprobado que estos dos polos se atraen mucho. Los que son muy emocionales se sienten atraídos por los que aparentan seguridad, tranquilidad, y las evitativas encuentran en las emocionales aquellas cosas que no son capaces de sentir.

El tercer apego inseguro, el desorganizado, ¿es el más complejo?

En realidad, es la desorganización de los apegos. Si se acerca demasiado, se siente inseguro, pero si se distancia se siente abandonado, solo y necesita a esa persona. La persona desorganiza los apegos, va cambiando de una manera caótica. A veces se puede comportar de una manera, a veces de otra. Y además suele ser mucho más dramático porque esto suele pasar con heridas de la infancia mucho más importantes. No es que sea más complicado por sí mismo sino por el caos que representa. También es más doloroso para la persona, sufre mucho más. Es común en personas con trastorno límite de la personalidad.

Es muy interesante esto que dice de que el objetivo de la seducción es crear apego seguro.

Bueno, evidentemente es más complejo, pero sí, estamos de alguna manera programados para ello. Dentro de esa programación hay una serie de estrategias que son innatas y universales, como puede ser la seducción, que una persona trate de de mantener una posición social elevada o que una mujer cuide mucho de su belleza y de su imagen. Son actitudes que, de alguna manera, tenemos como mandatos. Por ejemplo, que un hombre se compre un coche caro y un reloj de oro está de alguna manera motivado por ese deseo de seducir, de ser incluido en vínculos emocionales, no solo con su pareja.

La herida de abandono de la que habla en el libro, ¿qué significa?

Tiene que ver con la necesidad del bebé no satisfecha, cuando tiene la percepción de que no va a conseguir que le atiendan, Entonces, se da la idea de que no podrá sobrevivir por si mismo, que está solo en un vacío emocional, existencial. Y cuando conecta con alguien, cuando crea una relación de pareja, por ejemplo, y esta se rompe, vuelve a sentir lo mismo. Viene de la infancia, de madres o padres que no han podido crear esa seguridad, ese sustento emocional en el hijo.

¿Y en qué edad cronológica se crea esta herida?

Por lo general, las heridas se crean muy pronto. No creo que existan estadísticas, porque esto es muy complicado de comprobar. Yo diría que entre el año y los 2 años. Es donde se crean las mayores heridas. El bebé ya con un año puede desarrollar estas heridas porque hay una comunicación, hay un contacto y un vínculo. Imagina que un bebé mira a su madre y que, a lo mejor, la madre, en vez de mirarlo, no conecta con el bebé y no le mira a los ojos. Se ha comprobado que un bebé puede crear un apego inseguro solamente por eso.

¿Son muy difíciles de cambiar esos patrones?

En realidad, los estilos de apego en sí mismos no se cambian, no se trata de una etiqueta o una patología. Nosotros hemos aprendido en la infancia, a lo largo de nuestra experiencia, muchas estrategias de apego y nacemos predispuestos también a un estilo determinado por nuestro temperamento. Se puede ser más de un estilo seguro y también ejercer estrategias de estilos inseguros. Lo que sí puede suceder es que tengamos que aprender nuevas estrategias, mejorar las que ya tenemos o prescindir de otras ineficaces para ir acercándonos a un apego más seguro.

¿Qué significa la dependencia emocional?

No solo tiene que ver con el apego, pero en este caso si un niño que tiene que depender emocionalmente de su madre para que le cuide y la madre se enfada, o no le hace caso, las emociones del niño, que dependen de ella, sufren. De adultos, podemos tener un amigo o una persona que nos hace sentir muy bien y sin cuya presencia no estamos bien. Podemos tener dependencia emocional. En pareja, cuando uno de los dos sufre porque le están tratando mal o no le quieren y, aún así, permanece, puede tener esa dependencia emocional.

¿Como una adicción?

Muchas veces, aunque no siempre. En el enamoramiento una persona conoce a otra, se enamora y empieza a sentir una euforia, una química muy elevada. Si luego esa persona desaparece, o no está accesible, es como si hubiese tomado una droga fuerte, lo que llamamos un enganche. Cuando una persona es tu figura de apego, por decirlo así, o tu figura en este caso del enamoramiento, y se va, tú sufres ansiedad. Cuando la persona vuelve, se calma tu ansiedad. En eso funciona exactamente igual que una droga.

Parece que la ambivalencia engancha.

Sí, justo. Cuando tú sientes ansiedad por la pérdida y recuperas a la persona, se alimenta la adicción.

Dice en el libro que un vínculo satisfecho te deja centrarte en otros campos de la vida, una vez que la supervivencia emocional está asegurada.

Tenemos un mandato para crear vínculos. Si no los creamos, no nos sentimos seguros. Parece que en nuestra vida nunca estaremos bien porque, emocionalmente, necesitamos algo.

¿Por qué se tiende tanto al drama?

El drama tiene más que ver con las características de la persona emocionalmente hablando. O sea, hay personas que tienen grandes necesidades emocionales y el drama en sí mismo les proporciona esa emocionalidad, aunque sea negativa. A mi parecer, esto tiene más que ver con la predisposición con la que nacemos. Quiero decir que hay niños que nacen con temperamentos muy elevados, hay bebés que realmente no paran y que chillan y que gritan y son más intensos. También los hay que son más tranquilos.