Badajoz
Jugar a la lotería, mucho más que comprar un décimo
Ofrecer perejil a San Pancracio, comprar el décimo de lotería donde se haya vendido "el gordo"o se haya producido una tragedia, son ritos que cumplen los españoles para conjurar la suerte de las hadas y que éstas les agracien con el primer premio del Sorteo de Navidad.
Las manías de los compradores de lotería son muchas. Pueden estar abonados a un número muchos años, comprar siempre la misma terminación, sentir predilección por los números altos o bien, buscar por todas las administraciones el número con el que soñaron la noche anterior.
Algunos siguen la tradición de poner perejil encima de la imagen de San Pancracio que debe ser robada o regalada pero que no surtirá ningún efecto si es comprada por la persona que pretende obtener su favor. Asimismo, se suele comprar lotería en aquellas o zonas en las que a lo largo del año ha ocurrido alguna catástrofe por la superstición de que la fortuna llega más fácilmente a estos lugares.
Otros tienen en cuenta las estadísticas, y estas confirman que la cifra final más repetida en el Sorteo de Navidad es el 5 mientras que la que menos veces ha salido ha sido el 1.
La Lotería Nacional ha originado numerosas anécdotas. En 1961 un asno se comió un décimo de lotería premiado. Su dueño, propietario de una serrería dejó unos papeles entre los que se encontraba el décimo sobre unos maderos.
En 1984 Narciso Ibáñez Serrador rechazó el número 4.414 porque no le gustaba e invirtió las 400.000 pesetas que jugaban los miembros de su equipo de televisión en otro número. Dejó de ganar 400 millones de pesetas.
En 1985 el director de una entidad bancaria en Herrera del Duque (Badajoz) resultó agraciado con el premio gordo en el número 63.369 después de buscarlo por todas las administraciones de lotería. El afortunado banquero había consultado un libro de Horóscopos según el cual debía escoger un número terminado en nueve y que las otras cuatro cifras sumaran un múltiplo de nueve.
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