
La opinión de Paloma Pedrero
Maduros tardíos
Los hombres tienen enormes dificultades para admirar a una mujer. Solo estarían con ella si muriese de placer con él en la cama, y eso, reconozcámoslo queridos, es complicado en la edad tardía

Animada por la noticia de que Meryl Streep se ha vuelto a ennoviar a sus setenta y cinco, me decido a escribir este artículo con cierta ironía. A ver, creo que lo de Meryl es prácticamente imposible en España. A los hombres de madurez tardía de aquí no les gustan las mujeres de madurez tardía. Los pocos que hay atractivos o con poder y dinero se las buscan jóvenes, quizá con la esperanza de retrasar su decadencia. Debe ser cansadísimo, pienso yo.
¿Cómo seguir la marcha de una jovenzuela? Ah, bueno que ellas les admiran, lo olvidaba. Los hombres, sin embargo, tienen enormes dificultades para admirar a una mujer. Solo estarían con ella si muriese de placer con él en la cama, y eso, reconozcámoslo queridos, es complicado en la edad tardía.
Con estos mimbres, los hombres de mi edad están con las de alguna posterior, las mujeres solas. Es una pena porque, aunque nosotras ya no queremos compartir lavadora, sí que estamos ricas todavía. Ricas en saber, en aceptar, en dar dulzura; ricas de cuerpo y alma. Veo tantas damas mayores bellas por ahí que me encantaría ser bisexual. Pero no, no tengo ese privilegio. Hablando de ver, ¿por qué los caballeros maduros cuando los miras por la calle se estiran y retiran la mirada? ¿Tienen miedo a un ataque sexual? De verdad que no, compañeros. Solo queremos saber si podría ser un probable, si ese no nos retira la mirada.
Ellos están casados, solos o con otro. Sí, porque últimamente casi todos están con otro. ¿Dónde están los heteros? En mis alrededores desde luego no. Mi última ilusión, un psiquiatra con dificultades para escuchar, me tuvo entretenida meses, hasta que descubrí que a quién evocaba en el karaoke era a su madre. En fin, que esto no puede ser. Me dice mi amiga Rosa que hay que irse a Latinoamérica para ligar. ¡Qué no, qué sale muy caro!
Ustedes, los heteros interesantes, tienen que atreverse con las de su edad. ¡Vamos, valientes, verán qué rico!
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