Asuntos sociales
«Marta ha sido la hija, la hermana y la amiga de muchos españoles»
Madre de Marta del Castillo
Ha vuelto a no poder dormir por la sucesión de acontecimientos que ha provocado la séptima versión de Miguel Carcaño sobre el asesinato de su hija, Marta del Castillo. Su rostro limpio de ojos doloridos es reconocible para casi todos desde que la tragedia se colocara en la intimidad de su casa. Pero no se rinde.
–¿Qué sensaciones le ha generado la última declaración de Carcaño? ¿La conocían?
–Algo sabíamos, pero evidentemente ha removido mucho. Si le damos veracidad a esta versión, duele infinitamente que después de todo lo que Miguel contó sobre el porqué se le golpea, diga ahora que murió prácticamente por defenderlo. Me gustaría tenerlo cara a cara para preguntarle cómo ha podido callar y mentir tanto, por mucho miedo que le tenga a su hermano –Francisco Javier Delgado–, cuando Marta murió por defenderlo.
–Pero, de ser cierto lo que cuenta ahora, ¿por qué ha aguantado cuatro años en la cárcel sin hablar?
–Ésa pregunta también me la hago yo. Aunque me puedo poner en su piel y pensar que cuatro años en la cárcel tienen que pasar factura de alguna manera y que está solo, con mucho tiempo para darle vueltas a la cabeza y sin nadie que le diga lo que está bien o mal; lo que tiene que hacer. Siempre hemos dicho que está dirigido por el hermano. Él y todos los que hayan estado implicados. Creo también que ha madurado y que quiere que Marta aparezca. Dice que para que nosotros podamos descansar. Pienso que, prioritariamente, es para que pueda descansar su conciencia.
–¿Le creen entonces?
–No podemos hacerlo a pies juntillas porque ha dado mil versiones mintiendo. Pero sabemos que detrás de todo esto hay un trabajo de un grupo de la Policía que ha ido muchas veces a verlo a la cárcel, se han quitado días de estar con sus familias, incluso permaneciendo dos horas delante de él sin que mediara palabra entre ellos. Todo ese trabajo ha dado como resultado un informe policial en el que tengo fe porque la Justicia ha demostrado que no se puede confiar en ella.
–Sin embargo, se dijo que se cometieron errores policiales en la investigación, ¿lo comparte? ¿Y judiciales?
–No puedo valorar eso porque todo el caso de mi hija ha sido un maremágnum. Al principio dijimos que la Policía cometió el error de no tener en cuenta dos denuncias aquella misma noche de la desaparición de Marta. Luego, las mentiras que han vertido Carcaño, el menor –«El Cuco»–, Samuel Benítez–... han contribuido a que esto sea una bola que cada vez se ha hecho más grande. No soy quien para echarle la culpa ahora a unos u a otros. Pero evidentemente ha habido dos juicios vergonzosos, dos sentencias que no aclaran cómo murió Marta ni dónde está. Es indignante que la Justicia no te pueda devolver el cuerpo de tu hija habiendo una serie de personas implicadas y alguien que se confiesa autor del crimen. No puedo tener fe en la Justicia.
–En ese contexto, ¿qué le parece que la Fiscalía no hiciera ni una sola pregunta a Miguel cuando el juez lo llamó para ratificar su versión?
–Estamos tan acostumbrados a que nos den portazos en la cara que, por un lado, no te sorprende. Aunque, si te paras a pensarlo fríamente, te preguntas: si la Fiscalía me falla, que debe estar de parte de las víctimas, ¿qué queda? Aunque piensen que ésta es la séptima mentira de Carcaño, están en la obligación, sino judicial, moral, de intentar llegar a la verdad. Te da la sensación de que quieren darle carpetazo al asunto y no remover más el «caso Marta del Castillo». Creo que piensan que Miguel es el culpable, pero si no llegamos a la verdad, nunca lo confirmaremos. Mi esperanza es que se busque en La Rinconada, que mi hija esté allí y que la pueda enterrar.
–Tal vez el sistema judicial tema volver a quedar en evidencia...
–Bueno, de un mismo suceso se han hecho dos juicios y hay dos sentencias. Es aberrante. Ha habido fallos judiciales que se ven en las sentencias, pero nadie podrá decir que se ha metido en la cárcel a un inocente porque Miguel Carcaño confesó. La matara él o no, nos ha hecho sufrir mucho a la familia y ha vuelto loca a una sociedad entera. Ha dado mucho trabajo y eso es imperdonable. Para mí lo principal aquí sigue siendo encontrar a mi hija.
–Entiendo que no ha perdido la esperanza de hacerlo...
–Nunca lo haré. Me levantaré todos los días de mi vida pensando: a ver si es hoy el día en que aparece.
–¿Considera que se ha hecho lo suficiente?
–No lo sé. No puedo tener queja de lo que se ha buscado a mi hija. Recuerdo en los primeros momentos esas búsquedas que se quedarán en la memoria de todos. La Policía ha intentado enmendar el error y no le quito mérito a nada de eso. Luego, nos hemos visto un poco, sino abandonados, sí desamparados judicialmente. Tenemos una Ley muy garantista que protege mucho al culpable y desampara a las víctimas. Me dolió mucho cuando la Fiscalía de Menores protegía tanto a la niña de Camas, por ejemplo, y nunca vi un ápice de ese afán con mi hija, que tenía 17 años. Debían haber protegido su memoria, su imagen. También hemos sospechado que había implicada una persona que, como dice mi marido, «tiene padrino en esta vida y se bautiza»... Hemos sentido que es mentira que la Justicia sea igual para todos.
–¿Siente, en cambio, el apoyo de la sociedad española?
–Mucho, no nos han dado la espalda, al contrario, llevamos cuatro años con esta lucha y todavía hay gente que nos para y nos anima.
–En ese ámbito familiar, intuyo que hoy, Día de la Madre, se ha convertido en una de las fechas más difíciles del año...
–En casa, el Día del Padre o el de la Madre no se celebran de manera muy especial. Cuando las niñas eran más pequeñas me dibujaban una tarjeta, hecha con todo el cariño, y me sentía la madre más grande del mundo. Hoy, para mí ya no es muy significativo. El mejor regalo del Día de la Madre de este 2013 y en adelante sería que me dijeran: «Ha aparecido Marta». No quisiera más regalo del Día de la Madre ni de cumpleaños ni de Navidad... Y es muy duro tener que decir que el mejor regalo que te puedan dar sea el cadáver de tu hija. Aunque entiendo que tengo otras dos...
–Criarlas en medio del calvario ha tenido que ser duro, ¿cómo viven la ausencia?
–Lo ha sido. Me tengo que levantar todos los días haciendo de tripas corazón, aunque hay algunos que no me movería de la cama. Quieres dejarte y te da igual que amanezca como que no, pero luego sientes que en la habitación de al lado hay dos niñas que te necesitan. Ahora mismo quizá ellas ni siquiera lleguen a entender el alcance de la lucha interna que llevamos su padre y yo para que esta casa se parezca a lo que era. Todos los días tengo que hacer un poco de comedia, ser algo actriz. Van creciendo y surge el tema de salir, de los amigos... como con su hermana.
–¿Se parecen a ella?
–La pequeña sí. No tanto en lo físico como en los gestos y en la manera de ser. Tienes que vivir su día a día intentando mostrarles que eres una madre normal. Aunque sé que ellas saben que su padres por dentro están sufriendo y también intentan disimular.
–Una madre normal... ¿es consciente de que se ha convertido en un ejemplo por su valentía, su fortaleza y su empeño en buscar la verdad?
–Es como si mi vida se hubiera dividido en dos partes, como si llevara dos vidas paralelas. Una intentando ser la madre de siempre y otra, la madre fuerte, aunque tenga momentos bajos. A veces se te hace muy cuesta arriba. Volver al trabajo me ha ayudado mucho porque aunque me vengan flashes con la cara de mi niña a la cabeza, tengo que retomar lo que estoy haciendo. Con todo, muchas veces me veo en la tesitura de que no puedo. Sé que no estoy al cien por cien con mis hijas en los estudios, por ejemplo, aunque lo entienden. Intentan no reclamarme mucho. Se portan muy bien y nunca las hemos escuchado quejarse, en el sentido de plantear por qué no se acaba esto ya. Sólo se apartan cuando vamos juntos por la calle y nos para la gente, pero es entendible. Necesitan su anonimato. Por ellas lucho y me doy cuenta de que no me puedo volver loca, que no puedo hacer una barbaridad. Aunque vea que nos rodean tantas mentiras, cosas incoherentes...
–¿A qué se refiere?
–El menor ha salido, Samuel... Parto de la base de que no puede tener el mismo castigo el que calla que el que lo hace. Pero Samuel lo sabía desde el mismo día que pasó. Me vio en casa rota de dolor... Cómo pudo tener la frialdad de callar durante 21 días. Eso no tendrá condena penal, pero socialmente la debe tener de por vida. Le deseo que cada noche sueñe con mi hija. El menor igual. Miguel lo señala y dice ahora que salió corriendo tras enterarse de lo que pasó. Cómo puede no hablar de un crimen y decir en un juicio: «Marta también era mi amiga». El nombre de mi hija se mancha en su boca.
–¿El hermano de Miguel se ha puesto en contacto con vosotros en algún momento?
–No, ni los padres del menor ni los de Samuel. Nadie ha venido a decirnos lo siento, aunque creo que mi hijo es inocente. Pero eso es francamente lo que menos me importa. Siento que no sólo los implicados han estado mareando la perdiz. En el círculo del menor, su madre ha estado mintiendo. El de Samuel, por su parte, se ha mantenido en segunda fila, pero familiares suyos viven en el barrio y te llegan comentarios de, por ejemplo, su abuelo... Entiendo que es su nieto, pero Marta es mi hija. Francisco Javier no tenía muy buena imagen entre los amigos de Marta. Todos comentaron que tenía una pistola.
–Él se lo ha negado al juez...
–Qué va a decir. Del 24 al 25 ya mintió. Le contó a la madre de Alejandra –amiga de Marta– que hacía tres meses que no veía a su hermano y que no conocía a mi hija. Hora y media después le admitió que había estado con Miguel por la tarde. No queremos buscar una cabeza de turco, pero nuestras sospechas siempre han apuntado hacia él porque mintió desde el principio. La suerte que ha tenido es que dos sentencias lo absuelven y la ha tenido porque hay gente que le está dando cobertura, evidentemente.
–El magistrado ha archivado las nuevas diligencias abiertas contra él, pero ha dejado una pieza separada abierta para que se pueda seguir buscando el cuerpo, ¿no?
–Sí y eso le honra. Como madre se lo agradeceré siempre. Y si esa puerta se cierra, estoy segura de que no van a faltar manos en La Rinconada para buscar a mi hija. Si nosotros hiciéramos un llamamiento, creo que sobrarían personas y faltaría tierra que escarbar.
–¿Seguirán incluso por su cuenta?
–Es lo que nos queda. Tengo en la vida ya dos misiones: criar a mis otras dos hijas y seguir buscando a Marta. Si el destino no me deja disfrutar viéndola crecer, lucharé para que pueda aparecer. Estaba orgullosa de ella y si creemos esta versión de Miguel más orgullosa me tengo que sentir. No la quiero considerar una mártir, pero sí una niña generosa, buena, que no veía la maldad en nadie y lo demostró hasta el día de su muerte.
–¿La recuerdan entre ustedes?
–No buscamos la conversación, pero sí. Hablamos de Marta y no desde el dolor de lo que ha pasado. Comentamos momentos de risas, recuerdos bonitos y ellas a veces se ríen. Quiero que mantengan siempre vivo el recuerdo de su hermana, pero el de cuando estaba con nosotros. Siempre va a vivir en nuestro recuerdo, en el corazón y espero que en la memoria.
–Diría que en la de todos...
–Creo que sí, que Marta ha llegado a ser la hija de muchas madres, la hermana o la amiga de muchos. (Se le escapan algunas lágrimas). A veces he creído que no me quedaban, que ya había llorado tanto que había cubierto mi cupo. Pero siempre aflora alguna.
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