Max Ortiz Catalán : «Hemos conseguido reducir el dolor fantasma»

Este bioingeniero norteamericano de origen mexicano ha dado un paso más en la búsqueda de prótesis de brazo que se adapten a las necesidades de cada paciente. Ha creado la oseointegración, «una ampliación de titanio de tu propio hueso», afirma a LA RAZÓN.

-¿Qué es exactamente la oseointegración?

El problema es que tienes que conseguir unir un sistema mecánico artificial a la parte biológica humana. Gracias a la oseointegración conseguimos una conexión directa al esqueleto. La descubrieron en Suecia, en los años 50, con los implantes dentales.

-¿Cómo funciona?

Anclamos directamente la prótesis al esqueleto. Es una «interface» muy estable y es importante para brazos y piernas.

-¿Cómo se controla?

En las piernas se usan sensores de movimiento y fuerza, pero en las manos el poder suele venir de una batería. La tecnología estándar tiene muchas limitaciones porque sólo tiene dos señales de control (abrir y cerrar). Nosotros implantamos los electrodos debajo de la piel, directamente en los músculos y nervios, para así acceder a músculos más internos y coger más señales. Reconectas nervios, así que cuando el paciente piensa en cerrar la mano, lo hace. El cable va a través del implante de titanio, es el puerto de comunicación.

-¿El paciente siente?

Ponemos sensores en la mano robótica y, al cerrar y hacer contacto con algo, esa conexión se siente. Con neuroestimulación activamos el nervio.

-¿Cuántas personas lo han probado?

Ahora sólo tenemos a dos pacientes, pero el próximo año ya serán 16. En un par de años va a ser un producto comercial.

-¿Qué avances se están consiguiendo contra el dolor del miembro fantasma?

Con esta técnica desaparece. No es una técnica intrusiva.

-¿Existen nuevas técnicas?

Sí, justamente «Lancet» me acaba de aprobar sobre un sistema para el dolor fantasma y con un coste no tan permisivo. Basándonos en la terapia del espejo somos capaces de recrear el miembro que no tienen.