Parque natural del Alto Tajo
Bambi «terminator»
La explosión poblacional de ciervos en el Alto Tajo dispara los daños millonarios para la agricultura
Los ciervos no son, pese a su señorío y belleza, tan inofensivos como se cree. Si no que se lo digan a los cientos de agricultores de la comarca del Señoría de Molina, en Guadalajara, que están viendo cómo sus horas de labranza no dan los frutos esperados. Los campos de cereal que plantan son un rico manjar para la población creciente de ciervos del Parque Natural del Alto Tajo. La falta de una correcta gestión cinegética por parte de la Administración está detrás de los daños al cultivo producidos por los ciervos, según denuncian desde la COAG. Los ciervos campean a sus anchas dentro y fuera del enclave protegido. Buscan comida, su población creciente hace que salgan en busca de un bocado, y si en vez de pasto es cereal, mejor. «La población de ciervos en el Parque se ha quintuplicado en los últimos tres o cuatro años. Se desconoce el número de cabezas y ése es el problema, no existe ninguna regulación por parte de las administraciones. La labor cinegética tenía que haberse reforzado y no se ha hecho, se siguen dando el mismo número de cazas que antes (permiso que da la Administración para el control poblacional, no cacerías) y si no quieren regular que indemnicen por los daños», explica Nacho Novo, responsable técnico de COAG.
El principal problema son las hectáreas de cultivo más próximas al parque. «Están afectadas unas 60.000 hectáreas. Los ciervos devoran prácticamente todo el cereal. Van hacia las zonas en las que hay menor población de ciervos y están afectando cada vez a más hectáreas», denuncia Novo. De ahí que muchos agricultores estén abandonando su actividad en tierras que son productivas, a pesar de que por cada hectárea de trigo o cebada que el agricultor deja de cultivar pierde 800 euros, según cálculos de COAG.
«Ha habido días en los que se han llegado a contar 180 animales en una sola parcela de cinco hectáreas. Ya está bien. No se trata de un caso aislado. En cualquier momento se pueden contar 70 u 80 ciervos en una parcela», asegura Ángel Galve, presidente de COAG Guadalajara. «Los daños económicos que están causando hace que los agricultores se estén negando a cultivar la tierra, y viven de esto. Hay más de 300 agricultores afectados», añade.
La situación es insoportable. Quieren que se les escuche y se ponga remedio. Y ante la ausencia de respuesta ya han enviado a la Consejería casi 900 firmas «para solicitar a la Administración que se haga responsable y gestione debidamente la población o apuesten por el vallado, y se han de hacer cargo de los daños ocasionados», añade Novo.
«El problema, que ya afecta a 15 pueblos, se les ha ido de las manos. De cereal recogemos el 30 por ciento; el resto se lo comen. Yo antes recogía 350.000 kg de cereal y ahora, 100.000. De girasol, nada», explica José Antonio Maldonado, uno de los afectados. Sobre posibles reacciones por parte de grupos ecologistas, que hace poco denunciaron que se había dado una matanza, asegura que «sólo queremos que se gestione o nos indemnicen por los daños. Si no se toman medidas, las 70.000 o 90.000 hectáreas afectadas en dos años se convertirán en 200.000», denuncia Maldonado. Resulta clave lograr una solución para que fauna y actividad agraria sean compatibles.
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