Cambios climáticos
El cambio climático «seca» toda la Antártida
Afecta también a la región oriental, que se creía menos vulnerable, según un estudio
Un equipo de 14 investigadores ha encontrado la primera evidencia de que el cambio climático está afectando a los ecosistemas terrestres en la Antártida Oriental porque seca su vegetación. Esa parte del planeta no se ha calentado de la misma forma que la Antártida Occidental y la Península Antártida, que son de los lugares que más rápidamente han sucumbido al calentamiento global, informa Servimedia.
El estudio fue realizado por científicos de la Universidad de Wollongong (Australia), la División Antártica Australiana y la Organización Australiana de Ciencia y Tecnologías Nucleares, que descubrieron que la vegetación en la Antártida Oriental está cambiando rápidamente como respuesta a un clima seco.
El trabajo, publicado en la revista ‘Nature Climate Change’, indica que la Antártida Oriental se ha vuelto más fría, ventosa y seca debido a los efectos combinados del cambio climático y el agotamiento de la capa de ozono.
A partir de 2000, los investigadores analizaron viejos lechos de musgo cerca de la base australiana Casey, que conforman el ecosistema de plantas más grande de la Antártida Oriental.
Sharon Robinson, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Wollongong y autora principal del estudio, indica que cuando los investigadores comenzaron a monitorear el lecho de musgo en el año 2000 pensaron que cualquier cambio sería muy gradual.
«Nos sorprendió mucho cuando vimos lo rápido que estaba cambiando. Después de un estudio piloto en 2000, establecimos el monitoreo en 2003. Cuando volvimos en 2008, todos esos lechos de musgo verde se habían puesto de color rojo oscuro, lo que indicaba que estaban muy estresados. Fue un cambio muy dramático», apunta.
Al buscar la causa de ese estrés, los científicos encontraron la evidencia de un clima seco y la composición cambiante de las especies vegetales. Cuando comenzó el estudio, los lechos de musgo estaban dominados por ‘Schistidium antarctici’, una especie que puede sobrevivir largos periodos bajo el agua y que a menudo eran los lechos de musgo de Casey durante el breve verano de la Antártida. Para 2013, muchas de esas áreas estaban siendo invadidas por otras dos especies de musgo que prosperaban en condiciones más secas.
Melinda Waterman, de la Universidad de Wollongong y coautora del artículo, apunta que los investigadores también hallaron evidencias de sequedad en los mismos brotes de musgo, que, al igual que los anillos de los árboles, conservan un registro del clima pasado.
«Cuando rastreamos los núcleos de los brotes de musgo obtenemos estas señales que nos dicen cómo estaban de húmedos o secos mientras crecían. Algunos de los musgos tienen cientos de años, por lo que nos ofrecen un muy buen registro climático para esta parte de la Antártida», añade Waterman.
Esta investigadora subraya que los científicos utilizaron el pulso de la bomba de radiocarbono (el pico de radiactividad en la atmósfera causado por las pruebas de armas nucleares, que alcanzó su punto máximo alrededor de 1965) para fechar con exactitud los núcleos de musgo. «Descubrimos que muchos están creciendo en condiciones más secas ahora que en la década de 1960. De los 18 musgos de los que se tomaron muestras, la mayoría mostró evidencia de estar secos y un 40% de sequedad significativa. Sólo tres no mostraron estarlo», añade.
Los datos de las estaciones de la Oficina de Meteorología en la Antártida Oriental muestran que esta parte del planeta se ha vuelto más fría y ventosa en el mismo periodo. «El hecho de que hace más frío durante el verano significa que hay menos agua de deshielo, nunca llueve allí abajo, por lo que todo el agua debe provenir del derretimiento de la nieve y el hielo», recalca Robinson.
Esta investigadora indica que «el agujero de la capa de ozono y el cambio climático han acercado los vientos del oeste a la Antártida, lo que ha incrementado la velocidad del viento y lo ha hecho más frío y seco. Es la primera evidencia de que las comunidades de la Antártida Oriental se han visto afectadas por el cambio climático y el agotamiento de la capa de ozono», agrega.
Robinson apunta que el mensaje más amplio de este estudio es que ninguna parte de la Tierra se libra de las consecuencias del cambio climático. «Pensamos en la Antártida como un desierto prístino, pero el cambio climático y el agotamiento del ozono tienen un gran impacto allí. Lo que hacemos en el resto del mundo afecta a las plantas y animales en la Antártida», añade.
Al mismo tiempo, lo que sucede en la Antártida afecta al resto del mundo porque a medida que los vientos del oeste que circulan en ese continente se mueven hacia los polos están cambiando los patrones del clima en todo el hemisferio sur.
«Otro mensaje de esto es que no anticipamos necesariamente las consecuencias de lo que hacemos. Sabíamos que el agotamiento del ozono aumentaría la radiación ultravioleta, pero pasaron décadas antes de que supiéramos que afectaba el clima», comenta Robinson.
Esta científica apunta que esos vientos cambiantes están afectando al sur de África, Sudamérica y Australia porque están arrastrando todas las bandas meteorológicas hacia el sur. «Algunas áreas se están mojando y las áreas más húmedas se han secado mucho. Está afectando la forma en que los árboles crecen en Nueva Zelanda y al extremo sur de Chile, donde los árboles crecen menos, los bosques se están contrayendo y hay menos agua para las centrales hidroeléctricas», apostilla.
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