Mascotas

El Dóberman no puede volverse loco; el Cavalier sí

La siringomielia es una enfermedad neurológica rara que afecta sobre todo a las razas pequeñas y es difícil de diagnosticar.

Pese a la creencia popular, la siringomielia afecta sobre todo a razas pequeñas como al Cavalier y no al Dóberman
Pese a la creencia popular, la siringomielia afecta sobre todo a razas pequeñas como al Cavalier y no al Dóbermanlarazon

La siringomielia es una enfermedad neurológica rara que afecta sobre todo a las razas pequeñas y es difícil de diagnosticar.

- urante mucho tiempo, el Dóberman ha sufrido las consecuencias de los mitos que han divulgado personas que no saben nada sobre esta raza. Ha sido señalada y vejada por problemas o enfermedades que no padece o no son originarios de la misma. Entre ellas, se encuentra la siringomielia (SM), una enfermedad neurológica rara que se origina a causa de un trastorno anatómico conocido como «Malformación Tipo-Chiari o CM». Se trata de una anomalía, donde el tamaño del cráneo del perro es demasiado pequeño como para albergar adecuadamente la masa cerebral. Una vez producido esto, se deriva la SM, que se desarrolla en la parte trasera de la cabeza o a lo largo de la médula espinal originando cavidades quísticas llenas de líquido céfalo-raquídeo (LCR).

Lo que nadie se imaginaba es que esta patología existiera en un cánido más pequeño que el Dóberman, concretamente en el Cavalier King Charles Spaniel (CKCS) –un perrito de entre 5 y 9 kg, juguetón y nada agresivo–. «Ni siquiera la Real Sociedad Canina Española (RSCE) lo permitiría. Es una raza tan potente que le hubiera eliminado desde el principio, ya que sería un grandísimo defecto de la misma y con una peligrosidad increíble», comenta Borja Capponi, etólogo de campo canino. Así pues, el experto desmiente esta leyenda urbana y afirma que «el Dóberman no se vuelve loco, es una de las historias más estúpidas que he escuchado y que se sigue manteniendo. Un perro no puede enloquecer a los cuatro años y menos el Dóberman, cuya raza no es originaria de esta enfermedad». Según la creencia extendida, desde su aparición este can era una especie agresiva y esquizofrénica creada para la función defensiva que, cuando llegaba a sus cuatro años de edad, se volvía loca y atacaba sin control. «Si llegara a darse el caso de cierta inflamación o encefalitis, el animal estaría en condiciones muy graves, incluso fallecería al poco tiempo», cuenta el etólogo. No obstante, un estudio de la Asociación de Veterinarios Especializados en Animales de Compañía afirma que «la Siringomielia puede afectar a ambos sexos y a todas las razas. Aunque, es una enfermedad casi exclusiva de razas pequeñas, siendo el CKCS aquella en que la frecuencia es más alta. Además, ésta presenta evidencias convincentes de que es hereditaria». Asimismo, la asociación también tiene en su lista otras razas en las que se podría encontrar esta patología: Grifón de Bruselas, Caniche Toy, Yorkshire, Maltés, Pug, Pomerania y Pekinés. Samuel Namer Levi, doctor veterinario en Clínica Veterinaria del Planetario, explica en qué se basa: «La Siringomielia comienza a formarse en la médula espinal, a nivel del cuello y se expande lentamente, destruyendo el centro de la misma y dañando las fibras que recogen la información de las sensaciones del dolor y de la temperatura». En consecuencia, el animal va padeciendo ciertos síntomas que le llevan a la desesperación: dolor de cabeza, debilidad en las extremidades, falta de coordinación, dormir con la cabeza elevada y molestias en las terminaciones nerviosas, lo que hace que el perro se lama y muerda la piel constantemente.

Otro estudio, realizado por «Passionate Productions» llamado «Pedigree Dogs Exposed», explica que «es debido a los cruces indiscriminados y por la pasión que tiene el ser humano de crear, dando lugar al desarrollo, por ejemplo, de razas con cráneos pequeños y morros estrechos». «A la sociedad le parece divertido mezclar unas con otras sin saber el problema que puede conllevar eso. Son cruces obsesivos con el fin de crear a nuevos seres tal y como a ellos les gustarían: patas cortas, orejas largas, etc. Lo que hace que los perros sufran enfermedades raras y complicadas», añade Capponi. Es cierto que es una de las patologías más desconocidas y poco habituales en veterinaria, aunque cada vez están más presentes en la clínica diaria gracias a las técnicas de diagnóstico por imagen, como la resonancia magnética (RM) o el TAC. Un signo predominante es el rascado persistente con aparente dolor en la región del cuello, facial y del hombro; aunque los síntomas pueden empeorar según las circunstancias. Los primeros indicios se pueden presentar entre los seis meses y los tres años de edad. En lo que refiere al tratamiento médico, el TAC es una técnica recomendable para aquellos pacientes candidatos a cirugía de descompresión, para así poder visualizar mejor el defecto óseo y planear de manera anticipada el procedimiento. «Personalmente no conozco ningún caso. La SM se suele diagnosticar en los últimos años gracias al uso de la resonancia magnética, pero muchas veces ésta no se puede realizar por razones económicas, ya que es una técnica bastante cara», concluye Namer.