Cambios climáticos
El eslabón perdido de «El Niño»
Un estudio sugiere un cambio de paradigma sobre cómo se genera y se predice este fenómeno, centrado en la actividad sísmica, lo que podría ayudar a combatirlo
El fenómeno de El Niño, analizado durante décadas siguiendo un patrón estadístico, debería ser revisado en profundidad, según un nuevo estudio que desarrolla un modelo físico basado en niveles de sismicidad y una alta precisión de predicción.
Bajo el título de «El eslabón perdido en la generación del fenómeno de El Niño», la investigación fue elaborada por el científico español Fernando Mato y el griego Theofilos Toulkeridis, y publicada en su última edición por la revista especializada «Science of Tsunami Hazards».
De acuerdo con los autores, por primera vez un estudio arroja luz sobre la que puede ser una de las causas que genera este fenómeno climático de devastadoras consecuencias y cuyas predicciones no siempre han sido acertadas.
«Este descubrimiento que por primera vez da con el origen del fenómeno de El Niño supone un cambio de paradigma en todo lo que estaba preconcebido y a su vez en los modelos climáticos globales», explicó en entrevista con Efe Mato, doctor en Telecomunicaciones de la Universidad de Vigo (España) e investigador Prometeo en la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE de Quito.
Así, desde finales de los 60 el estudio de este tipo de eventos naturales se ha centrado en patrones relacionados con la temperatura superficial de los océanos, atmósfera o presión, que conforman los modelos englobados bajo la nomenclatura del fenómeno de El Niño Oscilación Sur (ENSO).
La clave que haría replantearse el modelo vigente, sostiene Mato, ha sido el descubrimiento de una clara correlación entre un gran aumento de la actividad sísmica en unas regiones localizadas dentro de la denominada Placa del Pacífico, originados por movimientos telúricos previos en sus límites y que desencadenarían la aparición de fenómenos extremos de El Niño, esto es, de gran intensidad.
«El cinturón del Pacífico aglutina alrededor del 90 por ciento de la actividad sísmica a nivel global y hay estudios en el pasado que encontraban ciertas correlaciones, pero no demostraban con precisión cual era esa relación», afirma el investigador.
«Nosotros estudiamos el interior de la Placa del Pacífico y descubrimos una correlación entre el fenómeno de El Niño cuando se produce de manera fuerte o muy fuerte, con el aumento de sismicidad en determinadas zonas», precisó.
El incremento sustancial de la actividad sísmica en el Pacífico se producía en paralelo a la aparición de unas «plumas de magma» en en la superficie del fondo marino, en algunos casos de hasta 800 kilómetros y con una temperatura entre 400 y 1.200 grados centígrados, «más que suficiente para generar esa sismicidad».
El estudio analizó más de dos millones de datos al objeto de delimitar los acontecimientos sísmicos, y concluye que episodios climáticos extraordinarios como El Niño ocurrieron por el aumento de la actividad magmática en el subsuelo marino de la Placa Pacífica.
Con este modelo, subraya el autor, se pudo detectar que no eran ciertas las advertencias hechas por la NASA en la primavera de 2015 acerca de que se produciría «El Niño Godzilla» debido a su gran intensidad, porque «no se daban las condiciones».
«Esperamos ya a partir de ahora poder predecir con muchísima certeza, hablamos del 100 por cien incluso, este fenómeno», sostiene el investigador español.
El modelo también permite observar otros tipos de «Niños» de menor intensidad -en los que la actividad sísmica en las zonas delimitadas es visiblemente menor-, que estarían gobernados por el fenómeno de Oscilación Sur.
Este último hace referencia a los cambios en el sistema de presiones de las zonas subtropicales que afectan a la fuerza y dirección de los vientos alisios en el Pacífico.
Por último, lanza un mensaje de tranquilidad a los más agoreros.
«En el corto plazo no se va a producir un fenómeno de El Niño porque no se dan las condiciones necesarias para ese acoplamiento océano-atmósfera debido al bajísimo nivel de sismicidad en el interior de la Placa del Pacífico», concluye.
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