España
La Cartuja aspira a convertirse en una isla 100% renovable en 2025
Endesa se une a las administraciones públicas para transformar el Parque Tecnológico situado en esta isla sevillana en ejemplo de la futura ciudad sostenible. Será autosuficiente energéticamente; los edificios, neutros en carbono, y sólo circularán coches eléctricos por sus calles
La isla de la Cartuja de Sevilla pasó a la fama en el año 92 gracias a la Expo. Hoy en día se ha transformado en un parque tecnológico y empresarial que alberga a 459 compañías, universidades e instituciones de diversa índole. Ahora afronta un nuevo paso gracias a la apuesta de la compañía eléctrica Endesa y al apoyo de administraciones públicas como la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. Para 2025 será una isla 100% renovable, adelantándose en 25 años a apuestas similares.
Los pilares en los que se asienta el proyecto, de nombre #eCitySevilla, son: energías limpias, transporte no contaminante, edificación eficiente, datos abiertos e infraestructura digital. «Hay grandes pretensiones con la descarbonización, debido a la presión del cambio climático. Pero la sensación es que las puertas se están cerrando y pasa un año y otro sin hacer nada en la senda de la reducción de CO2, que además es acumulativo. Nuestro país tiene que reducir el 90% sus emisiones y se ve mucha inversión en el mix energético. Sin embargo, en las ciudades queda mucho que hacer», explica Rafael Sánchez, autor del informe y director de Relaciones Institucionales de Endesa en Andalucía y Extremadura. Además, al implementar todas esas tecnologías no sólo se actúa contra el cambio climático, al mismo tiempo se combate la contaminación.
El emplazamiento de La Cartuja es idóneo para integrar renovables y un modelo de energía distribuida. «Es una isla eléctrica. Eso permite concentrar mucha tecnología que ya existe y es rentable», dice Sánchez. Por un lado, la producción se dividirá entre edificios con autoconsumo y generación fotovoltaica. En total serán 30 MW que cubrirán tres cuartas partes de las necesidades. Antes de la producción se va a eliminar ese 35% de energía restante y se hará con actuaciones de eficiencia energética en 50 edificios. «Con estas dos actuaciones se consigue el balance neutro. Lo primero que se hace en cada edificio es una auditoría externa, luego una sensorización para saber dónde hay que actuar. Aquí es fundamental abordar el modelo de financiación que permita a las empresas acometer estas reformas. Planteamos modelos de ahorro compartido, en los que la empresa proveedora se hace cargo de la inversión necesaria y comparte el ahorro con el dueño del edificio durante unos años. Ambos recuperan la inversión al mismo tiempo», explica Sánchez. Un dato, sólo como ejemplo del potencial de ahorro: con la sustitución de bombillas por LED en la vía pública se esperan reducciones en el consumo de entre el 50 y el 80%.
En un segundo momento se integrarán sistemas de almacenamiento: primero a pequeña escala; en un coche o edificio, y luego con baterías estacionarias. Estas ya se están usando en otras instalaciones de la compañía eléctrica y se basan en tecnologías innovadoras como las pilas de hidrógeno.
Red inteligente
El estudio hace hincapié también en complementar estas actuaciones con una apuesta por los coches eléctricos, porque la movilidad del futuro va a ser eléctrica, conectada, compartida y autónoma. Unos 2.000 vehículos se cambiarán por modelos eléctricos antes de 2025, a través de un plan de accesos prioritarios a vehículos limpios. También se instalarán, al menos, 200 puntos de recarga. La idea es alcanzar un 20% de coches en 2025 y un 37% en 2030.
También es fundamental el desarrollo de una smart grid o red inteligente, que permite el buen funcionamiento de estos sistemas que cuentan con un montón de generadores y consumidores de electricidad. «Lo primero es el desarrollo de sensores. Los 140 centros de transformación que tiene la isla tendrán sistemas de telecontrol, telemando y sensorización. A esos centros les llegará energía de diferentes puntos y tendrá diferentes demandas (de una planta pequeña en un edificio o de uno grande) y ésta siempre tendrá que tener calidad. En la fase dos es donde entre el Big Data y la Inteligencia Artificial. Todas estas estructuras y sensores generan mucha información. La Inteligencia Artificial de la red hace que esta sea capaz de autoconfigurarse y autorrepararse», afirma Sánchez.
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