Cambios climáticos
Plantas cada vez más altas en el Ártico
Una investigación de 130 biólogos concluye que el cambio climático está permitiendo que una vegetación más voluminosa invada la tundra ártica
Hasta hace poco, los pastos de bajo crecimiento y los arbustos enanos eran las únicas plantas capaces de sobrevivir a las duras condiciones climáticas de la tundra ártica. Ahora, un estudio internacional en el que ha participado el CREAF-CSIC ha descubierto que nuevas especies de plantas más altas están colonizando estas regiones.
La investigación, publicada en Nature, ha sido liderada por científicos del Centro de Biodiversidad e Investigación del Clima Senckenberg y del Centro para la Investigación Integral de la Biodiversidad, ambos en Alemania, y realizada por 130 biólogos de todo el mundo.
Se trata del estudio de plantas más exhaustivo hecho hasta el momento, con información de 120 sitios de tundra de las regiones árticas de Alaska, Canadá, Islandia, Escandinavia y Siberia.
El estudio confirma que las plantas más altas han llegado a todos estos puntos árticos y concluye que la ‘invasión’ es consecuencia del calentamiento global.
«El aumento en la altura que hemos observado en la vegetación se ha registrado casi en todas las regiones», señala Anne Bjorkman, autora principal del estudio quien, en el momento del estudio investigaba para el centro de investigación Centro alemán para la Investigación Integral de la Biodiversidad, la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) y la Universidad de Aarhus (Dinamarca).
El estudio ha analizado el aumento de temperaturas alcanzado en el Ártico en los últimos treinta años, y advierte que esta región ha registrado aumentos de un grado centígrado en verano y 1,5 grados en invierno, una de las tasas de aumento más rápidas del planeta.
El trabajo advierte además de que la subida de temperaturas no solo ha aumentado el tamaño de las plantas, sino que también ha modificado la comunidad de plantas.
«Si las plantas más altas continúan expandiéndose al ritmo actual, la altura de la comunidad de plantas podría aumentar desde el 20 % al 60 % para finales de siglo», puntualiza Bjorkman, actualmente en el Centro de Investigación de Biodiversidad y Clima Senckenberg.
Sin embargo, sorprendentemente, esta «invasión» de especies más altas no está provocando una disminución de especies más bajas, sino que ambas están «conviviendo», ha declarado a Efe Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el Consorcio Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF-UAB) y coautor del trabajo.
El trabajo también ha analizado el posible impacto que estas nuevas plantas puede tener sobre el permafrost, la capa de hielo permanente que cubre el suelo en las regiones frías del planeta -como las árticas- y que contiene entre un tercio y la mitad del carbono del suelo del planeta.
Cuando el permafrost se derrite, los gases de efecto invernadero podrían liberarse.
«Un aumento en las plantas más altas podría acelerar este proceso ya que las plantas más altas atrapan más nieve en invierno, lo que aisla el suelo subyacente y evita que se congele rápida y profundamente en invierno», apunta Peñuelas.
«Aunque todavía hay muchas incertidumbres, las plantas de tundra más altas podrían alimentar el cambio climático, tanto en el Ártico como en el resto del planeta», concluye Bjorkman.
Los investigadores también analizaron el tamaño de las hojas y su contenido de nitrógeno, entre otras características, pero no mostraron cambios consistentes en los últimos 30 años.
Estas otras características de la planta fueron fuertemente influenciadas por los niveles de humedad además de la temperatura.
Los investigadores concluyen que la respuesta de la comunidad vegetal en general al calentamiento climático dependerá de si la tundra se vuelve más húmeda o más seca con el tiempo.
Oriol Grau, también científico en el Consorcio Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, señala: «A fin de predecir cómo reaccionará la comunidad de plantas en la tundra en el futuro, es necesario no solo tener en cuenta las alteraciones en la temperatura sino también en la disponibilidad de agua. Si la precipitación o el ciclo del agua cambian, o si el momento del deshielo cambia, esto puede tener graves efectos en la vegetación de la tundra». EFE
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