Caso Marta del Castillo

«No es sólo nuestra hija, es familia de todos los españoles»

Antonio del Castillo asegura que no va «a parar hasta encontrar» a su hija. El padre de Marta considera que la Fiscalía «ha dado un frenazo en seco» a las investigaciones

«Queremos averiguar qué parte de verdad y qué parte de mentira hay en sus palabras. Pero hemos dado con una barrera judicial»
«Queremos averiguar qué parte de verdad y qué parte de mentira hay en sus palabras. Pero hemos dado con una barrera judicial»larazon

Tras su intervención, Antonio del Castillo respondió a las preguntas de tres periodistas: Gloria Lomana, directora de informativos de Antena 3; Javier González Ferrari, presidente de Onda Cero, y Francisco Marhuenda, director de LA RAZÓN.

–GLORIA LOMANA: Quería hacer una reflexión. Primero fueron los forenses, luego el juez, sus abogados también, todos coinciden en que Miguel Carcaño, autor confeso de la muerte de su hija, es un individuo con una conducta de extrema gravedad, capaz de mentir una y otra vez. ¿Por qué ustedes en este último caso en el que ha señalado y ha acusado a su propio hermano han creído que podía estar diciendo la verdad?

–ANTONIO DEL CASTILLO: Cualquier asesino confeso no tiene inconveniente en decir dónde está el cuerpo, a menos que el cuerpo implique a otra persona. Cualquier persona de cuarenta y tantos años, si su hermano tiene una pelea con otra persona y de un golpe la mata, lo lógico es que llame al 112, porque si nos atenemos a la Ley, sería un homicidio imprudente, cuatro años. Esto es lo lógico. Nunca ha implicado al hermano, nunca en toda las versiones había implicado al hermano. Esta vez lo implica. Todos teníamos la sospecha de que el hermano tenía bastante más que ver, pero no imaginábamos hasta qué punto, ahora le ha implicado directamente. Yo siempre he dicho que Miguel Carcaño no dice nunca toda la verdad, sólo dice parte de verdades y parte de mentiras. Queremos investigar qué parte de verdad dice y qué parte de mentira. Pero hemos topado con una barrera judicial, porque la Policía, para seguir investigando, tiene que tener una orden judicial. Por ejemplo, para tener una corroboración de lo que está diciendo Miguel Carcaño, quien empieza esta disputa. Al no tenerla hay que esperar, nos han dado un frenazo en seco.

–G. L.: ¿Cómo explica que el juez y la Fiscalía lo hayan tirado todo por tierra?

–A. C.: Yo lo de la Fiscalía no me lo explico. De buenas a primeras dicen que no se creen nada, y en el interrogatorio a Miguel no le hicieron ni una sola pregunta. Al hermano, Javier Delgado, se le imputa, lo llama el juez a declarar y la Fiscalía tampoco le hace ni una sola pregunta. Yo creo que la Fiscalía es el abogado defensor de todo el pueblo, y está para investigar y para sacar la verdad. Tu puedes creerte una versión o no, pero tienes que preguntar para decir con certeza si está mintiendo.

–JAVIER GONZÁLEZ FERRARI: Ver las cosas a través de los medios no siempre termina siendo el enfoque correcto. Hoy estamos aquí porque después de ese carpetazo, o semicarpetazo, que ha dado el juez, de lo que se trata es de que este caso no caiga en el olvido. Ustedes llevan cuatro años viviendo un auténtico calvario. ¿Se ha encontrado alguna vez en la situación de decir: «Lo dejamos ya»?

–A. C.: Tú puedes dejar un problema de lado. Pero mi hija se convirtió en mi sueño y mi obsesión. Y yo voy a buscarla. A mí no me va a parar una orden del juez. No voy a intervenir mientras la Policía esté allí. Pero yo no voy a parar hasta encontrar a mi hija. Eso lo saben... No puedo decirle más.

–J. G. F.: Son tiempos muy complicados en todos los aspectos. Vamos a asistir ahora a la aprobación de la enésima ley de educación. Quizá, en la educación está la raíz de muchos de nuestros males.Ustedes conocían a Carcaño. Conocían a los amigos de Marta. Ustedes notaron algo raro. ¿Pensaron que podían ser capaces de lo que hicieron?

–A. C.: Marta tenía un grupo de amigos. En la última temporada se le acercó este chico, que vivía en la urbanización al lado de la nuestra. Con él, vinieron «El Cuco» y Samuel, que eran muy distintos del resto. Yo admito todas las ideologías, y no califico a nadie por la apariencia. Le vi con «piercings», etc., y me pareció el más raro. A Miguel Carcaño lo vi cabizbajo, callado, no entraba en la casa, se quedaba fuera. Yo le decía a Marta: «Si hace eso, es porque tú le gustas». Era una deducción de padre. Pero hasta ahí, nada más. Mi mujer es la que se sentaba a hablar con Marta de este tipo de cosas. Eran sus secretos adolescentes. Estuvo saliendo una temporada con él. Y ya me contó que, tras el día de feria que pasó con él, era muy celoso. Partiendo de ahí, no notaba nada raro. Sólo que era distinto del resto de sus amigos.

–FRANCISCO MARHUENDA: Es un enorme honor poderles ayudar modestamente como lo hace toda la sociedad española. ¿Cómo afrontarán el futuro ahora que la vía judicial está cerrada, qué piensan hacer y en qué les podemos ayudar?

–A. C.: Nosotros básicamente vamos a recurrir, como tantos otros recursos que hemos interpuesto. Seguramente empezaremos a recurrir ante el juez, a la Audiencia, al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, iremos a donde tengamos que llegar. Pueden pasar meses –espero que no– hasta que algunos de los recursos funcione y se pueda reabrir el caso. En el caso de que no se pueda reabrir, tenemos una pieza separada para la búsqueda de Marta y contamos con el apoyo total e incondicional del jefe superior de la Policía de Sevilla y de la Policía, que van a seguir buscando, y nosotros también. El futuro que nos espera es encontrarla y agradezco el apoyo que nos brindan siempre los medios de comunicación porque Marta ya no solamente es nuestra hija, es un familiar de todos los españoles.

F. M.:¿Les queda una esperanza de que Miguel Carcaño o algunos, de los cómplices puedan decir la verdad finalmente?

–A. C.: De Carcaño no sé si algún día acabará diciendo toda la verdad, pero si es como dice que fue su hermano, y el juez archiva y cierra (el caso), le queda mucho tiempo para pensar. El hermano no va a decir nada, estoy seguro de que no va a decir nada.