Caso Marta del Castillo
Nueva búsqueda de Marta del Castillo en el Guadalquivir
El juez estudia autorizar otro rastreo en la zona conocida como «río muerto» en base a un nuevo informe. Un tercer testigo sitúa a Carcaño en la zona con una silla de ruedas.
El juez estudia autorizar otro rastreo en la zona conocida como «río muerto» en base a un nuevo informe. Un tercer testigo sitúa a Carcaño en la zona con una silla de ruedas.
El tercer hombre. Un nuevo testigo sitúa al asesino confeso de Marta del Castillo, Miguel Carcaño, en la zona del río en la que la familia de la joven, de cuya desaparición mañana se cumplen 8 años, solicita que se inicie una nueva búsqueda en base a un informe, los datos de un sónar y el testimonio de otras dos personas más. El juez estudia autorizar esta nueva búsqueda.
Este tercer declarante, según la familia, sitúa a Miguel la noche del 24 de enero de 2009 con una silla de ruedas en una zona del Guadalquivir en la que no se ha buscado, conocida como «Río Muerto», entre el puente del Cachorro y la pasarela de la Cartuja, a 900 metros del domicilio de León XIII donde se produjo el crimen, y a la que se puede acceder por las inmediaciones del Hospital Macarena, lo que evitaría sospechas en una noche, además, con alerta por lluvia y viento y la calle desierta.
Antonio del Castillo se reunió el 12 de enero con la Policía Nacional para analizar el informe que ya entregó al juez de Instrucción 4 de Sevilla –quien mantiene una pieza separada para la búsqueda– y que sostiene que Carcaño podría haber arrojado el cuerpo a esta zona. La Policía está «trabajando» en el informe y reuniendo «más datos». El informe ha sido elaborado por el geofísico Luis Avial –que ya buscó a Marta en la zona de Majaloba con un georradar– y un criminólogo, que han realizado un estudio en la dársena con un sónar o radar submarino de los utilizados para detectar pecios. La zona «no se encuentra muy lejos de la orilla» y cuenta con elementos como matorrales que podrían haber evitado que el cuerpo saliera a flote, aparte de la posibilidad de que llevara peso para sumergirlo.
LA RAZÓN ha tenido acceso al informe que sugiere que el cadáver pudo ser arrojado en un punto del río nunca antes revisado, justo a la altura del antiguo Club de Remo de Lipasam, que cuenta incluso con un pantalán. En la primera parte del documento se enumeran los indicios que sugieren que el cuerpo de Marta pudo haber sido arrojado en ese lugar. «Es la zona del río más cercana a la casa de Miguel Carcaño. Sólo esta razón debería ser justificación suficiente para hacer una búsqueda. Sólo se realizó una somera inspección visual desde el borde (...), además desde la casa de Carcaño, en León XIII, hasta el punto concreto del río donde se propone que se sumerjan los buzos sólo se tarda entre 10 y 13 minutos andando», dice el informe.
El estudio también esboza una hipótesis: «Miguel y “el Cuco” se deshicieron del cuerpo. Lo hicieron usando la famosa silla de ruedas de la madre fallecida de Carcaño». El recorrido está dibujado en el documento y pasa junto a un hospital. «Allí dos jóvenes empujando una silla de ruedas lógicamente no hubieran llamado la atención», apuntala Antonio del Castillo. El último tramo del recorrido es un oscuro subterráneo a través del cual se accede a la dársena. «Al llegar al lugar, lastraron el cuerpo y lo arrojaron. Al terminar escondieron la silla de ruedas entre los arbustos y regresaron caminando», apunta el informe. «Tiene lógica», argumenta el padre de Marta. «La silla les podía vincular al crimen, así que en ese momento de estrés la abandonaron allí fruto del miedo». Sin embargo, las reiteradas llamadas que Eva Casanueva realizó a Carcaño aquella madrugada pudieron provocar el pánico del joven, que «regresó a buscar la silla al río y la llevó a casa. Quizá ése puede ser el momento en el que Diego Carrere, su vecino, ve a Miguel con la silla en el portal ya cambiado de ropa, tras haber pasado por casa de su novia en Camas. No sería ilógico plantearse que en vez de salir con la silla, entraba», sugiere el documento. El informe recuerda que, durante las pesquisas «un militar de profesión aseguró haber visto la noche del crimen a dos jóvenes empujando una silla de ruedas muy cerca de la zona». Al no cuadrar con los horarios que la Policía planteó como supuesta hora del crimen, el testimonio no se llevó al juicio. Esta nueva hipótesis plantea que la hora en la que se podría haber arrojado el cuerpo coincidiría con la que se dictó en la sentencia de 2012 de la Audiencia, que fijó la salida del cuerpo de León XIII a las 22:15. El Supremo, en base al criterio del Instructor y de la Fiscalía, señaló que el ocultamiento se produjo entre la 1:30 y las 2:00 del 25 de enero. Los nuevos indicios apuntan a que la primera versión de Miguel pudo ser cierta.
La segunda parte es un trabajo de campo realizado en dos partes. La primera, la noche del 2 de noviembre para no molestar a los habituales deportistas de la zona. Durante varias horas una barca recorrió la dársena arrastrando un sónar de barrido lateral, un aparato tipo torpedo que envía señales del lecho del río, que se proyectan en un ordenador y detecta elementos exógenos. A primera hora de la mañana siguiente, se marcaron una serie de puntos y se introdujo una cámara subacuática para tratar de buscar el cuerpo. La turbidez impidió sacar ninguna conclusión.
El juez recibió el informe el 1 de diciembre y se lo envió a la Policía. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, se ha interesado por las novedades y ha sabido que los investigadores han realizado comprobaciones y elaboran un atestado que determinará si hay indicios para buscar con buzos. «Yo estoy esperanzado», dijo Antonio del Castillo.
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