Efecto negativo

Pandemia + conflictos = menos calidad de vida

Los efectos de la Covid-19 y el estallido de la guerra en Ucrania han disminuido nuestra calidad y esperanza de vida

El desencanto de los jóvenes empeora con la desazón social
El desencanto de los jóvenes empeora con la desazón socialJesús G. FeriaLa Razón

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado finalizada la pandemia, pero sus consecuencias siguen presentes y uno de las más importantes está vinculada a nuestra salud mental. La covid generó un período prolongado de estrés debido a sus extensos impactos, incluido el aumento de la mortalidad y la morbilidad, desafíos económicos sustanciales, niveles elevados de incertidumbre y aislamiento social.

La exposición a factores estresantes crónicos puede afectar significativamente la salud física y psicológica de una persona directamente a través del sistema neuroendocrino –es decir, aumentos del colesterol, el azúcar en la sangre, los triglicéridos y la presión arterial– o el sistema inmunitario –relacionado con el deterioro del sistema inmunitario y el consiguiente riesgo de infección–, así como indirectamente a través de conductas nocivas como la mala alimentación, el tabaquismo, el abuso de sustancias y las conductas sexuales de riesgo.

Experimentar eventos vitales estresantes (pandemias, guerras, etcétera) también se ha asociado significativamente con una reducción en la calidad de vida (QOL, por sus siglas en inglés). Específicamente, se ha encontrado que los eventos estresantes están inversamente asociados con la calidad de vida física y la calidad de vida psicológica: cuanto mayor el evento, menor la calidad de vida.

La OMS define la calidad de vida como «la percepción que tienen los individuos de su posición en la vida en el contexto de la cultura y los sistemas de valores en los que viven, y en relación con sus metas, expectativas, estándares y preocupaciones». Algunas investigaciones han indicado que las personas experimentaron una reducción en su calidad de vida durante la pandemia. Por ejemplo, los factores estresantes, como la pérdida de ingresos, los efectos en la salud personal, el aislamiento social y el diagnóstico de covid, se correlacionaron negativamente con la calidad de vida durante la pandemia. Además, un estudio en Alemania descubrió que la pandemiano afectó la calidad de vida de las personas por igual: las mujeres, las personas que buscan trabajo y los más jóvenes afirmaron tener una calidad de vida significativamente más baja.

Los humanos hacemos frente a los factores estresantes de varias maneras y tres de ellas son las más reconocidas por la ciencia: afrontar el problema, huir del mismo o centrarse en nuestros sentimientos. Cada una de estas estrategias implica diferentes métodos. El primero de ellos implica tácticas de reducción del estrés, como la resolución de problemas, buscar apoyo y la planificación. Las estrategias centradas en las emociones incluyen el uso de apoyo emocional, el humor, la religión y la reformulación positiva, mientras que la última estrategia implica comportamientos como el consumo de sustancias, las distracciones y la desconexión.

Los estudios científicos han demostrado que afrontar el problema es la estrategia más efectiva en situaciones estresantes porque implica tomar el control del factor estresante y utilizar métodos proactivos para abordarlo, pero… También se ha demostrado que la técnica centrada en la emoción es más efectiva cuando el factor estresante, como la muerte de un ser querido, está fuera de nuestro control.

El problema es que en el caso de una pandemia o una guerra hay factores que podemos controlar y otro no. ¿Cuál es la estrategia más adecuada entonces? Un nuevo estudio en la revista «PLOS ONE», liderado por Fathima Wakeel, del Departamento de Salud Comunitaria y Poblacional de la Universidad de Lehigh (Pensilvania- Estados Unidos), analizó cómo enfrentamos los factores estresantes durante la pandemia y qué estrategias se asociaron con una mejor calidad de vida.

El estudio contó con unos 1.000 voluntarios. Las conclusiones de la investigación muestran que las estrategias centradas en el problema y las emociones se asociaron con una mejor calidad de vida, mientras que la opción de evitarlo tuvo una correlación negativa.

«Las personas usamos diferentes tipos de afrontamiento para lidiar con diferentes factores estresantes –explica Wakeel–, y las personas pueden usar las tres estrategias en diferentes momentos. Lo que este estudio demuestra es cómo funcionan esas estrategias durante un evento traumático a gran escala».

Según Wakeel, los hallazgos pueden ser valiosos para las personas que se enfrentan a eventos estresantes de la vida, así como para las instituciones sociales. Tanto el afrontamiento centrado en el problema como el centrado en la emoción requieren fuertes apoyos sociales y recursos disponibles dentro de las comunidades, y el desaliento del afrontamiento evitativo requerirá la cooperación entre todos los niveles de proveedores de bienestar.

Pero el estudio también señala que del mismo modo que no todos afrontamos los factores estresantes del mismo modo, la elección de la estrategia también tiene sus puntos importantes. Por ejemplo, la opción de centrarse más en las emociones puede ser más útil para aquellas personas que habitualmente se consideran optimistas, que no necesitan una vida social muy activa o que a veces no son conscientes de todos los efectos que los eventos estresantes provocan en ellos mismos.